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La soledad del CEO: El tabú de la salud mental en la alta dirección

Cada mañana, el despertador suena puntual a las 05:30 a.m. Sin titubear, el alto ejecutivo se levanta con determinación, sabiendo que la jornada que se avecina estará repleta de desafíos y responsabilidades. Antes de que el sol asome por el horizonte, ya está inmerso en el bullicio de la ciudad. Su día comienza con una interminable sucesión de reuniones: estratégicas, financieras, de recursos humanos…

Cada una demanda su atención plena y su aguda capacidad para tomar decisiones rápidas y certeras. Mientras esto ocurre, su bandeja de entrada se llena de multitud de correos electrónicos que claman por ser respondidos. Todos ellos urgentes, todos ellos importantes.

La soledad del CEO: El tabú de la salud mental en la alta dirección

«Si los problemas de estrés, ‘burnout‘ y depresión son frecuentes entre los trabajadores, los niveles se incrementan al hablar de puestos de alta dirección», explica Pilar Ripoll, profesora titular de la Universitat de València e investigadora del Instituto de Investigación en Psicología de los Recursos Humanos, del Desarrollo Organizacional y de la Calidad de Vida Laboral (Idocal).

Angélica Barrero, directora del Departamento Clínico Corporativo y PR Manager de Ifeel, comenta que, en los últimos años, «cada vez más estudios confirman que los cargos ejecutivos tienen niveles más elevados de estrés y que manifiestan diferentes grados de soledad. El año pasado un estudio en Francia –elaborado por Toluna Company encontró que el 62% de los managers declaraban sentirse estresados. Esto se da, no solo por las propias tareas designadas, sino por la presión recibida desde más ángulos (empleados–directivos–clientes–tiempo), lo que hace que terminen en un bucle que puede llevar a sentirse aislados y sin apoyo».

Todo esto, además, «teniendo en cuenta que, al estar en una situación de poder, debe haber mayor control conductual, mejores estrategias de regulación emocional y servir como ejemplo».

¿Mito o realidad?

El almuerzo, si es que puede permitírselo, es breve y funcional, a menudo consumido mientras revisa informes o atiende llamadas telefónicas. La tarde sigue el ritmo frenético de la mañana, con más reuniones, más decisiones, más presión. El estrés es su compañero constante, pero lo abraza como un aliado, sabiendo que es la moneda de cambio para alcanzar el éxito.

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Carmen Sánchez, CEO de Intelema, cuenta con más de 30 años de experiencia acompañando a altos directivos a desarrollar su potencial. ¿Existe la ‘soledad del CEO’ o es solo un mito? «La soledad de nivel existe. El emprendedor es un líder tan potente y está tan centrado en su trabajo que no se da cuenta de esto hasta que se manifiesta de una manera física: una enfermedad, un accidente causado por el estrés o desarrollando alguna fobia por la ansiedad».

En opinión de Mireia Las Heras, profesora del IESE Business School, esta soledad existe por varios motivos. «Por un lado, son personas que tienen poder: en la retribución, en la promoción, en la evaluación… En definitiva, sobre muchas cuestiones que afectan a sus empleados y, por ello, estos perfiles tienden a mantener una distancia y a no mostrarse vulnerables frente a ellos», explica a este medio.

Las Heras va un poco más allá y plantea otro escenario paralelo: «Incluso, en las mujeres directivas, se suele hablar del mito de la ‘abeja reina’, ya que hay mujeres que en entornos muy masculinizados no ofrecen ayuda o soporte a otras mujeres porque tienden a pensar que el hecho de ser únicas o diferentes puede ofrecerles una ventaja, lo que las lleva a esa soledad en una posición de alta dirección».

Importancia de la salud mental en la alta dirección

Desde Ifeel, plataforma de atención psicológica especializada en empresas, Angélica Barrero señala que «la soledad es una dificultad a la que se pueden enfrentar; pero, además, esto puede derivar en ‘burnout’ o, incluso, depresión».

Otro elemento a tener en cuenta es el ‘síndrome del impostor‘, caracterizado por un miedo constante y persistente a no ser lo suficientemente bueno en lo que se hace y que, de cierta forma, se ha engañado a los demás para estar donde se está; explicando su éxito a la suerte y no al buen trabajo que, evidentemente, ha realizado: «Esto genera una sensación de poder ser descubierto en cualquier momento, con lo cual vivirá su éxito centrado en el miedo, lo que puede derivar en ansiedad constante, llegando a la posibilidad de desarrollar un trastorno grave de ansiedad».

Por otro lado, añade que «al escalar puestos en su carrera laboral, las personas podrán verse en la necesidad de aprender nuevas herramientas y conceptos. Esto puede derivar en sobrecarga laboral y miedo de no rendir lo suficientemente bien. Por último, escalar puestos es enfrentarse a nuevos retos y nuevas personas, pero también despedirse de cierta zona de confort y de personas que le han acompañado (puede darse que pase de ser compañero a jefe, por ejemplo), lo que cambiará sus dinámicas relacionales».

«Esto puede significar un duelo y una nueva forma de afrontar las situaciones. No es necesariamente malo, es por ello por lo que es importante contar con apoyo a nivel de salud mental para prevenir que el buen talento no se pierda por circunstancias manejables», explica.

Identificar las señales

A medida que el día llega a su fin, el ejecutivo se retira a su oficina, donde queda solo con sus pensamientos (y una montaña de documentos por revisar). Las horas pasan volando mientras lucha contra el agotamiento físico y mental. ¿Cómo identificar la ansiedad y el estrés laboral? ¿A qué señales hay que prestar atención?

