Dos caras de una misma moneda
Senior Manager | Audit de Deloitte Profesor de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
En los últimos años y tras cientos de conversaciones con directivos de empresas españolas y con personas con mucha vinculación al mundo de la empresa y las finanzas y con otras sin tanta vinculación, he podido advertir una importante duda de dichas personas respecto al cambio de rol de la función financiera. Con estas líneas no pretendo más que dar mi humilde opinión a dicho respecto.
Para empezar, creo que tiene sentido remitirme a la definición académica de función financiera (me ha dado pereza desempolvar mis viejos libros y apuntes de mis años de universitario y me he subido al carro de la nuevas tecnologías, utilizando un buscador de los más conocidos) y la que he considerado más acertada es la siguiente; “La función financiera tiene entre sus responsabilidades principales la captación de los recursos (escasos) y el destino de esos recursos (proyectos diversos)”, por tanto debe decidir:
– Qué proyectos abordar. En todas las empresas hay múltiples proyectos que abordar y que requieren de recursos. La función financiera debe entender los proyectos y ordenarlos considerando la ponderación de riesgo vs rentabilidad. No obstante, la decisión final de inversión en un determinado proyecto no utilizará únicamente el orden establecido desde la función financiera, pero será tenida en cuenta (proyectos con baja rentabilidad y riesgo alto, deberían ser por si mismos desechados).
– Cómo obtener los recursos financieros. Esta parte requiere de un ejercicio de valoración junto con la propiedad de la empresa, dado que una de las fuentes de financiación de las empresas son las obtenidas de sus socios/accionistas. Adicionalmente, se puede contar con la obtención de recursos ajenos, actualmente de distintas fuentes:
• Entidades financieras: pueden proporcionar financiación instrumentalizada mediante préstamo, póliza de crédito y/o descuento comercial, financiación de exportación/importación y múltiples variantes de las anteriores o productos bancarios novedosos. Sin duda hay que evaluar el producto financiero bajo la óptica de que se adapte a las necesidades del proyecto a abordar y el coste financiero de la misma (en este punto incluiré la mención a los derivados financieros, seguro de que cada persona que lea este texto, tendrá su propia opinión al respecto).
• Mercado Alternativo de Renta Fija (en adelante, MARF): es una novedad reciente y aunque está en una etapa muy incipiente deberemos tenerlo muy en cuenta. El Mercado Alternativo Bursátil, tal y como se explica por parte de Bolsas y Mercados Españoles, se configura como una iniciativa para canalizar recursos financieros a un gran número de empresas solventes que puedan encontrar en este merado una vía para obtener financiación mediante la emisión de títulos de renta fija, y donde dicho títulos se puedan negociar.
Este mercado permite mayor flexibilidad y acceso para un universo de empresas más amplio, bajo mi punto de vista para aquellas empresas con una cifra de negocio superior a 50 millones de euros. En este mercado el emisor (es decir el demandante de la financiación) hace su propuesta de emisión de títulos de acuerdo a sus necesidades, tanto en plazo, como en periodicidad de pago de intereses y de devolución del principal, obviamente en condiciones de mercado para que pueda haber demanda de dichos títulos.
• Financiación a través de Sociedades de Capital Riesgo, etc.: se trata de empresas especializadas en facilitar financiación (principalmente, mediante la entrada en el capital de las mismas) al objeto de permitir el desarrollo de proyectos. Son negociaciones ad-hoc y requieren de determinados condicionantes que no se desarrollan en este artículo.
• Y como esquema general, las subvenciones, préstamos blandos, etc. que puedan conceder las Administraciones Públicas para el desarrollo de empresas, proyectos innovadores, apertura de mercados, etc. Nada desdeñable esta posibilidad y que conviene siempre considerar.
Como conjunción del desarrollo de un proyecto, considerando los recursos requeridos para su desarrollo y el coste de los mismos queda por comprobar la obtención de una rentabilidad positiva para la empresa, dado que el fin de las empresas es la obtención de beneficios. Para ello se elaboran proyecciones financieras obteniendo las rentabilidades del proyecto, planes de futuro, etc.
Todo esto que hasta aquí no ha dejado de ser un resumen de una función compleja y que requiere de un importante esfuerzo y conocimiento de muchos profesiones que se encuentran en las empresas españolas, se ha convertido en los últimos años en la función inversa. Me explico, la situación de las empresas españolas derivada de la crisis durante el periodo 2007-2014 (esperemos que este último sea el de final de la crisis) ha supuesto tener que adaptar estructuras de empresas a la realidad que el mercado les ha impuesto:
– Caída de la cifra de negocios en rangos del 40%-70%.
– Niveles de deuda que con los actuales cash flow se podrían pagar más o menos en “infinitos años”.
-Plantillas de personal productivo dedicadas a otras funciones al estar parte de las capacidades de producción infrautilizadas.
– Activos productivos y no productivos ociosos.
-Restricción de acceso a la financiación de circulante y la no existencia de financiación de largo plazo.
– Cambios en los modelos de negocio.
Con todos estos condicionantes la función financiera ha tenido básicamente que intentar:
a) Renegociar con entidades financieras cambios en las condiciones de la financiación mantenida con las mismas (incremento de los plazos de pago, reducción de las cuotas a pagar mediante carencias en la refinanciación acordada, etc.).
b) Desinversiones de los activos de la empresa, bajo la premisa de lo que más caja genere, al objeto de reducir deuda.
c) Realización de planes justificativos de decisiones empresariales (principalmente para ERES) a partir de información histórica y presente.
d) Gestión de los recursos financieros presentes para cumplir con las obligaciones comprometidas por la empresa con terceros y dar continuidad futura a la empresa.
e) Revisión de los cimientos de la empresa al objeto de identificar todo tipo de mejoras que puedan dar lugar a dicha continuidad.
Sin duda y aunque parezcan actividades muy distintas las indicadas a lo largo de este artículo, las mismas son las dos caras de una misma moneda.
Finalmente y aunque no tenga nada que ver con el fondo de este artículo querría dejar después de las reflexiones anteriores los “brotes verdes” que estoy viendo en mí día a día, y que sin duda permitirán la vuelta a su origen a la función financiera y que son bienvenidas por todos los actores:
a) Análisis de proyectos de inversión (adquisición de nuevas compañías/negocios, desarrollo de nuevos modelos de negocio, cambio de los sistemas de información, adquisición de activos productivos).
b) Análisis de financiación (borradores y contratos de préstamos con entidades financieras, empresas analizando operaciones en el MARF).
c) Incremento de personal en los departamentos financieros (adjunto al director financiero, controller financiero, etc.).