El 2021 fue, en términos generales, un excelente ejercicio para los mercados bursátiles. Así lo dictaminó la evolución de las principales bolsas de valores de la economía mundial durante los últimos doce meses. Sin ir más lejos, nuestro querido Ibex 35 experimentó un revalorización de casi el 8% a lo largo del año pasado.
No obstante, nuestro índice bursátil por antonomasia se quedó bastante rezagado respecto alguno de sus homólogos más ilustres del panorama internacional. De este modo, el CAC 40 francés -el mercado de renta variable mejor parado del viejo continente- registró una subida próxima al 30%. Por su parte, el FTSE MIB italiano y el DAX alemán se revalorizaron un 23% y 16%, respectivamente. Finalmente, y concluyendo esta breve síntesis del ejercicio bursátil, los osos volvieron a imponer firmemente su dominio en Wall Street -S&P 500 +28%, Nasdaq +23% y Dow Jones +19%-.
En definitiva, un año formidable para la bolsa. A lo largo del recién concluido 2021, la vacunación masiva contra el coronavirus y la consiguiente recuperación económica –especialmente en los denominados valores cíclicos- han preponderado –afortunadamente para los inversores- sobre las múltiples incertidumbres que fueron apareciendo a lo largo de los meses.
La temida inflación
Una de las mayores inquietudes para los inversores –especialmente en el cuarto y último trimestre- fue la inflación y todo apunta que para este 2022 la tendencia se va a mantener. A falta de que entren en escena nuevas variantes del coronavirus o cualquier otro contratiempo de carácter impredecible, el encarecimiento de los precios será este año la mayor amenaza para la renta variable.
Con los precios disparados –el IPC de diciembre fue del 6,7%- las señales de alerta adquieren un tono cada vez más intenso. De seguir en esta vertiginosa escalada, los precios acabarán deprimiendo el consumo. Si esta hipotética eventualidad terminara por confirmarse, las empresas se verían condenadas a una reducción de beneficios; siendo estos el principal motor los índices bursátiles.
Por otro lado, de perdurar esta inflación galopante los bancos centrales se verían obligados a desempeñar una actuación mucho más determinante, en aras de poder controlarla. Pues bien, una vez la palanca de retirar estímulos –tapering- no de más de sí, la subida de tipos entraría en escena.
Esta segunda hipótesis tampoco traería buenas noticias para la renta variable. De producirse, muchos inversores de bolsa tendrían la tentación –ante el incremento de la rentabilidad- de moverse a otros mercados de menos riesgo como, por ejemplo, la renta fija.
En definitiva, y a pesar de estar solo a día 7 de enero, resulta bastante claro que la inflación va a ser uno de los grandes ‘trending topic’ de este año para los inversores en bolsa.