Según Pilar Ripoll (Idocal), algunos de los indicadores físicos pueden ser dolores de cabeza y espalda, insomnio, hipertensión o problemas digestivos. Entre los psicológicos, encontramos la falta de concentración, la disminución del rendimiento, la sobrecarga mental y el estado de ánimo negativo.

«Un indicador del estrés es cuando nuestro trabajo lo tiñe todo y nos dificulta tener relaciones sanas, porque, por ejemplo, estamos demasiado pendientes del móvil. Otro gran indicador es la calidad del sueño», agrega Las Heras.

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La influencia del líder

Los líderes no solo son responsables de establecer la dirección estratégica y lograr objetivos, sino también de crear una cultura positiva y motivar a los equipos de trabajo.

Así lo explica Las Heras: «Un líder toma muchas decisiones que afectan al resto del equipo humano de la empresa. Son ejemplos para sus empleados. Un líder que es abusivo hará que ese entorno sea tóxico y dificulte las relaciones laborales. Sin embargo, un líder comprensivo y empático hará que el clima sea de comprensión, de aceptación y de búsqueda del bien del otro».

Barrero comenta que «el líder influye en la forma en la que nos comunicamos, tanto dentro como fuera de nuestros equipos, influye en nuestra carga laboral velando por tener un buen equilibrio entre nuestra vida personal y laboral, y creando espacios de seguridad psicológica en donde se permita el aprendizaje y la libre expresión. Por esta misma razón, afecta al talento, ya que deben reconocer las habilidades del empleado al mismo tiempo que debe minimizar los obstáculos del crecimiento. Un mal líder es la forma más rápida de perder el talento de las compañías».

Cultura y clima

«Muchas veces nos enredamos en personalismos y nos olvidamos incluso de lo que somos y de para qué estamos», señala la CEO de Intelema. Y añade: «El problema es que muchas veces el propio director general no es consciente de que necesita un apoyo y se empeña en proyectos, o incluso en personas, que no les benefician en nada».

Concluye Mireia Las Heras con esta reflexión: «Las personas llegan a las organizaciones en busca o atraídos por un proyecto y se van cuando no congenian con el líder. Aunque parezca un tópico, muy repetido, es una realidad. Las personas, normalmente, llegamos porque hay posibilidades de hacer cosas que van a tener un impacto, ser innovadoras, interesantes… Sin embargo, luego se dan cuenta de que lo que marca, en gran medida, nuestra satisfacción versus nuestra insatisfacción son las interacciones que generamos con otras personas en la organización y, en concreto, con el líder. Un líder que, además, marca en gran medida la cultura y el clima de la organización».

Salud mental en alta dirección: conocer para prevenir

«El estrés y la ansiedad son parte de la vida, nadie es inmune a ellos», tal y como explica Angélica Barrero. Además, apunta a que «la mejor manera de prevenirlo es conocerlo y darlo a conocer. Las empresas, aunque parezca muy obvio, están llenas de seres humanos, cada uno con sus formas de reaccionar. Por esta razón, son responsables de crear espacios donde las personas puedan funcionar adecuadamente, permitiendo lugares de psicoeducación y concienciación».

Entre las soluciones, Ripoll sugiere el coaching para directivos: «Existen diferentes estrategias para prevenir y disminuir el estrés y la ansiedad, como son el ejercicio físico, la búsqueda de apoyo social, la dieta equilibrada, la realización de actividades lúdicas, las técnicas de respiración y la terapia cognitivo-conductual. En esta cuestión, me gustaría destacar que en nuestra investigación ‘Desarrollo y validación de una herramienta de coaching para directivos’ los resultados sugieren que el coaching ejecutivo tiene un efecto significativo sobre el nivel de estrés».

Como experta en coaching para directivos, Carmen Sánchez explica que esta herramienta proporciona «mejoras en una gran cantidad de cuestiones. Lo que sucede con esto es que hasta que no se vive, no se experimenta, no se le da importancia a este producto. Una de las cosas que más nos dicen los directivos cuando prueban esta metodología es que sus familiares y amigos son los primeros que lo notan. ¿Por qué? Porque aprenden a desconectar de ese día a día tan frenético y cuando llegan a sus casas son capaces de silenciar el ruido mental».

Salud mental en la empresa

Lamentablemente, señala Barrero, aún hay empresas que caen en el wellbeing washing: «Se trata de la tendencia de tener servicios de salud mental en las compañías, pero sin integrarlo en la cultura empresarial. En este caso, el reto es la psicoeducación», reitera.

«Cuando los directivos tienen en cuenta cómo los cambios y sus decisiones van a afectar a los empleados y cuáles son sus necesidades, estos lo perciben y están más dispuestos a ayudarse entre ellos y dar un trato adecuado a los clientes. En definitiva, tener a las personas en primer plano para que a la larga se creen negocios más felices y con mejores resultados», comenta la profesora del IESE y experta en motivación laboral, Mireia Las Heras.

Finalmente, cuando el reloj marca las horas más tardías de la noche, el alto ejecutivo se permite un breve momento de reflexión. Se pregunta si todo este esfuerzo vale realmente la pena, si alguna vez encontrará un equilibrio entre su carrera y su vida personal. Pero, antes de que pueda responder a esas preguntas, ya está planeando el día siguiente. Porque para un alto ejecutivo, no hay descanso, solo la búsqueda interminable de la excelencia y el éxito. Y, así, se sumerge una vez más en el torbellino de la vida corporativa, listo para enfrentar los desafíos que el mañana pueda traer cuando el despertador suene puntual a las 5:30 a.m.

«Si el líder está en calma, la cuenta de resultados también lo estará», sentencia Sánchez.

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