Nuestro protagonista de hoy es Ismael Moya, director del Máster Executive MBA y catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universitat Politècnica de València (UPV). También forma parte del Consejo Permanente y Patronato de la FEBF.
Este currículum tan impresionante no acaba aquí. Además, ha sido decano de la Facultad de Administración y Dirección de Empresas y vicerrector de Ordenación Académica y Profesorado de la UPV.
Cuestión de solvencia
– ¿Cómo miden la solvencia las empresas?
Existen dos formas de medirla. La primera de ellas, que correspondería a la solvencia propiamente dicha, sería el activo total dividido por el pasivo total. Es decir, la capacidad que tiene la empresa para hacer frente a todas sus deudas.
Después estaría la liquidez o una solvencia a corto plazo, donde solamente se tiene en cuenta el activo corriente frente a la deuda corriente. Es decir, mide si la empresa responde a sus compromisos de pago inferiores a un año.
– ¿Cuándo una empresa puede decir que peligra su solvencia? ¿Primero tiene un problema de liquidez y luego uno de solvencia?
Sí, normalmente lo primero que sufren las empresas es un problema de liquidez –no garantiza el pago a proveedores, al banco, impuestos, las nóminas…– y si se repite en el tiempo se convierte en un problema de solvencia.
Además, es necesario estar atentos a otros indicadores. Uno de ellos es el ratio de endeudamiento, que nos indica si una empresa está poco o muy endeudada y se obtiene con la división entre la deuda total y el patrimonio neto. Es decir, todo lo que debe la empresa frente a sus fondos propios. Este dato nos da una idea de su nivel de endeudamiento. Evidentemente, cuanto más endeudada esté será más probable que no sea solvente.
Otro indicador que se utiliza es el porcentaje de deuda a corto plazo. Cuanta más deuda a corto plazo tenga frente a la deuda total, habrá una mayor probabilidad de falta de liquidez, porque los compromisos a corto plazo son mayores.
Rentabilidad y viabilidad
– ¿A qué afecta la pérdida de solvencia? ¿La empresa deja de ser viable?
La pérdida de solvencia, si es a corto plazo y si es por falta de liquidez, no tiene por qué afectar a su viabilidad. El ejemplo lo hemos visto durante la pandemia, periodo en el que las empresas han sufrido una falta de liquidez coyuntural por una causa sobrevenida o por el confinamiento que provocó la covid-19 y esto no significa que no sean viables.
Ahora bien, lo importante es su histórico. ¿Esta empresa ya venía de una mala época? ¿Tenía problemas anteriormente y la pandemia los ha agravado? o ¿Cuál es su rentabilidad?, porque la clave para la liquidez y la solvencia es la rentabilidad.
Si la empresa ha sufrido con la covid-19 y ha tenido que estar cerrada durante un periodo de tiempo, pero tiene un historial marcado por la solvencia y planifica cobros y pagos con suficiente antelación, se debería hacer todo lo posible para salir de esa coyuntura y recuperar la rentabilidad. Por ello, es importante que después de una crisis económica se recupere pronto la rentabilidad porque es lo que le va a permitir mantener la solvencia anterior.
– Las empresas comenzaron a salir de la crisis generada por la pandemia y a recuperarse. Sin embargo, la situación actual de inflación, falta de materias primas, costes energéticos elevados… está influyendo, nuevamente, en su rentabilidad. ¿Puede generar mayores problemas de solvencia y provocar la caída de la empresa?
Ese es el problema, que aún no hemos recuperado los niveles de crecimiento previos a la pandemia y ya encadenamos otra situación preocupante que no ayuda en nada, ya que la alta inflación que estamos soportando provocará la subida de los tipos de interés, con lo que las empresas más endeudadas van a tener problemas para encontrar financiación y cuando den con ella será más cara.
Con lo cual, si la economía no mejora y no se recuperan niveles previos a la crisis generada por la pandemia no hay rentabilidad y sin ella, la deuda sigue estando ahí e incluso aumentará.
El problema de los avales del ICO es que solventan un problema puntual de falta liquidez a la empresa, pero, también pueden generar más deuda, empeoran su estructura financiera y no eliminan el problema de solvencia.
El tamaño sí importa
– ¿El tamaño de la compañía influye en su solvencia o no tiene que ver?
Las empresas grandes tienen más ventajas debido al impacto que tienen en la economía
Las empresas grandes tienen más ventajas debido al impacto que tienen en la economía –haciendo alusión a la frase «demasiado grande para caer»–. ¿Esto qué quiere decir? Que una empresa grande, a la hora de recibir ayudas públicas, disfruta de una posición de ventaja porque sus problemas financieros –falta de liquidez, impago a proveedores y trabajadores…– se extienden más a la economía y pueden afectar al territorio en el que se ubican.
Además, al ser más visibles, pueden financiarse en los mercados de capitales y de deuda y cuentan con analistas y seguidores. Del mismo modo, un inversor privado dispone de más información de una empresa grande que de una pequeña, es más fácil saber si es solvente y hacer un seguimiento que si es una pyme que, al ser pequeña y no cotizar en los mercados, no cuentan con esa visibilidad. Tampoco tienen analistas e inversores que puedan valorar su solvencia.
Proteger a los pequeños
– ¿Cómo puede proteger el Estado a las pymes?
