Las generaciones jóvenes de los family office tienen intereses muy distintos a los de sus predecesores y valoran aspectos como la sostenibilidad de los proyectos en los que invierten, la generación de impacto social con su patrimonio y la búsqueda de oportunidades de coinversión con familias amigas. Son algunas de las tendencias observadas en la sucesión de las grandes fortunas por ocho expertos financieros.
En la mesa de debate «Los desafíos en la inversión de los family office», organizada por Economía 3 y acogida en las oficinas de Link Securities, y cuya primera parte podéis leer aquí, los ocho especialistas convocados discutieron sobre los principales desafíos y oportunidades de inversión que existen en el ámbito de los family office.
La mesa contó con la participaron de Joaquín Poblet, CEO de Link Securities; Francisco Ato Alfaro, socio director de Welcome Asset Management; Santiago Reyna, CEO de Atalaya AI Wealth; Rafa Juan y Seva, socio consejero en Wealth Solutions; María Suárez, socia y CEO de Suandco; Livia Romero, socia economista de Suandco; Alberto Alonso, presidente ejecutivo de Grupo Valía; y Antoni Quintana, fundador y CEO de TQ Alternative Investments.
Conducido por Elisa Valero, socia directora de Economía 3, el debate dejó algunas incógnitas, pero muchas certezas. Entre ellas, que los jóvenes tienen otras prioridades de inversión. Los participantes coincidieron en que existe un gap generacional en cuanto a la concienciación sobre las emergencias sociales y medioambientales, además de una cultura de trabajo distinta en la gestión del patrimonio.
El nuevo paradigma en la transición entre generaciones
María Suárez relató cómo desde Suandco llegaron al mundo del family office al ver que las necesidades de las familias iban más allá del acompañamiento fiscal: «Cuando se pasa de una generación a otra entran perfiles distintos que no quieren hacer lo mismo que sus padres. Ese perfil se ha encontrado huérfano de compañía».
Para resolver estos problemas en la sucesión, en Suandco aportan «tecnología, para que puedan tener una visión 360 del patrimonio y evaluar la integración de la actividad empresarial con la actividad inmobiliaria; y propósito, para que las nuevas personas que vengan tengan algo que decir». «Buscamos algo que sea significativo para ellos, que esté dentro de ese propósito ESG, y que le encuentren sentido no solo individualmente, sino desde el punto de vista colectivo del bien común», agregó la experta.
Hay vida más allá de «El lobo de Wall Street»
Suárez habló del interés en encontrar un cliente 3.0 que quiera buscarle un propósito a su patrimonio más allá de la rentabilidad: «Buscamos familias cuyo ADN no sea solo ganar dinero, sino que quieran impactar para resolver los problemas de las personas y del planeta. Que tengan interés en un capitalismo ético, dejemos ya el Lobo de Wall Street y empecemos a buscar soluciones para nuestra sociedad».
Santiago Reyna, por su parte, comentó que hay cada vez más fondos de family office que destinan una parte de su patrimonio a impacto. El experto mencionó, de hecho, dos casos de familias con las que colaboran desde Atalaya AI Wealth y que únicamente invierten en impacto, algo que considera «muy radical y valiente».
No obstante, expuso que el impacto «se disfraza mucho», ya que invertir en educación o universidades, sin ir más lejos, tiene esa consideración. «Puedes vestir mucho el impacto. La creación de empleo, por ejemplo, también es impacto. Todos los empresarios impactan positivamente creando empleo», desarrolló. En todo caso, detecta una nueva generación de empresarios, especialmente del mundo tecnológico, en la que sí hay una búsqueda más consciente y planificada de la mejora social.
Los gestores financieros, en búsqueda del cliente 3.0
Según Suárez, encontrar un cliente más concienciado y preocupado por las problemáticas sociales no es fácil, aunque este tipo de familias suelen reunir una serie de características que los convierten en patrimonios idóneos. «Son personas que han salido fuera, han hechos sus negocios en EEUU, se han traído su capital, saben cómo se hace dinero y además tienen interés en que ese dinero revierta socialmente en resolver los problemas que tenemos», especificó la CEO de Suandco.
