Energía solar responsable, sí; y ambientalismo responsable, también
La energía fotovoltaica y el sector en general atraviesan, ahora mismo, un momento emocionante en el que nuestro sector lidera un proceso de transformación y transición a un modelo competitivo y descarbonizado. Este instante histórico en la fotovoltaica debe actuar como palanca para incentivar el aumento de la industrialización en España.
Durante la presentación del European Green Deal a finales de 2019 se afirmaba que “la transición es una oportunidad para expandir una actividad económica sostenible e intensiva en empleo”. Nos encontramos en la senda de una economía circular neutra en emisiones. Además, la consolidación de la industria fotovoltaica en España, que daba empleo a 60.000 personas de forma directa en 2019, se debe a la inversión de 25.000 millones de euros que se esperan en energía fotovoltaica.
Muestra de esta evolución es la previsión de la Agencia Internacional de la Energía, que pronostica que la tecnología fotovoltaica será la líder en nuevas inversiones de aquí a treinta años. Y esto tiene una explicación, y es que, además de renovable, la tecnología fotovoltaica es simple, competitiva, limpia y versátil. Y es capaz de proveer grandes plantas de generación o suelo o pequeñas instalaciones de autoconsumo. En cualquier caso, para que obtengamos el mayor rendimiento posible de esta oportunidad, debemos evitar errores cometidos en el pasado, para lograr que la evolución del sector fotovoltaico en los próximos años se desarrolle de forma estable y constante.
Recursos solares y territorios suficientes
Al ser una tecnología simple y de acceso universal, la ventaja competitiva de la energía solar reside en disponer de los recursos solares necesarios y del territorio suficiente para desarrollar las plantas. En España, disponemos de ambos factores en abundancia, lo que nos va a permitir que nuestra economía pueda disfrutar de mayor competitividad en los precios eléctricos. Haciendo que sea posible la transición hacia energías limpias cuanto antes.
Esto será posible minimizando el impacto medioambiental, reactivando la actividad económica en zonas rurales y creando empleo en estas zonas. Con la consecuente fijación de la población, lo que significa también que ya podemos hablar de relocalizaciones en lugar de deslocalizaciones.
La tecnología fotovoltaica no solo es una fuente de energía limpia y barata, sino que además es reversible. Es decir, cuando se desmonte una planta dentro de treinta años, el medioambiente local estará mejor que antes de instalar la planta.
Guía para las instalaciones fotovoltaicas
“Recomendaciones para la Sostenibilidad Ambiental de las Instalaciones Fotovoltaicas” es el documento que hemos realizado desde la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) como guía para lograr que las plantas que se desarrollen puedan transformarse en reservas integrales de la naturaleza que mantengan la biodiversidad anterior. Se debe evitar instalarlas en espacios protegidos, sin usar materiales como el hormigón o productos fitosanitarios, creando muros vegetales, instalando nidales, promoviendo la compatibilización del suelo con usos agropecuarios y facilitando la libre circulación de la fauna por las plantas.
Una de las formas de reducir la huella de carbono de la actividad es a través de la contratación de personal local para la construcción. Y priorizando los contratos de bienes y servicios pensando en la proximidad de la instalación. Así también logramos otro efecto positivo. El de luchar contra la despoblación y favorecer el empleo local y la integración de colectivos con dificultades para la inserción laboral.
La población de estas zonas, habitualmente envejecidas, se beneficiarán de mejores servicios y estructuras gracias a los impuestos que los ayuntamientos recibirán de las plantas. Favoreciendo que la población no solo no abandone definitivamente los pueblos, sino que reciba nuevos habitantes.
En esta línea de asegurar la sostenibilidad de las instalaciones fotovoltaicas hemos creado un sello de excelencia en la sostenibilidad que certifique que las plantas cumplen con todos los requisitos de nuestras recomendaciones.
El camino hacia «una economía limpia«
Estos objetivos fotovoltaicos se pueden conseguir sin que supongan una incompatibilidad con el uso de la tierra para la agricultura. Aun cuando supusiéramos que toda la capacidad fotovoltaica prevista en la planificación se desarrollase en terrenos de cultivo, cosa que no será así ya que esperamos que un tercio se desarrolle a través de autoconsumo, la fotovoltaica ocuparía solo un 0,35% de la superficie destinada a los mismos.
En definitiva, nos encontramos ante una oportunidad única para caminar hacia una economía limpia, apoyada en energías renovables. En la que la industria fotovoltaica puede aportar mucho, tanto a nivel económico como social. Siempre desde una actitud sostenible y respetuosa con la biodiversidad y contando, como no podía ser de otra manera, con políticas públicas de impulso a la innovación que estimulen el desarrollo de nuestra industria.
Sabemos que siempre sería mejor no necesitar ninguna planta, pero nuestra sociedad necesita energía. Y esta necesidad va a continuar estando. Por ello, vamos a seguir necesitando llevar a cabo nuevas plantas energéticas o continuar produciendo con combustibles fósiles. Por esta razón, consideramos que la oposición indiscriminada a la energía solar es desperdiciar una oportunidad económica para España. Pero, también una irresponsabilidad medioambiental, ya que retrasa los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático.
Sobre el autor
José Donoso lleva trabajando en el sector de las renovables desde hace más de 30 años. En la actualidad, es director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF). Una asociación que agrupa a más del 95% de las empresas del sector en España. Así mismo, es presidente de la Plataforma Fotovoltaica española de I+D (Fotoplat) y miembro del Consejo Asesor de la Organización de Mercado Eléctrico (OMEL).
A nivel internacional, es presidente electo de Global Solar Council (GSC), miembro de la Task 1 de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y miembro del Comité Directivo de la Plataforma Europea de Tecnología e Innovación Fotovoltaica (ETIP PV).
Además, compagina su actividad profesional con la de profesor en el curso de post grado en Energía Eólica de la Universidad Politécnica de Madrid.