Agile: cómo dinamizar la transformación empresarial

Agile: cómo dinamizar la transformación empresarial

En los últimos tiempos, términos como Agile, Scrum, Lean, Kanban, etc., han pasado de ser anecdóticos, a formar parte recurrente en nuestro vocabulario empresarial. Pero, en muchas ocasiones, seguimos escuchando frases interrogativas como: ¿qué significan exactamente?, ¿cómo me pueden ayudar en la innovación de mi compañía? Más allá de cuál es el término adecuado o el significado exacto de cada una de ellas, la respuesta es sencilla: se trata de herramientas y metodologías que nos ayudan a ‘reenfocar’ nuestra forma de trabajar, para facilitar el cambio y adaptarnos al mismo lo más rápido posible.

De todas ellas, la metodología Agile es el más reciente de estos métodos de gestión del cambio. Y debido a los éxitos que ha supuesto en su área de origen (la tecnología), ha pasado a utilizarse en otros departamentos de las empresas (desarrollo de producto, marketing o RR.HH. incluso, etc.), llegando a formar parte del ADN de muchas compañías y convirtiéndose en un factor diferencial de innovación y desarrollo de su negocio.

¿En qué consiste y qué aporta?
Consiste en trabajar con equipos pequeños y multidisciplinares. Es decir, en afrontar un problema complejo rompiéndolo en pequeñas partes y desarrollando soluciones de forma rápida, con una serie de iteraciones de prototipar y aplicar feedback directo del cliente (interno o externo), culminando con la integración de las soluciones parciales en el modelo completo y dándole coherencia. Todo esto, anteponiendo las personas a los procesos y la flexibilidad y el cambio frente a ceñirse a un plan para optimizar el resultado.

Cuando lo implementamos adecuadamente, los resultados se traducen en mayores productividades, más motivación, mayor velocidad para llegar al mercado, flexibilidad al cambio, mejor calidad y menor riesgo que otros métodos tradicionales. Prueba de ello es que más del 60 % de las compañías que lo implementan, reconocen mejoras en términos de calidad de producto y de tiempos de llegada al mercado.

¿Dónde se aplica?
Agile es la metodología más adecuada en entornos con incertidumbre y que requieren creatividad, pudiéndose aplicar para el desarrollo y mejora de servicios, productos o modelos de negocio.
Desde sus inicios, las start-up lo han utilizado para su desarrollo, ya que encaja perfectamente con su modelo de gestión. Compañías como Netflix, Spotify u otras, nacieron con este modelo y son grandes referentes en el mundo empresarial.

Pero no es solo para ellas, pues numerosos artículos en la Harvard Business Review demuestran que es un factor clave de competitividad en las grandes empresas. Compañías como Amazon, Microsoft, Google, SAP, Bosch, ING o Tesla, todas ellas referentes en innovación, han trabajado el modelo hasta convertirse en organizaciones Agile.

Aquí en España, BBVA ha sido la pionera, implementado un modelo de relación con diferentes start-up que le han dado soporte para desarrollar soluciones a sus clientes, transformando su negocio en un referente digital para el sector.

¿Cómo puedo transformar mi empresa?
Transformar la compañía a un modelo Agile va más allá de un avance metodológico y conlleva un cambio cultural, una forma de operar en el día a día. De este modo, escalar el uso de Agile en grandes corporaciones se convierte en un reto para las organizaciones.

El reto de las grandes corporaciones es adaptarse a esta disrupción debido a su dimensión: multitud de mercados, complejas regulaciones que les afectan, estructuras organizacionales anticuadas, procesos administrativos más pesados…

En Deloitte hemos trabajado con nuestros clientes en su implementación, tanto en el ámbito de proyectos, como en el de transformación del negocio. Algunas de las claves a considerar son:
Liderar Agile siendo Agile. Transformar una organización a una cultura ágil no puede abordarse como un proyecto tradicional. La propia dirección de la compañía debe trabajar en Agile. Un ejemplo es cómo Bosch falló en su implementación hasta que su equipo directivo creó un grupo de trabajo propio.

Realiza un rolling adecuado del modelo. Muchas de las compañías no conocen cuántos equipos Agile necesitan o con qué velocidad incorporarlos para evitar el caos. De este modo, se realiza el cambio poco a poco y monitorizando los resultados. Hay dos palancas a gestionar: crear una taxonomía de los equipos potenciales y priorizar las iniciativas realizando una secuenciación según diferentes criterios (restricciones de costes, importancia, riesgos, tiempos para adaptar a los equipos a las nuevas formas de trabajar…).
No existe límite del tamaño de las iniciativas a gestionar. A través de la creación de múltiples equipos de trabajo y de equipos de colaboración entre ellos, es posible la ejecución de cualquier proyecto.

Adaptar la organización al nuevo entorno
Es muy importante definir la interacción de los equipos con el resto de la organización. Debe existir un equilibrio entre los equipos tradicionales y los equipos Agile, de forma que adaptemos la organización para su convivencia. Esto implica que:
> Los valores y principios de las compañías en ocasiones deben adaptarse.
> Las arquitecturas/infraestructuras operacionales pueden tener que ajustarse para facilitar la velocidad con la que se trabaja.
> La gestión del talento, la motivación, cambia. Hay que adaptar los procesos en RR.HH. y trabajar en recompensas grupales y no individuales.
> Planes anuales y presupuestación. Debido a la gestión constante del cambio, el modo de establecerlo cambia en las compañías.

En resumen, comprobamos cómo los David del mundo empresarial (start-up) están ganando la partida a los Goliath (grandes empresas). Agile es uno de los pilares que las diferencian. Las grandes organizaciones deben adoptar este cambio cultural para ganar en competitividad.

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