Viernes, 19 de Abril de 2024
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La fiebre del oro

Carlos Ochoa, Socio Broseta | Protector del Inversor en Bolsa de Valencia

Si sumamos las toneladas de oro extraídas y el stock de reservas pendientes de extracción, a pesar de que existen multitud de opiniones, los expertos calculan que existe en el mundo algo más de 200.000 toneladas de oro. Para hacernos una representación gráfica, se estima que en estado líquido todo el oro del planeta llenaría un cubo de unos 20 metros de lado (esto es, poco más de dos piscinas olímpicas), un volumen inferior del que probablemente cualquiera podríamos haber imaginado. Su escasez es precisamente una de las características que han llevado a considerar durante mucho tiempo el oro como una reserva de valor o, dicho de otra forma, como dinero.

En los últimos meses el precio del oro ha escalado hasta superar los 1.900 dólares la onza desde los 1.500 dólares de los que partió a principios de 2020. Se trata del precio más alto de la historia, impulsado por una demanda también sin precedentes.

El rally del precio del oro ha incrementado el interés de muchos inversores por el metal (bien mediante su compra física, bien mediante instrumentos derivados referenciados al oro), pero como ocurre con casi todos los activos, la inversión en oro no está exenta de riesgos y el comprador debe comprender su funcionamiento antes de tomar la decisión de inversión.


La inversión en oro no está exenta de riesgos y el comprador debe saber cómo funciona antes de invertir

¿Por qué está subiendo el precio del oro?

Como ocurrió en la crisis financiera iniciada en 2008, cuando la onza llegó a escalar hasta superar los 1.800 dólares, la incertidumbre que atravesamos ha provocado que los inversores se decanten por acumular posiciones de dinero en espera de oportunidades. En momentos muy tempranos de la pandemia, grandes gestoras de fondos anunciaron su intención de incrementar sus posiciones de caja.

Las políticas de los bancos centrales han generado una enorme oferta de dinero que ha sido capaz de absorber con creces la demanda. Esta circunstancia ha provocado que, a pesar de esa gran demanda, los tipos de interés se hayan mantenido en niveles negativos y, en consecuencia, que los inversores se estén decantando por el oro como activo defensivo en sus carteras.

¿Es segura la inversión en oro?

El oro no es el pasivo de ningún estado ni de ningún agente y su oferta está limitada por su propia escasez (características por cierto compartidas con las criptomonedas, de las que hablaremos en otro momento). Esos dos atributos diferencian al oro de las divisas emitidas por los estados, en los que el valor sí tiene relación con la capacidad del emisor, del estado, de cumplir sus obligaciones.
Es frecuente considerar el oro como un “valor refugio”, como un instrumento para cubrir de alguna manera las oscilaciones de la renta variable o, en fin, como un activo exento de riesgo. Sin embargo, la serie histórica de los últimos cincuenta años muestra que ni el oro está exento de volatilidad ni a largo plazo ha arrojado rentabilidades superiores a las de otros activos como la renta variable o incluso la deuda pública.

¿Va a seguir subiendo el precio del oro?

Numerosos analistas apuestan por la continuidad de las subidas del precio del oro. Sin embargo, aunque no necesariamente está correlacionado, es de esperar que si la crisis sanitaria evoluciona de forma favorable y los inversores recuperan la confianza en activos reales o en los mercados de valores el rally del oro se modere o, incluso, sufra correcciones. Recordemos que tras superar los 1.800 dólares en 2011, el precio de la onza retrocedió hasta situarse por debajo de los 1.200 dólares en 2015. La inversión en oro, como decíamos, no está exenta de riesgos y a lo largo de la historia de su cotización ha presentado momentos de volatilidad.


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