Domingo, 28 de Abril de 2024
Pulsa ENTER para buscar

Bodega Las Virtudes, el Monastrell de paso largo

2015-marzo-Bodegas-Las-Virtudes-Juan-Huerta

Juan Huerta, enólogo de la bodega

En Villena, la bodega Las Virtudes ha sabido conjugar el buen hacer del Monastrell de secano, cepa vieja y poda antigua, con la introducción de variedades foráneas. El resultado son los vinos Vinalopó, populares por su gran presencia en el mercado alicantino, y auténticos por esa mezcla entre tradición y singularidad.

[masinformacion post_ids=»44699,44704,44709,44715″]

La bodega Las Virtudes, de Villena, es una referencia en Alicante gracias a sus vinos comercializados bajo la marca Vinalopó. Son algo más de un millón de botellas que llegan a todas partes con una relación calidad precio sensacional. El secreto del éxito está en la selección que la bodega realiza de sus viñedos y producciones. Ha sabido sacar lo mejor de ser una cooperativa de larga tradición (fundada en 1961) y capacidad (6 millones de kilos anualmente).

Lo que para otros es un problema, en Las Virtudes es precisamente una ventaja, ya que esa producción les permite seleccionar la flor para los vinos embotellados, un 25% del total, y resolver el resto con excelentes graneles para otros distribuidores. Si además tenemos viñedos viejos, casi siempre Monastrell de más de medio siglo de vida y plantado en vaso, el éxito está asegurado cuando las uvas caen en las manos de Juan Huerta, un enólogo de amplia experiencia, que ha vivido la variedad desde niño.

Pasión por el vino

Huerta es hijo de enólogo y la pasión por el vino la mamó desde pequeño. Con bigote tuneado y gafas mínimas de pasta, tiene el aspecto y la seriedad de un filósofo alemán del XIX. En realidad, es mitad artesano y mitad filósofo, pero del vino, del que dice “nunca lo has aprendido todo, nunca haces el vino que quieres, siempre quieres más”, lo que le empuja a viajar para seguir reciclándose. Lo último fue elaborar en Nueva Zelanda, viajando tras los Sauvigon Blanc de las antípodas.

Tras licenciarse en Químicas en Valencia, tenía claro que Francia era el lugar en el que especializarse en enología. Era 1978 y un español en la Escuela de Montpellier era un ser extraño. “Hoy el mundo se ha hecho pequeño, los adelantos llegan a todas partes, pero en aquel momento Francia nos sacaba mucha ventaja”, recuerda Huerta, que unió desde el principio su trayectoria profesional a las tierras de la Monastrell: Almansa, Villena, Jumilla, etc.

El frío, el acero inoxidable, las levaduras seleccionadas, la clarificación, el marketing, etc., fueron llegando al país de la Monastrell y se empezó a ver que era una variedad noble y capaz de grandes cosas, si se la trataba con el cariño que merecía: selección de viñedos viejos, producciones más limitadas, en secano preferiblemente, maduraciones sin las prisas del viticultor temeroso del cielo y, si acaso, alguna variedad acompañante para envejecer, como el Syrah o el Cabernet.

Lugar privilegiado

Las Virtudes hace tintos jóvenes de Monastrell, pero también envejece el Vinalopó Selección cuatro meses en roble junto con una parte de Syrah, que le da color y cuerpo. Para crianzas y reservas, viaja con el Cabernet.

El 70% de las 1.500 hectáreas de la bodega son Monastrell viejo. Además, una parte del viñedo se asienta en la Sierra de las Salinas que, alta y seca, produce los mejores de la zona, con rendimientos de unos dos mil kilos por hectárea.

“Hemos ido incentivando a los socios para que apostaran por producciones bajas y de alta calidad, y eso se ha notado en las elaboraciones de los últimos años. Detrás ha habido un trabajo de parcelación, de control del viñedo, que algunos al principio no veían, pero que ha dado resultado”, dice el enólogo.

El problema es de futuro, que no se renuevan los viticultores y tendrán que plantearse que sea la propia bodega la que arriende determinados viñedos, para mantener esas cepas viejas en producción si no hay recambio generacional.

Diferentes variedades

Esa apuesta por la autóctona Monastrell no le ha hecho perder de vista el gusto por el mercado, apostando con éxito por variedades como el Sauvignon Blanc. “Siempre nos quedamos sin blancos, necesitamos más, y tanto el Sauvignon como el Moscatel están dando gran resultado aquí”, señala el enólogo.

Syrah, Cabernet y Petit Verdot son las otras apuestas internacionales, esta última muy controvertida, porque es difícil cultivarla y en Villena se ha adaptado muy bien a los suelos de la zona. Fruto de ello es el Vinalopó Petit Verdot, una rareza en el territorio y una delicia para los que quieran experimentar sin miedo.  

JSV Turkia
ESAT-ranking1-300
Turismo-sostenible
Esat primero ranking

Dejar una respuesta