El caso de Guyana ha sido tildado en no pocas ocasiones de «milagro económico». Este pequeño país de Sudamérica, que cuenta con una población de aproximadamente 800.000 habitantes, ha pasado de ser uno de los más pobres de la región a convertirse en el país con mayor crecimiento económico del mundo. Concretamente, su Producto Interior Bruto (PIB) lleva cuatro años creciendo a doble dígito: +43,5% en 2020; +20,1% en 2021; +62,3% en 2022, y +33% en 2023.
No hay visos de que esta tendencia vaya a cambiar a corto plazo, ya que el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que este ritmo de crecimiento se mantenga, al menos, hasta el año 2029.
Detrás de esta revolución económica hay una causa clara: el petróleo. En 2015, la empresa estadounidense ExxonMobil anunció el primer descubrimiento de oro negro en Guyana y comenzó la extracción a finales de 2019. Desde entonces, la economía guyanesa ha triplicado su tamaño. Actualmente, ExxonMobil es el primer productor de crudo del país y explota los bloques Canje y Stabroek en alta mar. En este último, los beneficios de la petrolera ascendieron a 614.000 millones de dólares en 2023.
La transformación de Guyana, de una economía centrada en la agricultura a una economía petrolera, sigue avanzando. El pasado mes de marzo, ExxonMobil halló un nuevo yacimiento en la costa de Guyana, ubicado en el pozo de exploración bautizado como Bluefin, en el bloque Stabroek.
Para este 2024, el FMI estima un crecimiento de la economía guyanesa del 33,9%. Solo durante el primer trimestre, Guyana ha producido 113,5 millones de barriles de petróleo y espera superar el umbral de los 220 millones para fin de año.
La ‘maldición’ de los recursos naturales
Este boom económico no exime de desafíos al país sudamericano. Con el objetivo de gestionar esta época de bonanza petrolera, Guyana ha creado un fondo soberano de riqueza, similar al que tienen países como Noruega, que actúa como una especie de caja de ahorros, destinada a cubrir posibles gastos futuros y asegurar que la riqueza se mantenga a lo largo del tiempo.
Los expertos advierten que el país sudamericano no está exento de sufrir lo que se conoce como la ‘maldición’ de los recursos naturales, es decir, la paradoja en la que países ricos en recursos naturales, como el petróleo, a menudo experimentan un crecimiento económico más lento y menos desarrollo humano en comparación con aquellos que tienen menos recursos. «Guyana debería evitar esa dependencia excesiva del petróleo que sí que ha sucedido en muchos países, como Venezuela, que ante variaciones del precio del petróleo, evidentemente su economía se ve afectada», explica Leslie Rodríguez, profesora de Economía en la Universidad Europea.
Precisamente, una de las principales voluntades del Gobierno es evitar el fenómeno conocido como ‘la enfermedad holandesa’, que ocurre cuando el rápido desarrollo de un sector económico, como el petrolero, provoca una caída en otros sectores. Como resultado del incremento de ingresos de divisas por la exportaciones petroleras, la moneda nacional puede experimentar una apreciación, algo que perjudica la competitividad de las exportaciones no petroleras del país.
Los sectores no petroleros también crecen
Por el momento, el auge de este sector no parece haber afectado negativamente a otras industrias de Guyana. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2022, el PIB del sector no petrolero se incrementó un 11,5%, fruto del crecimiento de la agricultura y la construcción. «No parece que el crecimiento del petróleo haya desestabilizado la otra gran fuente de ingresos: la minería. Al contrario, esta ha tenido también un crecimiento importante», señala Mª Ángeles Ruiz Ezpeleta, profesora de EAE Business School.
Ahora, el gran reto que tiene el país por delante es que esta bonanza económica llegue a los bolsillos de toda la población. El Gobierno de Guyana está aprovechando el auge de la industria petrolera para realizar inversiones en mejoras de las infraestructuras mediante un programa de inversión en el sector público. Además, ha implementado rebajas impositivas en beneficio de los importadores y quienes perciben menores ingresos, medidas que buscan un efecto positivo sobre el empleo y la calidad de vida de la población.
