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Barómetro de la recuperación: Horno La Torre, el resurgir de décadas de tradición panadera

Publicado a 09/04/2025 18:23 | Actualizado a 14/04/2025 11:27

Economía 3 sigue presente en la zona afectada por las inundaciones del 29 de octubre, dando voz al tejido empresarial perjudicado por la catástrofe a través de su Barómetro DANA. En esta ocasión, el foco vuelve a estar en las empresas golpeadas por el temporal para mostrar cómo han logrado levantarse.

Hace cinco meses, en el Horno La Torre era difícil ver la luz al final del túnel. Esta panadería, con cerca de 100 años de historia, fue uno de los muchos comercios arrasados por la DANA del 29 de octubre. Con el barro cubriendo el local y toda la maquinaria para tirar, resultaba casi impensable que el negocio volviera a abrir sus puertas. Sin embargo, lo ha logrado, como muchas otras empresas afectadas en la provincia de Valencia. Aun así, queda mucho por hacer.

Barómetro de la recuperación: Horno La Torre, el resurgir de décadas de tradición

En diciembre, dos meses después de la catástrofe, Rafa Arnal, dueño del Horno La Torre, reabrió su negocio sirviendo apenas tres o cuatro productos y cafés. Había que empezar por algún sitio. Aunque el local no estaba recuperado al 100%, volver a abrir era un paso simbólico y necesario para recuperar la normalidad.

Arnal reconoce que el proceso ha sido «durísimo» y que habría llevado mucho más tiempo sin la ayuda de los voluntarios: «Nos costó unos diez días sacar el barro. Si no llegan a estar los voluntarios, en un mes no lo quitamos ni de suerte». La solidaridad fue clave en esos primeros días, en los que vecinos, amigos y desconocidos se volcaron para ayudar a limpiar y reconstruir el horno.

Hoy, aunque el negocio sigue en proceso de recuperación, la panadería ha vuelto a ser un punto de referencia en la pedanía de La Torre.

«Una empresa parada es una máquina de perder dinero»

A punto de cumplirse medio año del temporal, que llegó a cubrir el horno con más de un metro de agua, Arnal mantiene el mismo optimismo de entonces, aunque con el desgaste de haber trabajado a destajo para recuperar la normalidad lo antes posible. «Hemos ido a contrarreloj, porque una empresa parada es una máquina de perder dinero. Teníamos que reabrir cuanto antes», señala.

A la izquierda, Rafa Arnal, propietario del Horno La Torre, junto a su hijo, Miguel Arnal, el 4 de noviembre de 2024. A la derecha, Rafa Arnal, el 9 de abril de 2025.

Las primeras semanas fueron «una locura», explica Arnal. Los comercios no solo tenían que limpiar y desechar todo lo que no servía, sino también gestionar ayudas, hablar con los seguros y ocuparse de trámites como reparaciones y compras.

«Los primeros días había que estar trabajando, y no podía permitir que todos los voluntarios estuvieran quitando barro mientras yo me pasaba el día al teléfono. Aunque era necesario, porque tenía que gestionar ayudas, seguros, la contratación de reparaciones de albañilería y la compra de maquinaria…», indica.

La parte más difícil y costosa, sin duda, ha sido recuperar la maquinaria, que todavía no es la misma que antes de la DANA. En el Horno La Torre había hornos de cocción, amasadoras, plegadoras, cámaras de refrigeración y una cámara de fermentación retardada con capacidad para 2.500 panes. Los daños causados por las inundaciones, según Arnal, causaron unas pérdidas de unos 750.000 euros.

Reformas y limpieza para poner todo a punto

Para reabrir el negocio, realizaron una reforma «mínima». Retiraron el sistema eléctrico dañado, reemplazaron los azulejos rotos y prácticamente reformaron toda la tienda, excepto el techo, ya que los mostradores quedaron destrozados. La nueva maquinaria se ha ido adquiriendo por fases y aún queda mucha por reponer. «No se puede solucionar todo de golpe», asegura.

A la izquierda, el obrador del Horno La Torre tras ser arrasado por la DANA. A la derecha, el obrador reformado.

Uno de los cambios más llamativos dentro del obrador ha sido la construcción de un muro que delimita la zona reformada tras la DANA de la que aún está sin renovar. Al cruzar la puerta que divide ambos espacios, todavía quedan restos de la devastación causada por el agua. Aunque ya limpia, esa parte del local sigue teniendo paredes por reparar y, en algunos rincones, aún se aprecia el tono marrón que dejó el barro.

Por el momento, la panadería ha conseguido volver a abrir sus puertas, pero con una oferta de productos más reducida que antes. De hecho, aún no pueden hornear su propio pan, ya que no disponen de toda la infraestructura necesaria. «Después de un parón tan fuerte, todavía nos falta maquinaria, así que hacemos lo que podemos», explica.

«Hacen falta más ayudas»

A pesar de las dificultades, Arnal asegura haberse sentido «totalmente acompañado por el pueblo y por los voluntarios». Sin embargo, en cuanto a las Administraciones, considera que «la situación les ha sobrepasado». Si bien reconoce que «económicamente han aportado algo», cree que «hacen falta muchas más ayudas». Además, critica que «en las labores de limpieza, por ejemplo, no han colaborado en absoluto».

A la izquierda, el mostrador cubierto de barro el 4 de noviembre de 2024. A la derecha, una dependienta sirve cafés junto al horno ya abierto el 9 de abril de 2025.

El Consorcio de Seguros ha abonado parte de la indemnización, pero no toda. Las ayudas directas, si bien son cantidades importantes, resultan insuficientes para cubrir la magnitud de los daños sufridos. En este sentido, Arnal subraya que «para recuperar completamente la normalidad, aún falta una mayor inversión y que el Consorcio de Seguros haga efectivo el segundo plazo de pago». Asimismo, remarca que «es fundamental que nuestros clientes se recuperen, porque dependemos de ellos» para seguir adelante.

La pedanía de La Torre ha ido volviendo paulatinamente a la normalidad tras aquel fatídico 29 de octubre, aunque sin olvidar a los vecinos que fallecieron durante las inundaciones. En esta pedanía de Valencia, junto con las de Castellar y Horno de Alcedo, perdieron la vida 17 personas.

«Los daños en el horno me dan pena, pero aquella noche, yo vi muertos. Sabiendo que mi familia está bien, los daños materiales se me olvidan. En otras circunstancias, me hubiera puesto a llorar, pero con lo que vi esa noche, me siento un afortunado», concluye el dueño del Horno La Torre.

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