Si su origen parece mágico, su desarrollo es sencillamente impresionante y supera con creces la magia de su origen. Se dice que el Arcángel Miguel le pidió al Obispo de Avranches, Saint Aubert, que construyese una iglesia en aquel montículo conocido con anterioridad como ‘Monte Tumba’.
Y así fue, edificó una primera iglesia en el año 709, posteriormente el establecimiento de una comunidad de Benedictinos en el peñón y ocho siglos sin parar de construir y crecer convirtieron al Monte Saint-Michel en lo que es hoy. En el siglo XIII las continuas luchas entre bretones, normandos e ingleses conllevaron a que el lugar fuera fortificado.
Este lugar, realmente único por su ubicación, su construcción y su historia, se transforma en un lugar de visitas de ámbito internacional a partir de la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad, la cifra de turistas supera los 3,2 millones anualmente. Se trata de un pueblo construido sobre una pequeña isla rocosa en el centro de un estuario, rodeado por el Atlántico, donde las subidas y bajadas de las mareas lo convierten en un lugar inexpugnable.
Desde 1979 esta en la lista de patrimonio de la humanidad de la Unesco. Su arquitectura es realmente sorprendente, cada edificio está individualmente clasificado como monumento histórico. Al recorrer su interior no dejo de imaginar lo que supuso cada avance en la construcción.
Qué ver en el Monte Saint-Michel
Realizamos una visita no solo por la parte del pueblo, sino también por lo que es la Abadía, y en ese recorrido vamos viendo cómo se fue ampliando. Recorremos los cimientos, las bases sobre las que se asienta la Abadia, los pilares que la sustentan… Podemos ver y recorrer cada espacio, cada ampliación, cada nueva sala, mientras vamos entendiendo sus usos y porqué fueron construidas. Me parece un lugar ‘sublime’ dentro de las visitas en Francia.
He tenido la suerte de volver ahora en el año 2023 y han mejorado muchísimos aspectos. Se ha creado un enorme parking exterior conectado con unos ‘vehículos lanzadera’ que hacen constantes viajes desde el parking hasta la entrada del recinto (no tienes que esperar más de 5 o 10 minutos), se ha construido una enorme pasarela puente para personas y vehículos, lo que permite poder utilizar la zona de aparcamiento alejada de la belleza y el paisaje del entorno del Monte, protegiendo muchísimo más el lugar.
Realmente tengo que felicitarles por el buen desarrollo que han hecho en los accesos, que creo que datan de 2014.
En el propio interior de la fortificación del Monte Saint-Michel hay hoteles, restaurantes, terrazas para tomar algo, tiendas… Lo que constituía el propio pueblo sufrió una transformación radical adaptándose al turismo.
Toda la Bahía del Monte Saint-Michel está considerada como Grand site de France, un distintivo oficial francés que otorga el Ministerio de Ecología, Desarrollo sostenible y Energía cuyo objetivo es promover la buena conservación y mejora de los espacios protegidos del país de gran notoriedad. Actualmente, son 40 los espacios con esta distinción en Francia.
Pueblos de cuento e intensos paisajes
Cerca, a escasos kilómetros, te recomiendo disfrutar de la gastronomía en el Auberge Sauvage, no sólo por la naturalidad de sus productos, muchos de ellos de su propio huerto, sino por la belleza del lugar, un antiguo presbiterio del siglo XVI, convertido en un agradable restaurante.
Aprovechar un viaje para recorrer las zonas de Normandía y Bretaña, e incluir la visita a este lugar, me parece una idea excepcional. Preciosas construcciones con encanto, pueblecitos de cuento, paisajes intensamente verdes, castillos medievales, la población corsaria de Saint Malo, o visitar el castillo mas grande de toda Bretaña en Fougères (de verdad que es espectacular).
Recorrer la villa medieval de Dinan, con un casco medieval precioso, donde ver alrededor de unas 130 casas de entramado de madera, sobre un puerto fluvial… ¡es como estar en un cuento! O visitar las archiconocidas playas del desembarco de Normandía, donde todavía puedes ver algunos de los muelles artificiales que se prepararon para el desembarco.
Honfleur, un encantador pueblo sobre la parte sur del estuario del río Sena, donde sólo la visita de Le Vieux Bassin ya justifica todo, sus callejuelas llenas de casas muy coloridas…
El Monte Saint-Michel es la escusa perfecta. El entorno nos permite disfrutar de unos días de visitas inolvidables.