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El secreto que convirtió a Valencia en Capital Europea se produce en sus azoteas

Quienes asistieron el pasado 22 de diciembre a la gala de apertura oficial de Valencia como Capital Verde Europea 2024, volvieron a sus casas con un pequeño obsequio color ámbar que les quisieron otorgar los habitantes de la ciudad. O más concretamente, sus abejas. Cientos de tarros de miel fueron repartidos entre el público nacional e internacional, los frutos de un proyecto de apicultura urbana que gestionan desde el Observatorio Municipal del Árbol de Valencia (OMAV).

Y es que Valencia cuenta con 24 colmenares urbanos distribuidos a lo largo de la urbe, que han provisto a la ciudad este año de cerca de 700 kilogramos de miel producida en diferentes localizaciones. Desde los Jardines de Viveros a Patraix, la miel que se produce en cada barrio cuenta con las características propias de la composición de sus calles. Un valor diferencial y un orgullo para los vecinos que han recibido con los brazos abiertos esta iniciativa.

El secreto que convirtió a Valencia en Capital Europea se produce en sus azoteas

El proyecto arrancó en 2015, cuando un aviso por enjambre a los bomberos culminó en el inicio de este proyecto de apicultura urbana. Valencia, que cuenta con una una gran tradición apícola, era la localización ideal para ubicar estos proyectos. El trabajo de la OMAV, en colaboración con el Consejo Rector del Organismo Autónomo Municipal de Parques y Jardines (OAM), ha culminado en un proyecto que espera ahora la luz verde de la Administración para poder crecer.

«Contar con el colmenar municipal ha ayudado a Valencia a poder ser escogida como Capital Verde Europea 2024. Es uno de los puntos que más la ha ayudado a diferenciarse de otras ciudades y lo que nos ha permitido dar a conocer otros proyectos como este», afirma Germán de Huertas Villalba, Jefe de la Sección Técnica de Patrimonio Arbóreo.

Una miel internacional

Por el momento, la miel que produce la ciudad de Valencia no está en venta, sino que el carácter experimental y científico de las colmenas las limita a la divulgación. Sin embargo, el proyecto ha despertado mucho interés entre quienes han tenido la oportunidad de conocerlo y existen precedentes de comercialización de miel de producción urbana en países de Europa y Estados Unidos.

La media de producción de miel a nivel nacional, explican los expertos, se sitúa en torno a los 12,5 kilogramos por panal. Las colmenas urbanas de Valencia producen una media de 50 kilogramos. Un producto artesanal y ecológico que, como valor diferencial, presenta en su etiquetado el barrio en el que se ha recolectado junto a un edificio característico del mismo.

De izquierda a derecha: Toni Fernández Modesto, Isabel Aviñó Salvador y Germán de Huertas Villalba.

«Hablamos de una buena producción de cerca de 700 kilogramos anuales que logramos generar con una inversión muy razonable. Podemos crecer tanto como la voluntad política y los recursos lo permitan», explica Germán de Huertas.

Y es que las ciudades son lugares ideales para las abejas, ya que en el entorno pueden encontrar de forma sencilla agua, jardines regados, floración durante todo el año y no tienen pesticidas. Las propiedades de la miel urbana son totalmente distintas, explica Isabel Aviñó Salvador, Técnico del OMAV, cambia su actividad y hasta los ratios de supervivencia de las propias abejas.

«Para determinar el tipo de miel que se va a producir, se analiza el polen. En un entorno urbano, el tipo de polen al que las abejas tienen acceso proviene de plantas de todo el mundo. Lo que producen es una miel internacional, la globalización que ha llegado a la ciudad y sus jardines también se refleja en la miel», explica Toni Fernández Modesto, asesor de la empresa Abella Negra.

¿Tu propia colmena en casa?

Con el proyecto, se creó el Consejo Asesor de Apicultura Urbana, compuesto por un grupo multidisciplinar que integra tanto al Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia, como al Consistorio, sindicatos agrarios y universidades. Todo con el objetivo de crear un plan municipal y una ordenanza llamada a modificar la regulación estatal que en la actualidad impide que haya colmenas en la ciudad.

«Existe una limitación de 400 metros entre un colmenar y las viviendas urbanas, pero la nueva ordenanza que modificará estas normas está ya elaborada, falta que pase por el Pleno Municipal y que exista la voluntad política de aprobarla. Es un momento complicado, porque ha habido un cambio de Consistorio de por medio, pero está preparado ya. Si se aprobase, permitiría a los ciudadanos instalar sus propias colmenas en las azoteas», explica Isabel Aviñó Salvador, Técnico del OMAV.

De aprobarse, la ordenanza regulará la instalación de colmenas privadas y las condiciones que se han de reunir para ello. Por el momento, esta primera regulación limitará las colmenas al autoconsumo, sin perjuicio de que posteriormente se apruebe la instalación para producción.

«Hay colmenas instaladas ya en edificios municipales de la Plaza de la Virgen, Patraix, Malilla, en Las Naves o Nazaret… y no hemos tenido ningún problema en el que hayan interferido con la población. La abeja, si no tocas la colmena o interfieres con ella, no son agresivas, se centran en su labor», asegura Aviñó.

Sobre las posibilidades de un cambio normativo, De Huertas concluye: «Estamos convencidos de que si se aprobase muchos restaurantes u hoteles estarían encantados de producir su propia miel. Más que particulares, cualquier empresa de este nivel podría desarrollar su producto alimentario a la vez que ayudan a polinizar la ciudad». Existen antecedentes, en ciudades como París, en los que bajo la marca «miel parisina» se logra ampliar el margen del producto, aseguran.

La importancia de las abejas

Más allá de un hipotético rendimiento económico, el colmenar municipal ha llevado también a cabo una labor de divulgación y concienciación a través de talleres, eventos y la propia producción de miel. El hecho de que este año Valencia sea Capital Verde Europea 2024, opinan estos profesionales, puede ayudar a poner en el foco la labor que se ha realizado durante todo este tiempo.

«La existencia de estos colmenares está sirviendo también para poder detectar la entrada de especies de insectos foráneas como el avispón asiático. Las abejas nos hacen de centinelas y resulta especialmente importante en zonas de entrada como el puerto, que es por donde llegan la mayoría de estos insectos», asegura Aviñó.

La miel, explican, también se reparte a la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y a la Universidad de Valencia (UV), las cuales se aseguran de que esté en buenas condiciones y las emplean para el estudio. De igual forma, cedemos las colmenas para proyectos experimentales, como el que llevamos a cabo con la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), que nos propuso monitorizar los parámetros de las colmenas y poder mejorar su gestión.

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