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A. Sánchez, Universidad de Valencia: «La academia se ha aislado de la sociedad»

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Este lunes se presenta en la Universidad de Valencia (UV) la Cátedra de Política Económica y Social de la Comunidad Valenciana, que nace como resultado de una iniciativa de la Presidencia de la Generalitat Valenciana. Entrevistamos a su director, Antonio Sánchez Andrés, profesor del Departamento de Economía Aplicada y Política Económica de la universidad.

Un conocimiento aplicado

-Háblame un poco de la cátedra, de cuáles son sus objetivos y por qué es necesaria en un contexto como el actual.

A. Sánchez, Universidad de Valencia: «La academia se ha aislado de la sociedad»

Su objetivo es difundir y profundizar, en términos de investigación, en aspectos de cuestiones relacionadas con política económica. Este es un tipo de trabajo que históricamente veíamos en las universidades, pero que hemos visto desaparecer durante los últimos años. La cátedra pretende salvar esa brecha entre ambos mundos, en este caso vinculado a cuestiones de intervención del sector público.

En este sentido, la cátedra pretende hacer colaborar el mundo académico con el social y el político, transformándose en un foco de transferencia y movilización social de conocimientos. En definitiva, estas actividades pretenden contribuir en la mejora de la acción de Gobierno mediante un perfeccionamiento en la toma de decisiones por parte de las instituciones de la Generalitat.

-Atravesamos un momento en que son más necesarios que nunca esos vasos comunicantes que han existido históricamente entre las universidades, como centros de generación de conocimiento, y la sociedad. ¿Crees que ha dejado de permear ese conocimiento?

Así es, es algo que ha ocurrido progresivamente, con un mundo político que va a su aire, conectando solo en momentos puntuales con la sociedad, pero funcionando de manera autónoma. Lo más llamativo es la tendencia que hemos visto en el mundo universitario, con una academia que debería estar apoyando e integrándose en el ámbito social y político, pero que en lugar de eso ha seguido una tendencia a aislarse del contexto. 

Para salvar este tipo de tendencia, que creo que se ha agravado durante las últimas dos décadas, se ha creado la cátedra. Un aspecto importante es que es un propósito compartido y promovido también por la Generalitat Valenciana, en concreto por la Presidencia.

Un sistema de incentivos erróneo

¿Cómo llega a ocurrir esa desconexión?

Porque el sistema de incentivos que se ha creado dentro de la universidad dista mucho de favorecer una interacción con la sociedad, sino que tienen un carácter absolutamente interno. Estos incentivos se cumplen, pero premian de manera muy residual cualquier contacto con el entorno, lo cual se traduce en que los valiosos activos intelectuales que se generan en la universidad no se terminan por aplicar en la sociedad. Estamos hablando de una pérdida de recursos materiales y humanos que dependen, en definitiva, de la sociedad.

-En conversaciones con distintos agentes y expertos económicos, la palabra más recurrente en la actualidad es la de “incertidumbre”. Pese a los datos económicos positivos, existen ciertas reservas. Con qué palabra describiría el actual momento económico. 

Definitivamente la palabra incertidumbre puede caracterizar perfectamente el momento. Se están abriendo cierto tipo de problemas que a menudo se niegan, pero que se detectan fácilmente al entrar en contacto con la realidad.

A menudo se habla de que la economía española está en un muy buen momento, con un nivel de inflación por debajo del 2 %. Pero no podemos descartar, sin embargo, que durante los últimos tres años la inflación acumulada se acerca a un 30 %. Aquí es donde aparece esa sensación de incertidumbre, por un lado se dice que las cosas van bien, pero la gente a perdido entre un 20 % y un 30 % de poder adquisitivo, por lo que la situación no parece positiva.

¿Somos más pobres hoy en día que hace 5 años?

Indiscutiblemente, para darnos cuenta solo tenemos que fijarnos cuando vamos a comprar. Los precios de la cesta básica ha crecido mucho, lo cual afecta a toda la población y especialmente a aquellos que tienen menor nivel de renta. En este sentido, otro de los ámbitos que están dejando paralizada a la población es la subida de los precios de la vivienda.

Captar el talento

En el sector privado cobra mucha importancia el contacto con las universidades a la hora de captar talento. ¿Es necesario también ese contacto con el sector público para captar talento?

Efectivamente, el problema viene cuando entran a competir por ese talento los distintos sectores de la sociedad. El sector privado, por ejemplo, trata de captar talento en los mismos sitios que la universidad, pero esta última tiene mucha más dificultad.

Además, no es solo cantar el talento, sino ver cómo se puede trasladar al exterior el trabajo que se hace en la universidad. Hay muchas investigaciones que sirven para promocionar al personal, pero que no sirven para nada a la sociedad, de forma que esta está tirando el dinero.

No es solo captar talento, sino ver qué haces con ello para que no sea un brindis al sol. El dinero, al fin y al cabo, procede de la sociedad. Por ello deberíamos establecer los mecanismos necesarios para conseguir que esta inversión recaiga en la propia sociedad, más aún cuando tiene problemas. 

La vivienda, un problema creciente

Mencionabas antes el tema de la vivienda, que está de especial actualidad, con un mercado profundamente tensionado y los precios alcanzando niveles que no se veían desde los años previos al estallido de la burbuja. ¿Es esta una situación que ha venido para quedarse?

