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Bodegas Murviedro, noventa años de historia y más joven que nunca

Bodegas Murviedro cumple este verano 90 años en Valencia y tiene el empuje, la fuerza y la creatividad de cualquier bodega joven. Precisamente esa adaptación y reinvención continua es lo que la llevará a entrar pronto en el selecto club de las bodegas centenarias. Y lo hará volviendo a las raíces, al terroir y a la esencia del territorio que escogieron en 1997: Utiel-Requena. Vinos ecológicos y biodinámicos se sumarán al portfolio de una bodega que mueve cada año más de 25 millones de botellas, casi todas en exportación. Nos lo cuenta el capitán de esta poderosísima nave, Marc Grin.

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En agosto de 1927, el grupo bodeguero suizo Schenk decidió dar un paso más en su expansión internacional, instalándose en España en busca de vino de calidad para el mercado del norte de Europa. Antes lo habían hecho en la propia Suiza, pero también en diversas regiones de Francia e Italia. La filoxera y sus estragos tuvieron mucho que ver en este proceso, pero mientras otras grandes firmas echaron a volar cuando la plaga se extinguió, Schenk se quedó para siempre.

Durante un breve espacio de tiempo lo hizo en el Penedés, pero pronto se decantó por el Grao de Valencia, donde estuvo produciendo y embarcando graneles por millones de litros hasta 1997. Ese año Schenk inaugura su nueva bodega en Requena, fruto de una decisión estratégica del grupo de apostar por el territorio en el que se cultivaban las viñas y se elaboraba el vino.

La reforma urbanística de la costa de la capital valenciana les obligó a cambiar de ubicación, y no solo siguieron apostando por España y Valencia, sino que escogieron Requena para esa transformación, con una bodega de última generación y en la que hoy trabajan 85 personas, sin contar con los extras de vendimias ni las bodegas y cooperativas que trabajan en exclusividad para ellos; ponen en el mercado nada menos que 25 millones de botellas, la gran mayoría fuera de nuestras fronteras.

Hoy, a punto de soplar las velas por su 90 cumpleaños, está más joven que nunca y en un momento de especial ebullición, gracias en buena parte a la mente inquieta de su máximo responsable en España, Marc Grin. Sin dar un paso atrás del camino andado, lo que se ha propuesto es seguir creciendo con productos innovadores, entre los que están los vinos de terroir, asentados a la cultura vitícola y enológica del territorio, y a la vez pensando en enológico y biodinámico.

Bodega de cuatro generaciones

2017-julio-bodega-muriedro-GrinEl grupo Schenk está asentado en Rolle, a orillas del lago Leman. En 1893 Arnold Schenk, que se dedicaba a la tonelería, fue el fundador de la firma, que hoy sigue íntegramente en manos de la familia, a caballo entre la tercera y la cuarta generación.

Primero se expandieron por Suiza y más tarde fue Francia e Italia, incluso apostaron por Argelia antes de la Guerra Mundial… Crearon filiales también en los países compradores de vino, como el Reino Unido, Países Bajos, Bélgica o Alemania, donde tienen la mayor parte de la facturación, que hoy pasa de los 400 millones de euros.

La bodega valenciana estaba pensada para la exportación. Grin recuerda que hasta hace dos décadas «apenas el 2 % de nuestros vinos quedaban en España, y más que en España diría que Valencia, porque todo era exportación”.

Sin embargo, el mercado nacional ha estado subiendo en los últimos cinco años, «multiplicando por siete las ventas”, señala Grin y, lo que es más importante, apoyando este crecimiento en la marca. «Nuestro objetivo es que el mercado nacional sea un tercio del negocio y, en este sentido, hemos hecho un gran trabajo en este tiempo, sobre todo en la restauración”, dice.

Otros mercados en los que tienen presencia los vinos de Murviedro son Rusia, donde más está creciendo en la actualidad, o lugares exóticos como el África central y ecuatorial. Estados Unidos es otro cliente en expansión, especialmente de los cavas. «Están despegando muy bien en Estados Unidos, aunque allí posicionarse es complicado; hay que ir Estado a Estado, la legislación cambia… Este año esperamos vender el doble que el año pasado y los cavas de Requena gustan porque son muy frescos y comerciales y es una alternativa económica al champán francés y con menos variaciones de precios”.

Grin afirma: «se está haciendo bien en Valencia”; los cavas «darán muchas alegrías a las bodegas de Requena en el futuro”.

Murviedro está potenciando esta gama con cavas convencionales de macabeo, pero también con la apuesta por los Luna de Murviedro, blancos de chardonnay más afrancesados y rosados de garnacha, que los hace singulares; siembre en brut nature, enfocados a clientes más exigentes y que buscan una buena relación calidad-precio.

El terroir y Cepas Viejas

Entre el gran plantel de marcas que mueve Murviedro con los 25 millones de botellas producidas al año (DNA Murviedro, Los Monteros, Murviedro Colección, Estrella,2017-julio-bodega-muriedro-2 Luna, Travitana…), hay una de esas marcas que está llamada a convertirse en el buque insignia de la bodega. Se trata de Murviedro Cepas Viejas que, de momento, cuanta con dos vinos monovarietales, bobal y merseguera, un tinto y un blanco, y ambos de variedades autóctonas.

“Estos vinos entran de lleno en nuestra filosofía de conectar con el ‘terroir’, una apuesta que nos hemos planteado a unos años, pero que en los últimos meses se ha precipitado por la compra de la finca Casa Lo Alto”, señala Grin. Esta enorme parcela, datada de 1796, aportará historia y tradición a la bodega.

Murviedro se había hecho anteriormente con diez hectáreas de viñedo viejo, con el fin de mantener esas cepas casi centenarias e ir transformándolas en viñedo ecológico y con posibilidad de biodinámico. Sumadas a la nueva finca, con 60 hectáreas de viñedo de las 150 que hay en total, dispone de un total de 70 hectáreas de alta calidad y bajo control absoluto de la bodega, que será de donde surjan estos nuevos vinos.

“Creemos en la preservación del medioambiente -forma parte de nuestras señas de identidad-, y en esta zona, además, es más fácil llevar a cabo técnicas biodinámicas, porque la climatología es más favorable”, señala Grin. En unos tres años -lo que obliga el consejo regulador de los vinos ecológicos para adaptación del terreno-, se podrán etiquetar ya todos como vinos ecológicos.

La Cueva de la Villa

Aunque el proyecto de la finca Casa Lo Alto incluye el enoturismo en la propia parcela, lo más inmediato es la bodega subterránea (de ahí el nombre de La Cueva de la Villa), que se abrirá este mismo año en el casco antiguo medieval de Requena y donde se elaborarán vinos en roble, en hormigón, cerámica, ánforas y hasta cristal, con el fin de que tenga un toque experimental y sirva también de espacio de divulgación de la cultura del vino en el centro del casco urbano. “Valoramos el terroir, las variedades autóctonas y ahora que ya somos productores (entre siete y diez millones de kilos de uva elaboramos) y no solo compradores de vino como antes, queremos centrarnos en lo que es mejor en la zona, haciendo vinos de cada vez más valor y más personalidad”, explica Marc respecto al Cepas Viejas Bobal y al Cepas Viejas Merseguera.

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