Tiempos complicados para el sector agroalimentario valenciano
El 18 de este mes de octubre entraron en vigor los aranceles impuestos por Estados Unidos a unos 150 productos de la Unión Europea. El origen de esta decisión se encuentra en el fallo emitido por la Organización Mundial del Comercio (OMC) que determina la pérdida de alrededor de unos 7.000 millones de euros en ventas potenciales de la compañía Boeing, constructor aeronáutico estadounidense, como consecuencia de la concesión de subsidios ilegales por parte de los gobiernos de la Unión Europea a Airbus (compañía aeronáutica europea).
Concretamente, las naciones de Francia, Alemania, Reino Unido y España, propietarias de Airbus, ofrecieron financiación a un tipo de interés más bajo que los del mercado a esta compañía.
Por esta razón, no es de extrañar que Estados Unidos ponga aranceles al aceite español y no al italiano o al griego, o que fije aranceles al whisky proveniente del Reino Unido pero no al whisky irlandés.
Relación comercial con Estados Unidos
Las medidas proteccionistas estadounidenses repercuten negativamente en las exportaciones de productos agroalimentarios de la Comunitat Valenciana. Estos productos, en concreto, están sujetos a un gravamen del 25 % por parte de la Administración de Donald Trump. Los aranceles fijados afectan al vino envasado, a los cítricos (naranjas, limones, clementinas y mandarinas), a las olivas, al aceite de oliva, a las conservas de frutas, a las mermeladas, a los zumos de frutas, al queso, a los mejillones y a las almejas.
Según el último informe de la Cámara de Comercio de Valencia, en 2018 el total de exportación de los productos alimentarios desde nuestra comunidad autónoma a Estados Unidos ascendió a 178.400 millones de euros. Pues bien, la implantación de aranceles afecta a la exportación de productos alimentarios por valor de unos 40.000 millones de euros.
La buena noticia es que no a todas nuestras exportaciones a Estados Unidos les afecta esta medida. Así, hay productos valencianos que están experimentando un aumento de ventas en el mercado americano como las cebollas, las almendras, la sepia o los productos de confitería que no están incluidos en esa fatídica lista.
Entre los productos más perjudicados con las medidas proteccionistas de Trump, se encuentran nuestras clóchinas, el aceite de oliva, la fruta en conserva y el queso, en el que Estados Unidos suponía el primer mercado de exportación.
Alternativas
Para paliar el varapalo infligido por el mercado estadounidense, las empresas valencianas pueden, a medio y largo plazo, buscar otros mercados o diversificar, como viene realizando el sector citrícola. Y es que, para este sector en concreto, llueve sobre mojado. Los cultivos de naranjas han formado parte de nuestra historia, de nuestra cultura y de nuestra economía. El 54,8 % de la producción de cítricos en España, entre mandarinas, naranjas, limones y pomelos, se realiza en nuestra Comunitat.
Sin embargo, este sector se encuentra en crisis desde hace un par de años. Los precios de las naranjas se han desplomado por diversas razones: las exportaciones de Sudáfrica, Egipto y Turquía; la climatología adversa, que ha destrozado numerosos cultivos; la menor demanda del producto en el mercado europeo; y, por último, el fuerte poder de negociación de los distribuidores.
Muchos cultivos de naranjas ya se han cambiado por cultivos de aguacates o caquis. Ello conlleva un cambio en nuestro paisaje y nuestra cultura. Blasco Ibáñez tituló su novela “Entre naranjos”. Quién sabe, quizás algún nuevo escritor valenciano la titule “Entre aguacates”.
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