Santiago Reyna puso el ejemplo de All Iron: «Han montado un fondo y han invertido parte de su patrimonio para crearlo. Reinvierten gran parte de su riqueza en enseñar lo que ellos han aprendido a hacer a través de fondos». El experto remarcó la existencia de «una nueva generación de familias», normalmente lideradas por personas de en torno a los 40 años, a la que define como «otra liga». «Es una generación nueva muy potente», afirmó.
¿El fin de la «dictadura cariñosa» y el «oligarcado pragmático»?
Rafa Juan y Seva tomó la palabra para destacar las diferencias que separan a las generaciones en los family office, pero también aquello que las une. «La primera generación decimos en broma que es la etapa de la dictadura cariñosa, —te quiero mucho pero se hace lo que yo digo, y en el mejor de los casos te escucho—. En la segunda etapa, la de la sociedad de hermanos, empieza a haber otro tipo de intereses», ilustró el representante de Wealth Solutions.
En la experiencia de la gestora patrimonial, es muy importante que en esa transición se trabaje la gobernanza para impulsar iniciativas más altruistas. «Cuando aterrizamos en una familia nueva solemos hacer un diagnóstico del patrimonio intangible, que consiste en ver no cómo están en la parte de arriba del iceberg, lo que ve todo el mundo, sino en la parte de abajo. Hay veces que no hay nada que hacer. Otras veces vemos dónde tienen que trabajar para mejorar», explicó Juan y Seva.
Antoni Quintana, fundador y CEO de TQ Alternative Investments, se expresó en términos similares al exponer que este tipo de proyectos sirven para romper los moldes típicos de las familias tradicionales. «Hay familias donde está el oligarca y el ‘mando y ordeno’, y cuando comentas que estás haciendo este tipo de labor o contribución social, son los hijos los que les dicen a sus padres que igual les vendría bien apuntarse. A veces es cuando un tercero lo dice cuando una familia se abre y se deshace de ese oligarcado tan pragmático que aún existe».
Hacia una gobernanza más cohesionada que busca el retorno a la sociedad
Juan y Seva advirtió que en las familias de tercera generación, lo que en Wealth Solutions llaman un «consorcio de primos», es muy difícil que haya cohesión y compromiso si no se ha trabajado la gobernanza en la etapa previa. Pero también apunta que, en caso de haber gestionado bien la transición, es en esta generación donde más se ve «la apuesta por temas de impacto y de devolver a la sociedad».
«Los temas de impacto social son de los que más ayudan a generar cohesión en la familia. Cuando tienes un proyecto de filantropía en el que implicas a los más jóvenes, aparte de que es una muy buena forma de aprendizaje para ellos, vas generando esa unión que luego te permite hacer más cosas», desarrolló el experto. En todo caso, apuntó que la preocupación por este tipo de cuestiones es mucho más alta en los grandes patrimonios de reciente generación vinculados a startups que en las familias tradicionales.
La sostenibilidad: ¿Una tendencia real entre los family office?
Para Alberto Alonso, presidente ejecutivo Grupo Valía, la sostenibilidad debe enfocarse desde el pragmatismo empresarial: «Se politiza demasiado. Es absurdo porque es un tema que el mercado financiero lo compró despolitizado. Son cuestiones que se pusieron encima de la mesa desde el punto de vista empresarial, no político. Empresarialmente es bueno que haya protección de riesgos medioambientales y sociales y buen gobierno corporativo».
En cualquier caso, el experto asume que se trata de una tendencia muy larvaria: «Nosotros lo incluimos en todos los protocolos, aunque es algo minoritario en España todavía. Hay mucho tema de sostenibilidad, pero no se afronta como un objetivo directo, sino desde el cumplimiento de esos criterios por parte de las empresas».
