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España quiere su lugar en los semiconductores: de espectadora a nodo estratégico

España quiere dejar de ser espectadora para pasar a la acción y consolidar un nodo estratégico dentro del mapa europeo de semiconductores.

España quiere su lugar en los semiconductores: de espectadora a nodo estratégico
Publicado a 29/09/2025 18:23 | Actualizado a 03/10/2025 12:01

España quiere dejar de ser espectadora para pasar a la acción y consolidar un nodo estratégico dentro del mapa europeo de semiconductores. Con Sevilla, Málaga, Vigo y Cataluña ganando peso como polos de innovación y producción, el país se juega su soberanía tecnológica apostando por talento, infraestructuras y una red de alianzas público-privadas que pretende blindar a Europa frente a la dependencia asiática. ¿El reto? Pasar del papel a las obleas y situarse en el corazón de una industria que decidirá quién lidera la economía global. Bienvenidos a la era de los semiconductores, un sector tan invisible como estratégico que define la carrera tecnológica y geopolítica del siglo XXI.

Europa apenas produce entre el 7 % y el 10 % de los semiconductores que consume, frente al dominio casi absoluto de Asia y parte de Estados Unidos. Taiwán, Corea del Sur y China concentran gran parte de la producción mundial –liderada por gigantes como TSMC o Samsung–, mientras que Europa y España son dependientes en componentes críticos para sectores como la automoción, la aeronáutica o la defensa.

Para revertir esta vulnerabilidad, la European Chips Act busca duplicar la cuota de producción europea al 20 % en 2030. Y nuestro país quiere ser parte activa de ese objetivo, movilizando más de 12.000 millones de euros a través del PERTE Chip para atraer fábricas, centros de diseño y proyectos de I+D de alto valor. El nodo español se concentra en cuatro puntos específicos.

Sevilla

La capital andaluza se reivindica como uno de los polos con más potencial para convertirse en epicentro de la microelectrónica en España. Así lo explica Antonio José Acosta Jiménez, coordinador de la Cátedra USECHIP de la Universidad de Sevilla: «Sevilla es, desde hace décadas, referente nacional en diseño microelectrónico. Aquí confluyen grupos de investigación con más de 100 expertos, empresas punteras surgidas de la propia universidad, infraestructuras de primer nivel como el Instituto de Microelectrónica y un ecosistema universidad-empresa que otros polos no tienen».

El objetivo de la Cátedra USECHIP, financiada con 4,2 millones de euros, es reforzar esa conexión entre universidad y sector privado. «Nuestra misión es garantizar profesionales cualificados en diseño microelectrónico para las próximas décadas, apoyar la creación de infraestructuras como la sala blanca de empaquetado y consolidar la red de colaboración con empresas líderes como Teledyne o Alter Technologies«, detalla Acosta.

Málaga

Desde la Costa del Sol, Málaga también aspira a convertirse en una referencia en investigación avanzada gracias al futuro Centro IMEC, especializado en la fabricación de obleas de última generación.

Con una inversión prevista de más de 600 millones de euros y el respaldo del Gobierno y la Junta de Andalucía, este centro busca atraer talento internacional y convertirse en polo de atracción para grandes actores tecnológicos europeos.

Vigo

Al norte, Vigo se suma a la carrera con Sparc, una fábrica pionera de semiconductores fotónicos. Con 17 millones de euros de inversión inicial, esta planta producirá obleas basadas en materiales como GaAs, InP o GaN, fundamentales para sectores como la automoción, las telecomunicaciones, la seguridad y la computación cuántica. Sparc aspira a cubrir un nicho estratégico y aportar diversidad tecnológica al ecosistema español.

Cataluña

Por su parte, Cataluña es otro de los territorios mejor posicionados. Barcelona y su área metropolitana cuentan con una sólida red de empresas de diseño de circuitos integrados y un ecosistema de start-ups de hardware que se alimenta de universidades y centros de I+D como el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (IMB) del CSIC en la localidad de Bellaterra, referente en micro y nanoelectrónica desde hace décadas. Además, Cataluña busca atraer proyectos industriales de envergadura para reforzar su posición como polo del sur de Europa en alta tecnología.

Recientemente, el conseller de Empresa de la Generalitat, Miquel Sàmper, dijo que Cataluña –que el año que viene presidirá la Alianza Europea de Regiones de Semiconductores– quiere «liderar» esta industria a nivel europeo, por lo que debe «dar un salto hacia la fabricación de chips».

Una red independiente

Esta estrategia de nodos complementarios repartido por la geografía española se basa en aprovechar fortalezas específicas y evitar la concentración excesiva en un único punto. «No se trata solo de grandes instalaciones o multinacionales, sino de poner en valor lo que ya existe y tejer una red consistente que conecte investigación, industria y formación», apunta el coordinador de USECHIP.

La microelectrónica es transversal a industrias estratégicas: automoción, defensa, telecomunicaciones, salud o aeronáutica dependen de estos componentes críticos. Desde la Universidad de Sevilla, recuerdan que reforzar estos polos implica crear empleo cualificado y garantizar la competitividad de sectores que se ven amenazados por tensiones geopolíticas y cuellos de botella en la cadena de suministro global.

Sin duda, todos ellas clave para el futuro. Pero lo estratégico, destaca Javier Ponce, director general de la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT), será disponer de capacidades para que pequeñas y medianas industrias puedan incorporar la microelectrónica en sus productos sin un elevado esfuerzo gracias a la proximidad de los recursos.
Europa, entre cooperación y competencia

El reto no es menor: Dresde (Alemania) o Eindhoven (Países Bajos) llevan décadas consolidando su liderazgo gracias a un fuerte respaldo institucional y alianzas con gigantes del sector. Para alcanzarles, España necesitará continuidad en la financiación, menos burocracia, captación y retención de talento y políticas industriales a largo plazo. «Estamos a distancia de esos hubs, pero si potenciamos los núcleos de excelencia que ya tenemos y los interconectamos, podemos situarnos en el mapa», subraya Acosta.

