Una de cada ocho casas se vende en menos de una semana en España

Las ventas exprés, aquellas viviendas que se venden en menos de una semana desde que se anuncian, se han convertido en un indicador revelador de la situación del mercado inmobiliario español. Este fenómeno, lejos de representar una eficiencia del sistema, señala más bien una tensión creciente: una demanda dispuesta a actuar con rapidez ante la escasez de oferta adecuada.

Según el portal inmobiliario Idealista, durante el segundo trimestre de 2025, el 13 % de las viviendas vendidas a través de su plataforma cambiaron de manos en menos de siete días. Aunque supone un ligero descenso respecto al año anterior, cuando alcanzó el 14 %, este dato sigue apuntando a un mercado dinámico y desigual, en el que determinadas propiedades generan una reacción casi inmediata por parte de los compradores.

La rapidez con la que se cierran estas operaciones contrasta con la situación de otras viviendas que permanecen meses —o incluso más de un año— sin encontrar comprador. Esta disparidad refleja un mercado a dos velocidades: por un lado, inmuebles bien ubicados o con un precio competitivo que vuelan; por otro, una oferta sobredimensionada en precios, mal situada o poco atractiva para el perfil de comprador actual.

Granada y otras ciudades medianas concentran la mayor rapidez

La distribución geográfica de las ventas exprés permite observar cómo no son necesariamente las grandes capitales las que concentran este fenómeno. Granada lidera con diferencia: casi una de cada tres viviendas vendidas en esta ciudad durante el segundo trimestre se cerraron en menos de una semana. Huesca, Soria o Castellón de la Plana también muestran cifras muy elevadas, lo que podría deberse a la combinación de precios más contenidos, alta demanda local o universitaria y escasez puntual de oferta de calidad.

Incluso Ceuta y Pamplona registran porcentajes por encima del 20 %, mientras que en ciudades más grandes como Madrid, la cifra se sitúa en torno al 18 %, ligeramente por encima de la media nacional. Este dinamismo revela que, a pesar de las dificultades de acceso a la vivienda, hay zonas donde la competencia por inmuebles concretos es tan fuerte que cualquier oportunidad razonable se aprovecha de inmediato.

En cambio, Barcelona, Málaga o Palma muestran un porcentaje menor de ventas exprés, en torno al 12 %. Esta reducción puede estar vinculada a un mayor grado de saturación del mercado, precios más elevados o un perfil de comprador que necesita más tiempo para tomar decisiones, en parte por el encarecimiento de la financiación.

Menos velocidad en los grandes mercados

El caso de Barcelona es especialmente significativo. En apenas un año, el porcentaje de ventas exprés ha caído seis puntos, pasando del 18 % al 12 %. También se ha ralentizado notablemente el mercado en ciudades como Zamora, Albacete, Málaga o Sevilla. En estas capitales, la demanda parece haber perdido algo de fuerza, quizá por el endurecimiento del acceso a crédito o por un aumento en los precios que aleja a los compradores de las opciones más inmediatas.

Esta menor presión se traduce en un proceso de compraventa más pausado, lo que no necesariamente implica una caída de la actividad, pero sí refleja un mayor equilibrio —o, en algunos casos, una desaceleración— en determinados segmentos del mercado.

Auge inesperado en ciudades pequeñas

Frente a esa desaceleración, algunas ciudades medianas y pequeñas han protagonizado incrementos sorprendentes en la velocidad de venta. En Soria, por ejemplo, se ha pasado de no registrar prácticamente ventas exprés a alcanzar el 25 % en apenas un año. En Ceuta y Huesca también se ha producido un salto notable, lo que podría responder a ajustes puntuales en la oferta o a un mayor interés local, en un contexto donde el mercado de las grandes ciudades empieza a mostrar síntomas de fatiga.

En Madrid, sin embargo, la evolución ha sido más estable. El porcentaje de viviendas vendidas en menos de una semana ha aumentado ligeramente, lo que apunta a una demanda sólida que mantiene su capacidad de absorción rápida, sobre todo en zonas donde los precios siguen siendo relativamente competitivos en comparación con otras capitales europeas.

Provincias tensionadas, provincias estancadas

La tendencia de las ventas exprés también se extiende a nivel provincial, replicando en parte lo observado en las capitales. Granada vuelve a ocupar el primer puesto, seguida por territorios como Soria, Álava, Madrid o Asturias, donde la rapidez en las operaciones también es significativa.

Por el contrario, en provincias como Zamora, Ourense, Albacete o Lugo, el fenómeno apenas tiene incidencia. Allí, el número de ventas cerradas en menos de una semana es residual, lo que puede explicarse por una menor demanda, una oferta más amplia o condiciones de mercado menos atractivas para inversores o compradores con urgencia.

Una señal de desequilibrio, no de salud

Aunque a primera vista pueda interpretarse como un signo positivo de actividad, la existencia de un volumen significativo de ventas exprés es, en realidad, un síntoma del desequilibrio estructural del mercado inmobiliario español. La velocidad con la que se venden ciertas viviendas responde, en muchos casos, a una oferta muy limitada frente a una demanda intensa, en contextos urbanos donde cada anuncio genera decenas de interesados en cuestión de horas.

Esta situación se ve agravada por la falta de nueva construcción asequible, las dificultades de acceso a la vivienda en propiedad y el encarecimiento del alquiler, lo que empuja a parte de la población a comprar rápido ante el temor de quedarse fuera del mercado. Al mismo tiempo, los vendedores que ofrecen inmuebles con un precio adecuado y bien situados saben que pueden cerrar la operación casi sin negociación.

El reloj apremia en un mercado cada vez más polarizado

Las ventas exprés han dejado de ser una anécdota para convertirse en un fenómeno estructural. Reflejan una realidad polarizada, donde las oportunidades escasean y la rapidez se convierte en una necesidad. En este contexto, el mercado no está funcionando de forma equilibrada, sino bajo presión.

Hasta que no se aborden los problemas de fondo —la falta de oferta nueva, la rigidez del suelo, los precios incompatibles con los salarios—, la compraventa de viviendas seguirá marcada por la urgencia. Y las ventas exprés, lejos de ser un signo de eficiencia, seguirán siendo un síntoma de una vivienda que no está al alcance de todos.