¿El momento político europeo hace viable el informe Draghi?
El año 2025 comienza con una nueva Comisión Europea presidida por Ursula Von der Leyen. Uno de los principales desafíos para el nuevo Ejecutivo comunitario es hacer frente al retroceso económico de la Unión Europea respecto a sus principales rivales, China y Estados Unidos. En este contexto, el informe ‘El futuro de la competitividad de Europa’, conocido como informe Draghi, se perfila como una guía estratégica para orientar las acciones de la nueva Comisión.
Presentado el pasado septiembre por el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, este documento plantea las grandes transformaciones que el Viejo Continente debe acometer para recuperar la competitividad: acelerar la innovación, abaratar la energía sin renunciar a la descarbonización y reducir dependencias estratégicas. Se trata de tres ideas muy concretas para las cuales sería necesario un esfuerzo inversor de entre 750.000 y 800.000 millones de euros cada año, según el informe.
El documento ha sido aplaudido en el seno de la Unión Europea y por expertos en economía y política, al considerar que Draghi hace un diagnóstico excepcional sobre el momento que vive Europa. La gran pregunta ahora está en si estas medidas son viables y cómo evitar que este informe quede en un cajón.
Un diagnóstico y un tratamiento acertados
El crecimiento económico de Europa sigue ralentizándose, la brecha con Estados Unidos es cada vez mayor y China sigue ganando terreno. Por ello, la pieza de Mario Draghi para recuperar la competitividad ha sido vista con buenos ojos por muchos.
«Contiene un diagnóstico muy acertado de los principales retos económicos de la UE, no sólo pensando en el presente sino, sobre todo, en las tendencias globales que se apuntan para el futuro cercano y más a largo plazo. Identifica muy bien las razones por las que Europa, a pesar de su potencial económico actual, no está bien preparada para afrontar los retos climáticos, pero sobre todo los tecnológicos y geopolíticos que se avecinan», explica Javier Andrés, catedrático de Análisis Económico de la Universitat de València (UV).
El análisis de Draghi parece adecuado para muchos expertos, pero la clave está en que este no caiga en el olvido y que las medidas se lleven a cabo. Cabe recordar que estas reformas planteadas por el ex primer ministro italiano no son las primeras que se han presentado para transformar el proyecto europeo. Ya lo hizo en 2010 el conocido como ‘grupo de sabios’ liderado por Felipe González, que también redactó un informe con unas líneas maestras para garantizar el futuro de la UE.
Para Julio Guinea, profesor de Derecho de la UE en la Universidad Europea, el informe «es una pieza excepcional y dará mucho que hablar». No obstante, considera que su puesta en marcha «ya es otra cosa». «El problema está en que, como muchas veces, nos dicen qué es lo que hay que hacer, pero no se lleva a cabo», agrega Guinea.
La falta de consenso político, el gran escollo
Además de la necesaria financiación, una de las principales dudas que surgen es si este plan es factible por el momento político que vive la Unión Europea con 27 voces distintas y muy descohesionadas. Alemania vive un momento económico delicado con una extrema derecha en ascenso y Francia se encuentra con una importante inestabilidad política tras las últimas elecciones. A esto se debe añadir las posiciones que otros Estados miembros, como Hungría y Polonia, suelen tener en el Consejo Europeo y que dificultan la consecución de grandes acuerdos.
Julio Guinea remarca que, precisamente, «la falta de liderazgo político en la UE» será el principal desafío para poner en marcha las reformas que el ex primer ministro italiano propone. «Draghi dice cosas muy relevantes, con unas informaciones cuantitativas y cualitativas excepcionales, pero para implementarlo hace falta consenso político», añade.
Si estas reformas quieren llevarse a cabo, el profesor de la Universidad Europea ve necesario apostar por una UE «de mayor solidez» . «Si no conformamos un buen bloque sólido, no seremos capaces de hacer frente a esas tensiones inherentes al propio funcionamiento de la globalización», apunta.
Por su parte, el catedrático Javier Andrés también coincide en que «el momento político puede hacer fracasar un proyecto de reformas tan ambicioso y de un alcance tan general». «Las reformas de calado precisan siempre de amplios consensos que no es fácil encontrar en un mundo de multiplicación de partidos, coaliciones inestables, parlamentos con mayorías ajustadas o populismo», destaca.
Una mayor cohesión para una mejor economía
Entre las medidas del informe que suscitarían más reticencias entre los Estados miembros, los expertos coinciden en que son aquellas que llevan más tiempo planteándose sin éxito, como los eurobonos o la completitud de la unión bancaria.
El catedrático de la Universitat de València ve «previsible» que haya «serias reticencias a la financiación pública europea del 20% de los más de 700.000 millones anuales que el informe estima como necesarios». Según Andrés, esta financiación «deberá basarse en bonos europeos que algunos países pueden considerar como una incipiente mutualización de la deuda».
«Es previsible que muchas de las medidas enunciadas choquen con la oposición de uno o varios países por las circunstancias específicas de su economía, por la orientación ideológica de sus gobiernos o por diferencias en su clima y su geografía», añade.
Julio Guinea opina que la falta de cohesión política en la UE está acabando por afectar a la parte económica, con consecuencias para las empresas, el mercado y, por extensión, los ciudadanos. «Si queremos cambiar eso, Draghi lo tiene muy claro: hay que reformar la UE con un mayor compromiso que va a conllevar más riesgos y más cargas a asumir entre los Estados. Europa no puede seguir siendo una máquina a la que los jugadores acuden porque necesitan dinero», concluye.
El informe Draghi, en datos
Las transformaciones que Draghi plantea en su informe requieren inversiones de entre 750.000 y 800.000 millones de euros. Esta cantidad, que representa un 4,7% del PIB de la UE, es más del doble de lo que se invirtió con el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial, cuya contribución económica osciló entre el 1 y el 2% del PIB.
Según el informe Draghi, si se ejecutaran estas inversiones tal como se propone, el PIB europeo podría experimentar un crecimiento de en torno a un 15% en los próximos 15 años y recuperar parte del terreno perdido en las últimas décadas.
El crecimiento europeo se ha visto fuertemente ralentizado en los últimos años. Uno de los datos que más preocupan es la creciente brecha entre Europa y Estados Unidos. Mientras que hace dos décadas la diferencia en el PIB entre ambos era de aproximadamente un 15%, esta cifra ha aumentado hasta alcanzar un 30%. China también ha avanzado a una velocidad superior y continúa consolidando su posición como potencia económica.