A pesar de los estímulos la ansiada recuperación en la denominada nueva normalidad está siendo lenta e incierta, especialmente para las pymes. Algunas medidas adoptadas en los últimos meses, como las líneas de préstamos con aval del ICO, que prevén un año de carencia, han supuesto una ayuda para que muchas empresas puedan superar el trance temporalmente, pero en muchos casos será imprescindible acomodar su estructura financiera en su conjunto en el medio plazo.
Las diferencias entre la crisis financiera iniciada en el año 2008 y la actual han sido ampliamente analizadas. En aquel contexto y con el fin de facilitar a las pymes el acceso a los mercados de capitales para reducir su gran dependencia de la financiación bancaria, desde bolsas y mercados españoles se crearon dos iniciativas que hoy se encuentran en pleno funcionamiento y que deben tener un papel relevante en la recuperación: en el año 2008 se creó el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) y en 2013 el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF).
«En 2008 se creó el MAB y en 2013 el MARF para facilitar a las pymes el acceso a los mercados de capitales y reducir su dependencia de la financiación bancaria»
La financiación a través de los mercados de capitales ha sido vista tradicionalmente como una vía exclusiva para grandes empresas y en España son todavía muy pocas las pymes que han explorado ese camino. Con la finalidad de atraer a los mercados a las empresas en expansión se creó el MAB con una regulación, costes y procesos más sencillos y adaptados a sus características. Actualmente hay 116 empresas incorporadas en el mercado, que sólo el pasado ejercicio lograron captar más de 1.500 millones de euros en ampliaciones de capital. Son datos muy positivos, pero todavía muy alejados del potencial de este mercado en un país en el que las pequeñas y medianas empresas tienen un peso extraordinario sobre el conjunto del tejido productivo.
En estos momentos de gran incertidumbre, el índice IBEX MAB 15, que mide el comportamiento de las quince compañías con mayor volumen de contratación en el MAB, se ha comportado de forma positiva, y acumula una revalorización en el primer semestre de 2020 de aproximadamente el 15%, frente a las pérdidas que registran los mercados más maduros.
Las empresas en expansión deben aprovechar esta consolidación y confianza de los inversores en el MAB para diversificar y balancear su estructura de financiación. El equilibrio entre la financiación ajena y el capital captado en el mercado permitirá a las empresas sortear tanto eventuales restricciones del crédito bancario como posibles tensiones en los mercados financieros.
«La cotización en el MAB atrae al inversor a apoyar a una empresa por transparencia y liquidez»
Además del acceso a la financiación, la cotización en el MAB genera otros efectos positivos que pueden resultar determinantes en el actual escenario para que un inversor tome su decisión de apoyar a una empresa, como la liquidez que les proporciona la propia cotización, que les permite comprar y vender sus acciones en el mercado inmediatamente o la transparencia y mejora en materia de buen gobierno corporativo. Para la propia compañía, el cumplimiento de los requisitos de información y transparencia contribuye a una mejor organización y la cotización les supone notoriedad y prestigio entre sus clientes y proveedores. Además, el hecho de disponer de una fijación de valor diaria facilita la posibilidad de utilizar su capital como instrumento de pago en las operaciones de M&A. Debemos olvidar los prejuicios de que la incorporación al mercado supone una pérdida de control, una excesiva exposición pública, procedimientos complejos o grandes costes y seguir el ejemplo de quienes han dado el paso.