¿Cómo pueden afrontar las pymes el reto de la eficiencia energética?
La eficiencia energética es en la actualidad un objetivo de gran prioridad en la agenda de los gobiernos. Aunque en los últimos años ya se habían puesto en práctica diferentes políticas para mejorar el consumo energético, el estallido de la guerra de Ucrania ha hecho que se multipliquen las medidas dirigidas a alcanzar la eficiencia energética. Prueba de ello es que gran parte de los fondos procedentes de Europa se están destinando a proyectos que estén relacionados con la sostenibilidad.
De este modo, las empresas deben ponerse manos a la obra y comenzar a implantar, si todavía no lo han hecho, medidas que contribuyan a reducir el consumo de energía. Para favorecer la implantación de estas soluciones, hay numerosas ayudas, de las cuales se han ido ampliando los plazos y los fondos disponibles para incentivar estas actuaciones antes descritas.
Es el caso del Programa de Eficiencia Energética en PYME y gran empresa industrial, gestionado por el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Este programa facilita la implementación de medidas de ahorro y eficiencia energética, bien mediante la sustitución de equipos, bien mediante sistemas de gestión. La buena acogida del programa ha provocado un aumento progresivo de su presupuesto, pasando de los 307 millones iniciales a 547 millones de euros actualmente. Además, se ha ampliado el plazo hasta el 30 de junio de 2024.
Otra de las convocatorias más interesantes es el programa de autoconsumo y almacenamiento con fuentes de energía renovable o el programa de incentivos para la implantación de instalaciones de energías renovables térmicas en diferentes sectores de la economía, ambas disponibles para 2023.
Estos programas están coordinados por parte de IDAE y gestionados por las correspondientes Comunidades Autónomas, con el objetivo de incentivar y promover la realización de actuaciones de eficiencia energética en PYME y gran empresa del sector industrial, o mediante la instalación re renovables para todos los sectores.
Además, hay prácticas que, aunque parezcan obvias, se pasan por alto y pueden contribuir enormemente también a reducir el consumo de energía. Por ejemplo, hacer un análisis del uso que se están haciendo de las instalaciones y las maquinarias de trabajo. De este modo, se podrán detectar comportamientos que estén influyendo en el aumento del consumo de energía.
También es recomendable realizar un estudio de los sistemas de iluminación y climatización de las zonas de trabajo. Optar por sensores de presencia o adecuar la temperatura del interior a las vestimentas que llevamos en cada momento del año, son medidas que evitan el derroche energético.
Por otro lado, es importante recordar que hay dos tecnologías que deberían estar ya implantados en todo tipo de instalaciones a nivel nacional. Por un lado, la iluminación LED, que supone un ahorro del 50% con respecto a las tecnologías convencionales; y, por otro, las bombas de calor (en aerotermia, hidrotermia o geotermia) en sustitución de los sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles.