«El descenso de la demanda de petróleo se debe a que China está creciendo menos de lo previsto» adelanta Massimo Cermelli, profesor titular de Economía y Finanzas de Deusto Business School.
De todas formas, «el Gobierno chino ha inyectado mucho dinero a la economía y este hecho provocará, muy probablemente que en 2025, el país se vaya recuperando y que pueda haber alguna sorpresa positiva para el crecimiento de China», augura el economista.
Esta opinión coincide con la de los analistas de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que también prevén una desaceleración de la demanda de petróleo en 2024 y 2025, por la caída en China, ya que de ella dependerá el 20% total, frente al 70% del año pasado.
En su informe mensual, este organismo -dependiente de la OCDE- estima que la demanda en 2024 o subirá en 900.000 barriles diarios, mientras que para 2025 crecerá en casi un millón de barriles. Unos datos que están lejos del incremento de dos millones de barriles diarios que se registraban en el periodo posterior a la pandemia, en 2022 y 2023.
En cuanto a la oferta, la Agencia ha advertido de que el suministro se desplomó en 640.000 barriles diarios, para situarse en 102,8 millones de barriles.
La contracción se debe a la inestabilidad política de Libia, que interrumpió la producción y las exportaciones, han recordado desde la AIE.
La oferta también se vio afectada por las obras de mantenimiento de campos petrolíferos de Kazajistán y Noruega, que obligó a reducir la producción de esos dos países, han añadido desde el ente.
El problema está en la demanda
En este sentido, Cermelli incide en que «la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) lo tiene claro, el problema no es tanto la oferta, sino la demanda, que se está reduciendo». Con lo cual, se están dando dos escenarios, -puntualiza el profesor de la Business School- «una OPEP que no quiere recortar mucho la producción y una demanda mundial que está cayendo debido a que China está ralentizando su crecimiento económico. Todo ello está determinando la caída del precio del barril del petróleo».
A todo ello se suma que «Estados Unidos también está ralentizando su crecimiento más de lo previsto», apunta Cermelli. De hecho, «desde la Reserva Federal (Fed) están reduciendo los tipos de interés porque ven que la economía estadounidense está entrando en un aterrizaje suave o está cerca de una recesión«.
La mayor incertidumbre: el conflicto de Oriente Medio
La mayor incertidumbre, adelanta Cermelli, reside en que «no sabemos cómo va evolucionar el conflicto en Oriente Medio. De lo contrario, hasta 2025 el precio del barril del petróleo rondará entre los 70 u 80 dólares si no hay eventos excepcionales», puntualiza.
Por lo tanto, «el escenario será positivo en cuanto al precio del petróleo tanto para los consumidores como para las empresas ya que con un barril más barato se reducirán los costes de producción para las empresas».
Igualmente, y según ha publicado el Washington Post, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, habría trasladado al Gobierno estadounidense que limitará a objetivos militares las represalias de su país contra Irán, en lugar de atacar infraestructuras o instalaciones nucleares y petroleras, con lo que «limita en el corto plazo los riesgos de escalada en el conflicto en Oriente Medio», tal y como vaticinan desde Renta 4.
Previsiones para 2025
Por otra parte, para 2024 la AIE prevé que se consuman 82,8 millones de barriles diarios y 83,4 millones en 2025.
Además, también se ha registrado una caída de 22,3 millones de barriles del inventario mundial registrado, esencialmente por el recorte de 165 millones de barriles de las existencias de crudo.
La actividad de refinados «relativamente sólida» y los recortes de suministro de la OPEP provocaron una caída de 135 millones de barriles de las existencias de crudo desde mayo, mientras que las existencias de producto aumentaron en 35 millones de barriles en ese mismo periodo.
Los precios del Brent subieron 8 dólares por barril a principios de octubre, en un contexto de expectativa a causa de la situación en Oriente Medio y de la tensión creciente entre Israel e Irán.
También contribuyó al encarecimiento el posicionamiento bursátil de ciertos inversores.
Los precios habían caído en septiembre a mínimos desde hacía años, a causa de la perspectiva de un mercado ampliamente abastecido en 2025.