Abanicos Mon Air, con 42 años de historia, reabrirá sus puertas, tras la riada
Antonio Miguel Ferrandis y Amalia López crearon Abanicos Mon Air en 1982 y su hija, Amalia Ferrandis, al frente de la empresa en estos momentos, representa a la segunda generación.
La compañía había pasado por diferentes ubicaciones en sus ya 42 años de historia en la localidad de Aldaia, una de las más afectadas por la DANA que ha sufrido Valencia. Vende entre 300.000 y 400.000 abanicos anuales y el 95% de su facturación proviene de la venta de abanico promocional.
«Justamente, en febrero de este año adquirimos en el centro del municipio un local de 500 metros cuadrados que habíamos reformado. Este espacio nos permitía almacenar stock y contar con una zona para oficinas y otra para fabricación y montaje de los abanicos», rememora Amalia Ferrandis.
«Todo iba bien, hasta que el pasado 29 de octubre, llegó la riada y a su paso, quedó todo arrasado», recuerda. El agua superó el metro y medio y todo lo que estaba por debajo de esa altura como el stock para fabricar abanicos quedó inservible. «El agua nos pilló con mucho varillaje y telas porque nuestra campaña empieza en enero y se prolonga hasta octubre», admite.
Amalia Ferrandis estima que han perdido, «como mínimo, 50.000 varillajes que teníamos almacenadas para llevar a cabo pedidos de grandes tiradas, además de telas, ordenadores, recuerdos, todo. La verdad es que ha sido dramático».
La puerta de la calle de la fábrica aguantó y tuvo la suerte de que no se estampara en ella ningún coche, «pero el agua sí que se ha llevado las puertas que separaban las distintas estancias en la fábrica», destaca.
En este sentido, «nosotros hemos tenido mucha suerte», reconoce, porque «los negocios que están a nuestro alrededor que han perdido las puertas de entrada no pueden empezar a reparar hasta que no tengan puertas por si les roban«.
Las pérdidas económicas pueden alcanzar los 80.000 euros, cifra a la que habría que sumar el daño que han sufrido las instalaciones «ya que se trataba de una obra nueva, muchas paredes eran de pladur y ha habido que repararlas, y lo están haciendo los mismos instaladores que lo hicieron en febrero».
En cuanto a la facturación ha caído en 50.000 euros durante el mes y medio que han permanecido cerrados. «A pesar de todo, noviembre era un mes de bajas ventas. Sí que es verdad que grandes campañas comienzan a prepararse en el mes de noviembre», reconoce.
A pesar del barro y de las dificultades, porque Amalia no solo ha perdido su negocio, sino también su casa, se ha puesto de nuevo manos a la obra. De hecho, ya están pintando y están ultimando para reiniciar de nuevo la actividad en dos semanas, «a pesar de que todavía quedan muchos flecos por terminar como los ordenadores, las mesas, las sillas…».
¿Y las ayudas?
Amalia Ferrandis explica que a las tres semanas del siniestro acudió el perito del Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). «Le dimos toda la documentación que había que adjuntar pero no sabemos nada».
Confirma también que han solicitado todas las ayudas que han habilitado desde las diferentes administraciones pero no han recibido nada todavía. «Lo único que nos ha llegado es Alcem-se, la plataforma que ha puesto en marcha Juan Roig. Ha sido muy rápido, la solicitamos un viernes y el lunes siguiente ya teníamos el dinero ingresado. Han sido muy eficientes». Esta cuantía económica les ha permitido ir comprando ordenadores, mesas y sillas para la oficina.
En Abanicos Mon Air trabajan tres personas y cuentan también con apoyo externo tanto para elaborar abanicos en tiempos de picos de producción como para imprimir las telas, entre otros servicios. «No hemos cesado la actividad, hemos continuado, pero llevamos más de un mes sin trabajar a pleno rendimiento».
La empresaria de Aldaia espera volver a trabajar con normalidad en dos semanas porque su mercado no se ha parado ya que vende abanicos tanto en España como en el ámbito internacional, «pero necesito tener un poco de normalidad en nuestras instalaciones para poder arrancar mi rutina de trabajo. Ya que si no tengo un espacio en el que trabajar, ordenadores para pasar precios o hacer facturas… todo eso dificulta«, corrobora.
Sobre la información que había en los ordenadores, Amalia Ferrandis explica que se hacía una copia de seguridad en la empresa, otra en su casa, que también ha sido arrasada, y otra en unas oficinas que tenían que no se han visto afectadas. «Con lo que la contabilidad y nuestros registros de correos no se han perdido», añade.
Al entrar en la página web de venta online de abanicos de la marca Kanela Fans observamos que en todos los abanicos pone sin existencias inexistencias menos en uno de ellos.
Kanela Fans
Amalia explica que kanelafans.com es su marca personal, bajo la cual vende los abanicos que le gustan en su tienda online pero, «para sacarla adelante necesito tiempo». «Esto significa que compro el varillaje, voy al taller a que me hagan el diseño, lo pinto y los voy almacenando. Conforme voy vendiendo en la página web yo misma voy diseñando y montando nuevos». Amalia nos confiesa que todo ese stock de abanicos que tenía tanto terminados como en proceso los ha perdido. «Con lo cual, ahora mismo no puedo servir ese tipo de abanicos hasta que no haga una nueva colección y compre nuevo varillaje».
Estos abanicos tan especiales llegan hasta Alemania o Suiza y se pueden encontrar en tiendas más selectas. De todas formas, el grueso de la facturación de su negocio -el 95%- se lo llevan los abanicos promocionales que van desde eventos como Roland Garros, museos, lanzamiento de un coche, hasta festivales de música.
Amalia confirma que todos los abanicos se montan a mano, «incluso los de China, no hay ninguna forma de hacerlo a máquina», matiza.
¿Y cuánto se tarda en hacer un abanico?
Amalia revela que su madre, que tiene mucha práctica, «a lo mejor en una hora puede hacerse entre 60 o 70 más o menos».
Para montar un abanico solo se necesitan unas tijeras, un par de gomas de plástico para dar la forma a la tela y cola. «Es muy fácil», reconoce.
Adelanta también que ya no se utilizan las varillas de plástico, que se empleaban para promociones en discotecas, pero la necesidad de preservar el medioambiente «nos ha llevado a emplear madera natural procedente de árboles de rápido crecimiento». Para la tela, que lleva un diseño elegido por el propio cliente, se utiliza algodón 100% con una consistencia y un gramaje especial para poder plisarlo y que no pierda su forma.
En la localidad de Aldaia se concentran todas las fábricas de abanicos. Algunas de ellas son especialistas solo en telas de abanicos. «Nosotros les pasamos el diseño que nos ha hecho llegar el cliente, lo imprimimos de forma digital, nos devuelven la tela y nos encargamos de montar el abanico», aclara.
Amalia Ferrandis nos revela que es vicepresidenta del Gremio de Abanicos de Valencia y que han habilitado una cuenta corriente para recaudar fondos para los afectados.
En Aldaia hay diez fábricas del sector y «las seis que estábamos en el centro del pueblo hemos sufrido muchos daños», informa.
A pesar de las pérdidas, Amalia no se ha planteado cambiarse de ubicación. En cuanto a su vivienda, ahora mismo ella y su familia están en casa de sus padres porque también le entró más de un metro y medio de agua.
“Mi hija y yo salimos de casa un poquito antes pero cuando salió mi marido, el agua ya entraba libremente, se rompió la puerta del patio y ya no se podía controlar», recuerda.