Pese a que no es una realidad económicamente relevante para Grupo Valía, Alonso sí ve una sensibilidad creciente, sobre todo en las generaciones más jóvenes, por lo que, al hacer los protocolos de inversión, intentan que firmen hasta tres generaciones para que haya continuidad en los family office. «En las familias con grandes patrimonios, lo que realmente las une son o las actividades primarias —por ejemplo hacer queso o jamón— o buscar una filosofía de respeto al medio ambiente».
Joaquín Poblet, CEO de Link Securities, discrepó con Alonso, pues sí observa un cambio notorio. «Llevamos ya unos años en los que al hacer la emisión de un bono es bastante significativo que sea un bono verde o sostenible. Los inversores han cambiado. A igualdad de precio, te compran el bono verde. Eso hace que el que no es verde tenga que pagar más. Con lo cual, a las empresas les merece la pena hacer alguna inversión para poder acceder al bono sostenible». «Son inversiones que hacen que la empresa esté moviéndose en esa dirección, quizá obligada, no te digo que no», precisó.
En respuesta a ello, Alonso adujo que incluso en esos casos, la diferencia en el precio también viene de una racionalización económica: «Cuando cumples esos criterios y tienes más compliance, el dinero te dice que tienes menos riesgos. Y por eso es mejor tu deuda».
Francisco Ato Alfaro, socio director de Welcome Asset Management, habló de un «mayor apetito por parte del inversor, sobre todo el institucional, como las mutuas o las compañías de seguros». Sin embargo, detecta «una hipocresía muy grande en la industria de los fondos». «Están intentando hacer un esfuerzo, pero en el fondo, si te fijas en las carteras de mandatos de gestión discrecional de los fondos, el porcentaje de los que cumplen con el artículo, porcentualmente, es ridículo». Según el especialista, la industria aún está dando sus primeros pasos hacia la sostenibilidad.
El responsable de la gestora financiera también recalcó que el incremento de emisiones verdes ha aumentado muchísimo, pero que queda muchos por hacer a nivel cultural, incluso por parte de los clientes. «Es muy bonito decirlo, pero el cliente al final te pide rentabilidad», explicó el experto, aunque afirma que «hay muchos que prefieren que el camino sea el bonito, y en vez de estar en una tabacalera o petrolera, estar en otro tipo de inversión».
Para Ato, es «un tema cultural a nivel industria, porque hay mucha hipocresía, y a nivel cliente». «Las nuevas generaciones sí que vienen con un punto más de responsabilidad social, ESG, etc.», señala. Lo que sí observa es que, exceptuando casos de empresarios de nuevas generaciones que han hecho fortunas, «las personas que han hecho dinero normalmente son personas ya de cierta edad que aún no tienen muy inculcados esos parámetros en la cabeza».
«No me he encontrado un cliente que me diga ‘oye, quiero que esto sea así’. Otra cosa es que yo le haya comentado esa opción. Pero ojalá me encuentre con el cliente 3.0 que me diga activamente que quiere eso«, ilustró.
La transición ecológica de las grandes energéticas
María Suárez volvió a intervenir para destacar la importante transformación que están llevando a cabo las grandes energéticas: «Están haciendo un esfuerzo enorme y un proceso de reflexión. Otra cosa es que el producto que vendan no sea del todo sostenible. No van a dejar de vender gasolina de momento. Pero internamente sí están ayudando a la transición ecológica».
«Como en todas las utopías, hay un faro maravilloso al que queremos llegar y luego llegamos como podemos. Pero si no las tuviéramos no avanzaríamos. Seguiríamos con el esclavismo. Nos hemos ido poniendo metas a las que nos vamos acercando. No son perfectas y hay mucho green washing, pero sí hay una transformación ética importante», añadió la experta.
¿Es rentable invertir en impacto y responsabilidad social?
Livia Romero, socia economista de Suandco, lanzó varias cuestiones para los expertos financieros. «¿Los productos de impacto son más costosos que otro tipos de productos?». Y en caso afirmativo: «¿Es por el tema de la gestión administrativa y el compliance?».
Joaquín Poblet respondió que «al sacar un bono verde necesitas algún sello más, pero el coste no es significativo». «Es más significativa la inversión que tiene que hacer la empresa para cumplir los criterios de ESG que el producto financiero en sí mismo», detalló.