Abordar la desigualdad
«La renta per cápita de Guyana ha aumentado un 300%, pasando de 5.980 € en 2019 a 19.295 € en 2023. Es cierto que la riqueza está mal repartida, pero aun así, este crecimiento espectacular ha tenido que mitigar los niveles de pobreza», destaca Mª Ángeles Ruiz Ezpeleta.
Tras este boom económico, la desigualdad social supone una de las principales cuestiones a abordar en Guyana. Durante los períodos de auge petrolero, los ingresos económicos tienden a concentrarse en reducidos grupos de élites o en ciertas áreas geográficas, lo que provoca que algunos sectores, como las zonas rurales, queden excluidos de este crecimiento.
Para Leslie Rodríguez, la clave está en «una buena gobernanza» para que haya una mejor distribución de la riqueza. «Hay que recordar que no todo este dinero va destinado para el país, mucho se va fuera del país en forma de dividendos, en este caso Estados Unidos, porque ExxonMobil reparte los beneficios entre sus accionistas, que normalmente no son los guyaneses», añade.
La disputa por el Esequibo
El crecimiento de Guyana también tiene importantes implicaciones geopolíticas, ya que la explosión de su economía ha reavivado la disputa entre Guyana y Venezuela por la región del Esequibo. Guyana administra este territorio desde 1966 y Venezuela lo reclama.
El potencial económico de la región, junto con otros factores políticos, ha intensificado en los últimos años las tensiones entre Georgetown y Caracas por la región hasta la crisis actual. El caso está en la actualidad ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Mientras Guyana asegura que respetará la resolución del tribunal internacional, Venezuela rechaza que el mismo tenga competencia para dirimir sobre la disputa.
En diciembre de 2023, el Gobierno de Venezuela celebró un referendo no vinculante sobre este conflicto, en el que la gran mayoría de electores respaldaron la propuesta de anexionar la zona bajo pleito al mapa nacional. No obstante, esta consulta unilateral estuvo marcada por las dudas sobre la participación y el recuento de los votos.
A pesar de las amenazas y las acciones anunciadas por Caracas, la región del Esequibo sigue manejada por Georgetown en la actualidad. Se trata de un territorio que posee reservas minerales de oro, bauxita, diamantes, cobre y hierro, además de contar con una variada flora y fauna, recursos hídricos y un terreno fértil que le otorga un gran potencial agrícola.
Sus aguas territoriales albergan importantes reservas de petróleo y gas natural, principalmente ubicadas en el bloque Stabroek, las cuales se estima que alcanzan alrededor de 11.000 millones de barriles de petróleo.
¿Qué podría frenar este crecimiento?
Si hay algo que caracteriza los mercados energéticos es su volatilidad. Por lo tanto, el desarrollo económico del país podría verse afectado por una bajada del precio del petróleo, algo que no únicamente depende de la oferta y la demanda, sino de otros factores externos como posibles catástrofes naturales o conflictos geopolíticos.
«Al final esto puede desencadenar en inestabilidad política y social. Lo vemos en países que son altamente dependientes del petróleo y que no han diversificado: al haber una caída del precio, comienzan las tensiones, el crecimiento económico ya no se reparte equitativamente y se generan problemáticas internas», indica Leslie Rodríguez.
Por su parte, la docente de EAE Business School considera que incluso una bajada del precio del petróleo no tendría por qué afectar al crecimiento sostenido que Guyana ha venido experimentando en las últimas décadas. «Una guerra o una invasión del Esequibo por parte de Venezuela sí que podría frenar sin duda su crecimiento económico. Eso es poco probable dado el apoyo que militarmente Estados Unidos ofrecería sin duda a Guyana», concluye Ruiz Ezpeleta.
Cabe recordar que la embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, ha respaldado la integridad territorial de Guyana y su actual frontera con Venezuela.