Desde que el inventor francés Joseph Nicéphore tomase la primera fotografía en 1826 con una máquina de su creación, las cámaras fotográficas se han convertido en objetos cuasi mágicos con la capacidad de cautivar a la humanidad. Y es que a través de su objetivo, estas máquinas permiten capturar para siempre un instante, plasmar una imagen fugaz sobre la superficie fotosensible y tornarla eterna.
Ya sea a través de las primeras representaciones pictóricas o mediante vídeos de TikTok, la historia de la humanidad es la de la lucha por permanecer. Y en esa pugna la fotografía ofrece la posibilidad, no sólo de mostrar quien fuimos, que durante un breve periodo de tiempo existimos, sino de convertir en símbolos perennes los hechos que han tejido quienes somos.
Quizá fue esa noción de eternidad la que cautivó a un joven alicantino del barrio de La Goteta llamado Paco Cano; una figura menuda, ágil y de donaire bohemio que, alzando siempre su teleobjetivo, supo plasmar en sepia la estampa de la época en uno de los sitios en donde tuvo lugar: los ruedos taurinos.
A lo largo de diversos artículos, en Economía 3 recorreremos algunos de los aspectos más relevantes del trabajo de Cano y que han marcado la historia de nuestro país; todos ellos recogidos en el libro Los Mitos de Cano, de Andrés Amorós. Seis décadas de una mirada única, una radiografía de nuestra historia imprescindible para los amantes del arte.
El sitio donde estar
Los años de posguerra en España fueron años de miseria y penurias. El país se encontraba sumido en una profunda crisis económica y social tras la devastación que había dejado la guerra. En este contexto, las corridas de toros se convirtieron en espacios de evasión y entretenimiento para muchos españoles. Asistir a una corrida de toros se convirtió en una forma de escapar temporalmente de la difícil realidad del país y sumergirse en un mundo de tradición, espectáculo y emoción.
Hasta hace no tanto, antes de que la irrupción de las redes sociales hiciese del «influencer» la figura en que todos los niños aspiran convertirse, los futbolistas eran las estrellas de la sociedad. En la España en que Cano creció, todos los niños querían ser toreros. No es de extrañar, por tanto, que estas figuras se convirtiesen en ídolos populares que ocupaban las portadas de las revistas de sociedad.
Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordoñez o, por supuesto, Manolete. Todos ellos se convirtieron en estrellas fulgurantes de la crónica nacional e internacional, y a todos ellos los inmortalizó la cámara de Cano.
Los mitos de Cano
Cano formó a lo largo de su más de seis décadas de profesión un archivo excepcional. Los cálculos menos optimistas, aseguran quienes se han ahondado en su obra, se aproximan a las dos millones de instantáneas. En ellas, el fotógrafo capturó momentos únicos protagonizados por mitos nacionales e internacionales.
Además de las figuras taurinas, el fotógrafo capturó la vida en nuestro país de Ava Gardner, Lucía Bosé, Ernest Hemingway, Orson Welles, Grace Kelly, Sofía Loren, Gary Cooper, Charlton Heston, Lola Flores… la lista es interminable.
Con su cámara de fotos, Paco Cano escribió una amplia crónica de su tiempo, fuera y dentro de las plazas. Los que lo conocieron decían que era un artista con el don de saber estar donde había que estar. No en vano, la suerte quiso que fuese el único fotógrafo presente durante la cogida fatal que acabó con la vida de Manolete.
Economía 3 te brinda la oportunidad de hacerte con Los Mitos de Cano; un regalo para los historiadores, los fotógrafos, para los amantes de la vida, seis décadas de una mirada afilada y precisa, de un archivo fotográfico hasta el momento inédito.