El objetivo es claro: dejar de depender de terceros países y convertir la oportunidad del Chips Act europeo en industria real, empleo cualificado y transferencia de conocimiento. Un desafío país que marcará la competitividad de España en una economía cada vez más digital y globalizada. Porque, como recuerdan desde USECHIP, los chips no son solo silicio: «Son la base del liderazgo tecnológico y la clave de la soberanía industrial del futuro».

La soberanía asiática

En términos de fabricación pura, Asia ostenta la soberanía real de los chips. Taiwán y Corea del Sur concentran más de dos tercios de la capacidad mundial de producción de obleas avanzadas, según datos de la Semiconductor Industry Association (SIA).

Taiwán, con TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company, por sus siglas en inglés) como joya de la corona, produce cerca del 60 % de todos los semiconductores por contrato y más del 90 % de los nodos más avanzados. Sin TSMC, hoy no habría iPhones, supercomputadoras o sistemas de IA como ChatGPT funcionando al ritmo actual.

Corea del Sur, de la mano de Samsung Electronics y SK Hynix, lidera la producción de chips de memoria DRAM y NAND, componentes vitales para smartphones, ordenadores, servidores y almacenamiento en la nube.

Por su parte, la China continental, con SMIC y otras foundries estatales, todavía no compite en nodos punteros pero domina la escala de producción de chips maduros, esenciales para la automoción y la electrónica de consumo masivo. A pesar de las restricciones tecnológicas impuestas por Estados Unidos, China invierte billones de yuanes anuales para escalar su autonomía en semiconductores.

¿Qué lecciones nos deja esta competencia global? En palabras de Javier Ponce, «las tensiones geopolíticas no han hecho más que agudizar esta dependencia estratégica, fundada en una mera eficiencia industrial. Ante esta restricción, la UE y España deben generar capacidades suficientes para asegurar un grado de autonomía que permita el desarrollo adecuado de nuestra economía sin dependencias ni cadenas de suministro excesivamente largas».

Todo ello, en su opinión, redundará en facilitar el planteamiento de una relocalización de la actividad manufacturera y, con ella, ganar «soberanía tecnológica».

El rey de la innovación

Si Asia domina la fabricación, Estados Unidos controla el cerebro del negocio: el diseño y la propiedad intelectual. Gigantes como Intel, AMD, Nvidia, Qualcomm o Apple diseñan los semiconductores más avanzados del mundo, aunque delegan su fabricación en las ya mencionadas asiáticas TSMC o Samsung.

Además, empresas estadounidenses como Cadence Design Systems o Synopsys lideran el software de diseño de circuitos integrados, sin el cual ninguna foundry podría operar.

Estados Unidos también controla el suministro de equipos clave y patentes que condicionan quién puede fabricar qué y con qué nivel de sofisticación.

La carrera tecnológica

Como apuntábamos al principio de este reportaje, Europa apenas produce entre el 7 % y el 10 % de los chips que consume. Sin embargo, tiene un ‘papel de bisagra’.

Posee a ASML en Países Bajos, que fabrica las máquinas de litografía ultravioleta extrema imprescindibles para grabar transistores de 5 nanómetros y menores. Sin ASML, ni TSMC ni Samsung ni Intel podrían fabricar sus productos. Además, lidera nichos como los semiconductores de potencia y automoción a través de Infineon (Alemania), STMicroelectronics (Suiza) y NXP (Países Bajos).
También aporta investigación de frontera con centros como IMEC (Bélgica) y CEA-Leti (Francia). Aun así, Europa es estructuralmente dependiente para nodos lógicos avanzados, de ahí su apuesta por la European Chips Act.

Depender o liderar

Para la Unión Europea, la pandemia y la guerra en Ucrania dejaron claro que la dependencia exterior es una vulnerabilidad estratégica. El European Chips Act, dotado con más de 43.000 millones de euros, intenta revertir décadas de deslocalización.

Sevilla, Málaga, Vigo y Cataluña aspiran a convertirse en nodos complementarios a Dresde o Eindhoven. Sin embargo, como explica Antonio José Acosta, «la autonomía no se logra solo con fábricas gigantes. Hace falta potenciar lo que ya existe y conectar núcleos de excelencia. Si no, seguiremos dependiendo de terceros para algo que es la base de toda industria tecnológica».

«España dispone de condiciones únicas. Lidera el crecimiento económico en Europa, además de ofrecer infraestructuras, energía, conectividad y el talento», añade Ponce.

Los semiconductores no son solo un negocio: son la llave maestra para decidir quién controla la inteligencia artificial, la automoción autónoma, la computación cuántica o la defensa. En un mundo cada vez más inestable, quien domina los chips domina el futuro.

El tablero ya está marcado: Asia produce, Estados Unidos diseña, Europa provee equipos clave, y todos compiten por atraer fábricas, ingenieros y patentes.

Firma
Fotografía de Sara MartíSara MartíCoordinadora editorial. Graduada en Periodismo por la Universidad Jaume I, estoy especializada en contenido web y ediciones digitales por el Máster en Letras Digitales de la Universidad Complutense de Madrid. Mi experiencia en el mundo de la comunicación abarca desde el institucional hasta agencias y medios de comunicación. Al día de la actualidad empresarial y financiera en Economía 3 desde marzo de 2021.
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