Para que una empresa no sufra una falta liquidez el Estado, a través de los ICO, ha avalado esa deuda frente a los bancos. Este hecho ha propiciado también que los bancos no hayan tenido, hasta el momento, problemas de morosidad, como podría haber ocurrido en una situación tan grave como la vivida.
De hecho, se ha ido prorrogando la amortización de esos préstamos avalados porque el Estado considera que todavía no es el momento de abandonar esta medida.
– El Gobierno ya ha prorrogado los avales ICO. ¿Cómo valoras esta decisión?
Esta prórroga servirá para que las empresas avaladas tengan más tiempo para devolver sus préstamos pues para el Gobierno la situación no es la deseada. Las empresas y las pymes que ha avalado el Estado no han recuperado su rentabilidad, no tienen un nivel de ingresos suficientes y siguen estando endeudadas.
Si no se hubiera producido esa prórroga, las que no sean solventes hubieran podido acabar en concurso o en liquidación y el problema se trasladaría a los acreedores y a los bancos que incrementarán su morosidad y los impagos.
Balance negativo
– ¿Una empresa puede ser solvente y tener resultado negativo del ejercicio?
Sí, puede ser. El problema reside en cuánto tiempo va a tener esos resultados negativos. Es decir, puede tener un año con problemas de liquidez porque no genera recursos a corto plazo suficiente para pagar sus deudas. Pero a largo plazo, si tiene un historial de solvencia.
y rentabilidad, no debería tener problemas. Todo ello se resuelve con una buena planificación financiera, reestructurando los pagos de la deuda e incluso vendiendo algún activo.
El problema surge cuando a futuro se vislumbra que va a tener resultados negativos y no se toman medidas como reestructurar la deuda, aportar capital por parte de los socios o alguna otra medida que disminuya el endeudamiento.
Por lo tanto, en principio no es una buena señal, pero un año malo de la compañía no complicaría necesariamente su viabilidad.
– ¿Cómo ha influido la pandemia en la solvencia de las compañías y cómo ha contribuido el ICO a darles continuidad y a mejorar su solvencia?
El lado bueno es que los avales del ICO les ha permitido mantener la liquidez y el malo es que siguen endeudadas. Es decir, no se mejora la estructura financiera cuando se avala la deuda.
Mirando al futuro
– ¿La situación va a empeorar como consecuencia de la subida de los tipos de interés? ¿Qué va a ocurrir?
Si las empresas tienen que salir al mercado a buscar financiación, con la inflación que hay y pensando que los tipos de interés van a subir, se encontrarán que hay menos financiación porque va a haber menos dinero y más caro.
Con lo cual, pasarán de una situación en la que han estado con respiración asistida a encontrarse con la realidad y este tipo de situaciones les puede llevar a concurso de acreedores.
– ¿Cómo crees que está afectando a la solvencia cuestiones como la guerra de Ucrania, la inflación, la falta de materias primas…?
Va a ser necesario para las empresas llevar a cabo una recapitalización: conseguir bajar la deuda y más fondos propios. ¿Y esto tiene que ver con la solvencia? Sí, porque los avales han incrementado su endeudamiento. Como complemento a los avales están las ayudas públicas directas que mejoran los recursos propios. Pero los fondos públicos son limitados y más ahora que el BCE está planeando políticas monetarias más duras.
En este sentido, son muy interesantes las actuaciones del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) en la línea de reforzar la financiación de las empresas valencianas. Iniciativas como financiar a las empresas donde el sector privado y el capital riesgo entren acompañando a los fondos públicos y también a través de instrumentos híbridos.
Los híbridos son nuevas fórmulas de financiación que mejoran la solvencia como la deuda subordinada, los préstamos convertibles o la deuda participativa y pensamos que esta será la tendencia. Es decir, que la Administración cuando financie una empresa a través de préstamos participativos no le va a apretar en los intereses, sí le pedirá, como retribución, una parte de sus beneficios cuando sea rentable.
Los instrumentos híbridos aumentan las posibilidades de financiación de las empresas, mejoran su solvencia
Por lo tanto, es algo más amigable que la deuda convencional a través de la cual la empresa paga intereses y devuelve capital. Además, estos instrumentos híbridos aumentan las posibilidades de financiación de las empresas, mejoran su solvencia y se consigue un balance más equilibrado.
– ¿Esto no quiere decir que el Estado se quede con una parte de la empresa?
En absoluto. Si la empresa cumple sus compromisos con la Administración, el Estado mantendrá la función de acreedor, no se convierte en accionista, pero en lugar de cobrar intereses establecidos, cobra en función de los beneficios que obtiene la empresa.
– Para concluir, ¿Cómo ves la situación a partir de septiembre?
Difícil porque se va a encarecer el precio del dinero, la inflación va a continuar y esta situación acabará afectando al consumo provocando que las empresas vendan menos y que sean menos rentables.
Aquella empresa que llegue a septiembre con mucha deuda tendrá que buscar financiación en un entorno más difícil, con menos recursos y más caros. Por lo tanto, la situación es compleja y urge que las empresas recuperen la rentabilidad, algo que es difícil con este escenario y que cambien su estructura financiera procurando reducir deuda o cambiarla por instrumentos híbridos que no empeoren su solvencia.