En este sentido, Juan y Seva se planteó «hasta qué punto tener un producto que cumpla determinadas directivas justifica el encarecimiento de la comisión de gestión». «Las gestoras han visto que esto era un ola que venía e iba a impulsar flujo de fondos dentro de este tipo de productos, y ha habido un cierto aprovechamiento de que ese flujo venía para tener determinadas comisiones más caras», argumentó.
Oportunidades de coinversión entre familias amigas: ¿Cómo se originan?
Rafa Juan y Seva afirmó que hay oportunidades de coinversión entre family office, pero por su experiencia a ambos lados del atlántico, ve mucha más proactividad en Latinoamérica que en España. «Están más acostumbrados y lo tienen más estructurado. Hay países en los que las familias amigas están de forma recurrente ofreciéndose la posibilidad de coinvertir. Aquí también las hay, pero son clusters más cerrados, de amistad o relación personal desde hace años entre las familias».
El experto concretó que este tipo de uniones se suelen dar más en ciertos sectores: «Nosotros trabajamos con varios grupos cuyo patrimonio se ha generado básicamente en el sector inmobiliario y que hacen partícipes a otras familias. En las nuevas tecnologías también hay bastante interés e iniciativa. También detectamos un interés creciente en el tema agro, quizá porque combina un poco todo, y es un poco la vuelta a las raíces».
Alberto Alonso resaltó que la colaboración se da sobre todo entre las nuevas generaciones de familias empresariales cuya relación comienza en la universidad o en los másteres, lo cual deriva en la creación de empresas conjuntas.
Según Alonso, en Latinoamérica esta colaboración es más común debido, en gran parte, a la bancarización: «El socio tradicional del empresario español ha sido el banco. En Latinoamérica el socio era otro family office, que a veces tenía un banco. Aquí los bancos son instituciones más grandes. En Latinoamérica tienen más predisposición a unirse entre familias porque las instituciones son más débiles y había más unión entre ellos».
Por otro lado, Juan y Seva habló del concepto del family bank, familias con patrimonios antiguos y prósperos que asignan fondos para financiar proyectos presentados por miembros más jóvenes de la familia. Según el experto, esta práctica, además de fomentar la cohesión familiar, abre la puerta a oportunidades de coinversión entre las nuevas generaciones.
Santiago Reyna destacó la creciente tendencia de las familias empresariales a buscar colaboraciones en proyectos tecnológicos y a largo plazo, promoviendo así un ambiente de negocio más independiente de las instituciones financieras tradicionales. «Las generaciones de entre 40 y 50 años que empiezan a liderar las familias buscan no tener reuniones continuas en bancos, estar más tranquilos en su casa, sin tanto papel de por medio, y hacer negocio entre ellas», agregó.
A este respecto, Juan y Seva añadió que esa colaboración termina extendiéndose a otros muchos ámbitos: «En la formación de las siguientes generaciones, es mucho más fácil combinar dos o tres familias porque te permite hacer programas mucho más ambiciosos». El experto en patrimonios señaló que la colaboración se extiende incluso a que los jóvenes puedan hacer prácticas en las empresas de las familias amigas.
María Suárez señaló un cambio desde el secretismo y la opacidad de las generaciones anteriores hacia una mentalidad de apertura y transparencia representativa en las nuevas generaciones. A juicio de Reyna, esto se debe a que cada vez más asesores. «Yo vengo de familia empresaria de quinta generación y a mi abuelo no se le acercaba nadie. Tenía su asesor de toda la vida y se dedicaban a gestionar ellos», relató.
Poblet indicó que «la regulación y los nuevos productos y herramientas de inversión favorecen la coinversión y la posibilidad de diversificar». «Ahora ya cualquier family office o inversor puede acudir a mercados como el BME o el premercado, y eso va facilitando la integración de varias familias en el mismo proyecto», concretó. Mientras que Ato subrayó la importancia del respaldo de familias potentes en las inversiones, lo que proporciona seguridad y valor añadido a los proyectos.