Socio Director de Ifedes Consultores

David Mor Vila

Que intensidad de fomento del emprendimiento durante este año y, sobre todo, durante estos dos últimos meses. Parece que noviembre se ha convertido en el mes de los eventos. Mucha actividad en Valencia y con muchos emprendedores valencianos. Buenas noticias.

Y es que, como comentaba, éste está siendo un año en el que siento que se están lanzando muchos nuevos proyectos, en el que el ecosistema emprendedor se agita como hace mucho tiempo que no lo hacía, y en el que hay gente con ganas de emprender: buenas ideas, buenos proyectos, inversores con ganas de invertir, ‘coworking’, eventos, bancos de patentes, aceleradoras, incubadoras y tenemos a la Administración liderando una buena batería de líneas de apoyo para que tanto emprendedores como inversores puedan actuar en proyectos con viabilidad.

Lo que ocurre es que con tantas “ganas” no tenemos que perder el norte, porque se crea un exceso de confianza u optimismo alrededor de la figura del emprendedor, o de la capacidad que tendrá para llevar a buen término un proyecto empresarial.

Sí, es muy buen momento, necesitamos ese tejido empresarial formado por gente emprendedora y hay buenas ideas, pero no nos olvidemos que lo que estamos es creando un empresa, y para ello se necesitan, además de buenas ideas, empresarios y gestores que sean capaces de modelar la idea y convertirla en un negocio rentable y sostenible. Y por desgracia, no siempre se encuentra esas figuras en las ‘start ups’ que tan rápido se están generando.

Emprendedores / Gestores

Como decía, este año, y en concreto de septiembre a noviembre, se han iniciado proyectos de aceleración, eventos de repercusión internacional (como el Emtech), congresos de “business angels” (Eaban junto a CVban), el Día de la Persona Emprendedora, etc…

Podemos decir que ahora mismo hay muchas y muy buenas ideas y ‘start ups’ que, desde Universidades, empresas o iniciativas privadas, se han lanzado con un potencial muy grande. El problema, como no, la financiación; sobretodo en las primeras etapas, pero también la necesidad “natural” del emprendedor de enfrascarse en algunos errores, sobretodo en las fases iniciales, que lo único que hacen es maximizar el riesgo de fracaso.

En el ámbito de las universidades, donde tan buenas ideas y proyectos desarrollan nuestros investigadores, se quedan en los cajones multitud de proyectos con muchísimo potencial. Pero es que una tecnología no es una empresa y un investigador, normalmente, no tiene por qué ser un empresario. Cada idea o investigación requiere un producto/servicio con viabilidad en el mercado y un modelo de negocio sostenible.

Cuando hablo de algunos errores clave hablo, por ejemplo, de dedicar meses a generar el mejor plan de negocio del mundo, basado en muchas asunciones que después nadie se cree.

Hablo de dedicar un exceso de tiempo a generar el producto, sin ni si quiera saber lo que piensan los potenciales clientes del mismo. Un gran producto o servicio que nadie quiere, es una gran perdida de tiempo.

En vez de hacer planes complejos con muchas asunciones, o materializar la versión del producto mas completa del mercado (al entender del emprendedor), vale la pena trabajar en el producto mínimamente viable que te permita salir al mercado, testear con tus posibles clientes y seguir un proceso de prototipado, lanzamiento, medición y aprendizaje constante, para ir evolucionando versiones con dicho aprendizaje.

Para descubrir como se nada en el mar, primero hay que salir de la piscina.

Por otra parte, en este flujo, al tratarse normalmente de tecnologías o procesos innovadores, la variable tiempo cobra una dimensión muy importante.

En definitiva, ¡lánzalo ya! Escucha al mercado, interactúa con él y cambia el rumbo hasta que des con el camino. Pivota la estrategia hasta que des con el producto que genera el modelo de negocio óptimo y sostenible. Si esperas a que sea “perfecto” puede que nunca llegue o que alguien corra más que tú.

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