Los problemas vienen a quedarse si no se hace nada sobre ellos y se vuelven una constante en el paisaje. Esto es lo que hay que evitar y para ello se ha de intervenir y se han de mejorar los mecanismos para ello. Otra cosa es que haya grupos de presión que tengan interés en mantener esta situación en el mercado.

¿Cómo atajamos esta situación?

Esta es una situación compleja y, por tanto, cualquier respuesta requeriría un enfoque dual. Ha de ser una solución multidimensional por parte de la oferta y la demanda. Desde el punto de vista de la oferta, se habla de la necesidad de construir. El problema es que las nuevas obras aparecerán en cinco años, por lo que se han de compatibilizar por acciones para las que no se requiera construcción, como establecer políticas para movilizar espacios construidos que puedan servir para alojar a la población. 

En este sentido, requeriríamos movilizar locales de carácter comercial que no se están utilizando, o dar más seguridad a aquellos que tienen pisos para poner en alquiler. Esta amenaza muchas veces no se materializa, pero limita la capacidad de oferta en el corto plazo.

Además, también debemos pensar cómo vamos a construir, teniendo en cuenta la proporción entre vivienda pública y vivienda privada. También el tamaño de las viviendas, teniendo en cuenta que las familias hoy en día precisan de menos espacio. 

En momentos como el actual, a menudo se hacen trampas para saltarse la regulación. ¿Cómo se soluciona eso para evitar un mercado todavía más distorsionado?

A menudo se requiere un mayor control de la regulación. El problema es que el stock de vivienda social es pequeñísimo y la cuestión de que, si se construye más vivienda social, deberíamos establecer controles para que no se desvíen del destino para el que han sido construidas. 

Crecer sin tensionar

El Turismo es otro de los grandes temas que dividen a la sociedad valenciana, y suele ir ligado a la problemática de la vivienda. Debates como el establecimiento de una tasa turística o la turistificación de los barrios indican una falta de consenso en la senda que hemos de transcurrir económicamente. ¿En qué punto nos encontramos? ¿Qué beneficios y riesgos conlleva ser tan dependientes del sector servicios?

El problema del turismo es que debemos tener una visión muy amplia del mismo. En lugar de entrar a debatir detalles puntuales como si se establece o no una tasa turística, hemos de crear una estrategia de más amplio alcance en la que nos planteemos qué tipo de turismo queremos.

Si queremos un tipo de turismo masivo, muy estacional y que, en definitiva, tiene un nivel de gasto bajísimo, es un desastre de turismo. Debemos plantearnos qué hacer con él y, en ese sentido, sí que se puede plantear la idea de establecer algún tipo de gravamen, pero ubicándolo dentro de un debate para atraer otro tipo de turismos de mayor calidad.

La cuestión es desarrollar una estrategia amplia con otros tipos de turismos, pero mientras tanto, no tienen sentido este tipo de medidas como la tasa turística.

Visión de futuro

¿Podemos llegar a convertirnos en un hub eléctrico, como se pretende con proyectos como la gigafactoría de baterías en Sagunto?

La respuesta a esta cuestión va en línea con la anterior: necesitamos un programa estratégico a 10, 12 o incluso 15 años. Este tipo de planes deberían partir de un acuerdo entre las fuerzas sociales y políticas. Hemos de decidir qué queremos ser los valencianos las próximas décadas. ¿Queremos un turismo de baja calidad y gasto, o queremos un turismo diversificado y de calidad? ¿Queremos ser una potencia industrial?

Una vez respondidas estas preguntas, ya podemos establecer programas centrados en políticas de desarrollo económico con la vista puesta en el largo plazo. En términos industriales tenemos grandes posibilidades. La fábrica de Sagunto es una, pero adicionalmente deberíamos establecer mecanismos para atraer empresas de gran tamaño desde el exterior que se ubicasen en el tejido productivo de la Comunidad Valenciana.

Paralelamente, deberíamos desarrollar un entramado energético renovable para apoyar a este tejido industrial. Con todo ello podríamos conseguir transformar definitivamente el modelo industrial valenciano. Por el momento, los proyectos de energía renovable quedaron paralizados en la Comunidad, deberíamos reactivarlos para crear esta base industrial.

-El sector inmobiliario y el turístico son dos de los que más inversión (nacional e internacional) están atrayendo en la Comunidad Valenciana. Sin embargo, también son de los que más tensiones provocan debido a las incidencias que ocasionan en la población, especialmente en los sectores más jóvenes. ¿Hace falta un gran pacto intergeneracional?

Más que un pacto intergeneracional, que plantea muchas dudas, deberíamos buscar otro tipo de opciones. Efectivamente hay serios problemas con la vivienda en la actualidad, pero es cierto que las generaciones más mayores se han dedicado durante su vida a comprar vivienda y cuando desaparezcan, esos inmuebles los heredarán las generaciones más jóvenes. Hablamos de una generación que heredará un stock de vivienda digno de reseñar, cosa que se podría interpretar como un pacto intergeneracional.

La cuestión es cómo resolvemos otro tipo de problemas. No es una cuestión de renunciar, por ejemplo al turismo, sino el tipo de turismo al que accedemos. Aquí se junta un componente de fuertes componentes de paro juvenil, al que se le suma un problema de contracción de ingresos en la población, especialmente en los jóvenes. Para eso no es de ayuda un pacto generacional, sino que hay que ir a otro tipo de aspectos que requerirían una serie de acciones coordinadas y pensando en el largo plazo.

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