Sábado, 20 de Abril de 2024
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La diversidad como fuente de ventajas competitivas

La diversidad como fuente de ventajas competitivas
José Luis Gascó, Director IUIT de la UA en Club Buenas Decisiones

En un artículo anterior -“Las habilidades blandas”, terminaba diciendo “trabajar bien desde el área de Recursos Humanos de las organizaciones en todos los programas en relación con los empleados es, pues, fundamental, con especial énfasis en la selección y el seguimiento posterior de cada empleado, atendiendo a la diversidad de género, de origen social, geográfica, generacional como elementos importantes de conformación de la cultura de la empresa. Pero esta es otra historia”.

A esa otra historia es a la que quiero dedicar esta breve reflexión de hoy.

Y empiezo con una especie de declaración de principios: la diversidad, más que un reto o un desafío, es una realidad y, desde luego, una oportunidad para las empresas.

En el contexto de la globalización en el que estamos, y aunque parezca que la tecnología es la que marcará las diferencias, poner a las personas en el centro de la gestión y aprovechar todo su talento, es y seguirá siendo imprescindible para competir con ciertas garantías de éxito; para lo que es necesario adaptar esa gestión a la realidad de una sociedad que es diversa, y eso debe reflejarse también en las empresas, tanto por temas sociales y legales como de eficiencia organizativa.


La diversidad y la búsqueda del desarrollo individual de cada persona facilita el contraste de ideas, las opiniones y propuestas en libertad; facilita, en definitiva, la innovación y mejora los resultados del negocio.

Desde el año 2000, la Unión Europea identifica seis categorías sociales merecedoras de una protección especial: el género, la raza, la religión/creencias, la discapacidad, la edad y la orientación sexual, lo que, unido a los conocimientos, sentimientos y experiencias diferentes de las personas, ofrece oportunidades a las empresas tanto en el ámbito de la innovación y el compromiso como en la comercialización, si somos capaces de gestionar correctamente esa diversidad.

Ya no se trata tanto de integrar a los trabajadores en la cultura de la empresa, como reconocía Manuel Alejandre, director de Recursos Humanos de Procter&Gamble para España y Portugal, en una conferencia reciente en la Universidad de Alicante en el marco del Club de las Buenas Decisiones, como de incluir a las personas en la empresa. Y la inclusión coherente con los valores de la compañía, lo que pretende es que cada persona pueda aportar todo lo que sea capaz; va, por tanto, más allá de la integración, que lo que propone es que cuando uno entre en una empresa, se comporte como el grupo, replicando patrones, conductas, etc. lo que termina dificultando la innovación por ausencia de debate.

La diversidad y la búsqueda del desarrollo individual de cada persona facilita el contraste de ideas, las opiniones y propuestas en libertad; facilita, en definitiva, la innovación y mejora los resultados del negocio.

Y aunque hoy aún debatimos en torno a este asunto, estoy convencido que en un plazo breve de tiempo habrá desaparecido del nuevo pensamiento de la gestión para estar integrado en la misma de manera natural.

Así ocurre, por ejemplo, con las empresas internacionalizadas, que ya asumen de manera obvia la diversidad de culturas, idiomas, razas o nacionalidades como elementos clave para competir.

Francisco Belil, vicepresidente de la Fundación CEDE, en un cuaderno reciente de la misma Fundación sobre gestión de la diversidad, explica que: “Mientras los más jóvenes, la mayoría de ellos nativos digitales, aportan nuevas habilidades y nuevo talento, así como más creatividad, las generaciones mayores cuentan en su haber con más experiencia, perspectiva y conocimientos. Encontrar el punto de equilibrio que permita un intercambio productivo entre ellos, ha sido siempre uno de los retos de los equipos de gestión de personas”.

Este es un punto que me parece especialmente importante al que creo que no se está prestando la suficiente atención por parte de las empresas.

La mayoría seguro que compartimos que la transformación digital no es opcional para las empresas, pero en ocasiones olvidamos un aspecto fundamental: en este tiempo de cambio necesitamos savia nueva, gente joven, digital, que nos ayude en esa evolución tecnológica. Pero esas nuevas habilidades sin el conocimiento del negocio, no sirven; necesitamos equipos multigeneracionales, que integren el conocimiento de la tecnología con el conocimiento del negocio; y en ocasiones, viendo con cierta claridad el futuro, somos incapaces de gestionarlo cuando centramos nuestro foco solo en la tecnología, olvidando a los “mayores”, como rémoras que hoy ya no aportan -o al revés-. Y ese es un error grave.


Sigue existiendo en muchas organizaciones un “techo de cristal” para las mujeres que dificulta su acceso a puestos de dirección lo que no tiene ningún sentido

Trabajar sin descanso en la integración de equipos multidisciplinares, multigeneracionales y multiétnicos, es una garantía de progreso para hacer frente a este entorno global, digital y tan competitivo.

Sin olvidar a las personas con discapacidad que con frecuencia no pueden participar en condiciones de equidad ni en las empresas ni en la sociedad, porque nos centramos en sus limitaciones y no en sus capacidades, lo que impide la igualdad de oportunidades que la sociedad demanda y que también las empresas tenemos el compromiso moral y legal de atender, además de oportunidades de mercado que no debemos obviar.

Y por supuesto trabajando con decisión la perspectiva de género, de la que hablamos continuamente pero aún no hemos resuelto bien; vamos avanzando, pero estamos lejos de tenerla completamente integrada en las empresas, cuando parece evidente que es imprescindible aprovechar todo el talento disponible en la compañía.

Sigue existiendo en muchas organizaciones un “techo de cristal” para las mujeres que dificulta su acceso a puestos de dirección lo que no tiene ningún sentido (en España, solo el 22% de los puestos directivos están ocupados por mujeres), y en su ruptura debemos comprometernos todos, que incorporar la equidad de género en las compañías mejora sustancialmente su capacidad para competir.

La diversidad bien gestionada es una fuente inagotable de ventajas competitivas para la empresa, un lujo que no podemos desperdiciar.

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