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Superette trajo un nuevo concepto al comercio: “Sírvase usted mismo”

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Si para las novedades de la economía hubiera la misma sensibilidad que para algunos hechos históricos o culturales, en los bajos comerciales del número 10 de la calle Reina Doña Germana de Valencia habría una placa conmemorativa que más o menos podría decir: “En este lugar abrió sus puertas al público, el 1 de agosto de 1959, el primer autoservicio de alimentación de Valencia, inicio de la cadena Superette. Lo promovió el empresario valenciano Abelardo Cervera Martínez (1925-2007)”.

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Entre esas dos fechas, 1925 y 2007, se movió la actividad comercial y sindical de un empresario valenciano, activo en el ramo de la alimentación, que fue pionero en la aplicación en Valencia de las nuevas tendencias comerciales que se impusieron en España en los últimos años cincuenta. Tendencias que implantaron un nuevo concepto de relación entre vendedor y cliente, nacido muchos años antes en Estados Unidos.

El comprador se movía por la tienda con entera libertad, tenía una extensa gama de productos al alcance de la mano y seleccionaba lo que necesitaba o le atraía más. Los empleados, desaparecido el mostrador, eran pocos y se limitaban a ayudar, aconsejar o responder preguntas cuando el cliente lo requería. El resto de la relación comercial era sencillo: se paga en caja antes de salir a la calle.

El modelo era inusual, revolucionario incluso para las costumbres de la gente. La reseña del acto inaugural que publicó Las Provincias explicaba al detalle el nuevo formato: “La decoración, de un estilo moderno y vistoso, ha sido realizada por la firma valencianísima Hernández Mompó. Todo está al alcance de la mano y de la vista, con sus precios marcados, empaquetados y distribuidos por secciones. A través de la ordenada circulación, el público puede elegir lo que más le guste, y cuando se ha completado la compra, se pasa a la salida por la sección de cajas, para efectuar el pago”.

El autoservicio nació en 1916 en EE. UU. 

El primer autoservicio de alimentación que hubo en el mundo se inauguró en el año 1916 en la ciudad de Memphis, en el estado de Tennessee (EE. UU.). Clarence Saunders, el creador de la marca Piggly Wiggly, fue el introductor de un modelo donde desaparecieron los mostradores y los productos estaban a la altura de la mano, ya empaquetados. Este año se cumplen 100 de la creación del modelo.

La cadena Walmart, líder mundial en el sector del retail, de la que se dice que Mercadona tomó alguna de sus estrategias, nació en el año 1962, en Roger (Arkansas. EE. UU.), siendo su creador Sam Walton.

Esa revolución comercial llegó a España a partir de 1958, cuando la Comisaría General de Abastecimientos promovió el nacimiento del primer autoservicio de alimentación, en la calle Embajadores de Madrid. El año 1957 –para los valencianos el año de la riada– y el siguiente fueron, para la economía española, de una incipiente liberalización.

Fueron años de cambio que dieron paso al Plan de Estabilización Económica, diseñado por Enrique Fuentes Quintana y Juan Sardá, y aprobado por las Cortes Españolas en julio de 1959. El equilibro de la balanza de pagos, la estabilidad económica y la recuperación de la peseta fueron los objetivos perseguidos mediante un ajuste profundo, de dura austeridad, con el que España empezó a dejar atrás la fase de autarquía, para empezar a liberalizar estructuras y abrirse al exterior.

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Agosto de 1959

El autoservicio Superette de Valencia llegó después de la implantación de seis u ocho en España: el de Alicante, promovido por Gaspar Peral e inaugurado en marzo de 1959, fue el quinto de España. En la tarde del sábado 1 de agosto de 1959, autoridades, periodistas y curiosos se dieron cita en los locales comerciales de Superette S.A., la nueva experiencia nacida en el número 10 de la calle Reina Doña Germana.

Abelardo Cervera, que por entonces era jefe del Sindicato Provincial de Alimentación y maestro mayor del Gremio de Ultramarinos, promovió el primer Superette valenciano y contó en la inauguración con la presencia del alcalde de la ciudad, Adolfo Rincón de Arellano. En el discurso inaugural, el promotor “expuso los fines sociales del supermercado en forma de autoservicio”.

El primer establecimiento de Superette de Valencia tuvo 330 metros cuadrados de superficie comercial abierta al público y otros 300 dedicados a cámaras y almacenes. Había en el local seis pasillos de exposición y revisión de productos, más secciones de carnes frescas y congeladas, de fiambres, frutas y verduras, ultramarinos y droguería.

Los establecimientos de Superette, y los de los primeros años sesenta, se hacían llamar autoservicios. Luego se pondría en uso el término supermercado, que responde a superficies de venta mayores, y el concepto de hipermercado, que se utilizó para superficies de venta aún mayores, situadas en las afueras de las grandes ciudades, al borde de autovías o accesos.

En Valencia, el primer gran hipermercado, Continente, se inauguró en 1976 en Alfafar, y el primer centro comercial de El Corte Inglés, el de la calle Pintor Sorolla, es del año 1971.

Cambio drástico

Desde luego, el cambio de concepto operado en la relación comercial fue mucho más profundo de lo que podemos imaginar tantos años después.

La desaparición del mostrador cambiaba rutinas y estilos comerciales; incluso mataba el ambiente y el estilo del viejo colmado, de la botigueta a la valenciana, del ultramarinos de toda la vida, donde los clientes, sobre todo mujeres, charlaban sin prisa, aguardaban lo que hiciera falta, y se intercambiaban noticias domésticas de todo el barrio o del pueblo entero.

Ese tipo ancestral de comercio, que muchas veces se basaba también en el “apúntamelo” –anotación de la deuda en cuenta personal y pago aplazado–, encontró en el autoservicio una alternativa moderna, en principio urbana, especialmente diseñada para mujeres que tenían más prisa, que no necesitaban comprar al fiote, pero que observaron enseguida que podía haber ventaja en los precios de un negocio que tenía menos gastos y empleados que el colmado tradicional.

Las Provincias lo anotó en la reseña i-naugural: “En los artículos comprobamos sin duda que existe una ventaja de precios. Lo hemos observado personalmente. Pero hay otros aspectos tanto o más importantes: la independencia con que se mueve el público, la comodidad, la certeza de que se adquiere lo que realmente se quiere, las condiciones higiénicas con que están presentados los artículos, la rapidez de la compra o la variedad de productos en un mismo establecimiento”, decía el periódico.

Crecimiento continuado

Sobre esa base, Superette trabajó un año tras otro y creó en la prensa local páginas publicitarias semanales, que anunciaban los productos-gancho rebajados de precio u otras oportunidades. Todas las grandes firmas del sector de la distribución, andando el tiempo, hicieron lo mismo.

El negocio de Abelardo Cervera progresó con éxito. Cada año nació una sucursal nueva de la cadena que, en 1961 contaba con tres establecimientos y en 1970 sumaba diez en total. No mucho después, la familia Cervera había unido otros doce establecimientos de la marca Gran Unión.

Ese es el bloque de establecimientos que en el año 1988 adquirió Juan Roig para configurar la base de expansión de su empresa, Mercadona, nacida en 1981 en Tavernes Blanques, sobre la base de una carnicería familiar.

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