El misterio de los dibujos de Francis Bacon en la Fundación Bancaja
«El proceso de creación de mis cuadros es totalmente accidental. A veces pienso que debería hacer bocetos previos, pero nunca los hago». Esta frase pronunciada por Francis Bacon durante una de sus muchas conversaciones con el crítico de arte David Sylvester, publicada en el libro La brutalidad de los hechos, hizo creer a los estudiosos del arte en general, y a los especialistas en la obra del genio irlandés en particular, que Bacon nunca había estado interesado en el dibujo, e incluso que ni siquiera sabía dibujar. Pero, ¿esa era la interpretación correcta de sus palabras? ¿Un boceto y un dibujo son lo mismo?
En años inmediatamente posteriores a la muerte del artista (Madrid, 1992), comenzaron a surgir cientos de obras desconocidas atribuidas a él. Entre ellas se encontraba la colección de dibujos que regaló a su amigo italiano Cristiano Lovatelli Ravarino, un total de 730 piezas realizadas entre 1977 y 1992. Y no eran bocetos, ni formaban parte del proceso de creación de ninguno de sus lienzos: eran obras sobre papel, completamente acabadas, muchas de gran tamaño y con fondos de colores fuertes tan característicos del autor.
La conmoción en el mundo del arte fue tal que se acusó a Lovatelli de haberlos falsificado. En 1997 se inició un largo litigio que no concluyó hasta 2004, cuando las obras se autentificaron a través de la firma; aún hubo quien se aferraba al asentado dogma de que Bacon no sabía, ni podía, ni quería dibujar -presumía de no haber estudiado nunca Bellas Artes- y se realizaron nuevas pruebas científicas para corroborar la sentencia. Finalmente, las obras fueron expuestas al público por primera vez en 2009, en el marco de la Bienal de Venecia.
La Fundación Bancaja inaugura esta tarde una cuidada selección de 58 dibujos autentificados y pertenecientes a la colección Lovatelli bajo el título Francis Bacon. La cuestión del dibujo. La exposición ha tenido un gran éxito en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y tanto el presidente de la Fundación, Rafael Alcón, como el del Círculo, Juan Miguel Hernández León, han expresado su mutua satisfacción por la fructífera colaboración entre ambos centros, que han calificado como «estable y duradera».
Los dibujos a lápiz, cera y collage giran en torno a los temas que obsesionaron a Bacon durante toda su carrera: las crucifixiones, «ateas, de hombres que son casi insectos de vientres transparentes» -en palabras del comisario de la exposición, Fernando Castro– las figuras sentadas, retratos de amigos y autorretratos, donde no abandona su gusto por la crueldad y, cómo no, su perpetua obsesión por el papa Inocencio X de Velázquez, un tema que se creyó que había abandonado tras su famosa serie de lienzos con variaciones sobre el original pero que le acompañó durante toda su vida, como demuestran estos dibujos.
La exposición contiene las mismas obras que se mostraron en Madrid, con dos diferencias: el montaje y el color negro de las paredes, que potencian su «gran presencia visual», indica Castro, y que ayuda al espectador a acercarse a aquella sensación que describió Bacon como «el olor a sangre humana que no se me quita de los ojos».
Castro ha resaltado la «importancia historiográfica» de la faceta de dibujante de uno de los pintores más importantes del Siglo XX en el año en que se conmemora el 25 aniversario de su muerte. «Tal vez Bacon despreció sus dibujos porque los galeristas sólo le pedían lienzos, pero el tamaño de las piezas y la calidad de sus acabados demuestran su interés personal».
El público podrá visitar la exposición hasta el 15 de octubre.
Artículos relacionados
Cómo las cuentas de ahorro online están transformando la banca personal