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La nueva era de la recuperación de deuda bancaria: más inteligencia, más anticipación y menos fricción

Pablo Lorenzo, director de proyectos de optimización de capital y gestión de NPLs en pfsTECH, Director de proyectos de optimización de capital y gestión de NPLs en pfsTECH
Publicado a 06/04/2025

Hace una década, la recuperación de deuda bancaria en España era un proceso muy distinto al actual. La crisis financiera de 2008 a 2014, dejó un rastro de impagos, ejecuciones hipotecarias y un sector en reestructuración. Recibir una notificación de impago significaba un camino largo, incierto y lleno de tensión. Sin embargo, hoy la realidad es diferente: con regulación más estricta, tecnología avanzada y un enfoque preventivo, la gestión de deuda ha evolucionado hacia soluciones más eficientes y menos traumáticas para todas las partes.

Uno de los cambios más relevantes ha sido la drástica reducción del saldo dudoso. Desde 2014, la deuda impagada ha caído más del 76%, pasando de 133.000 millones de euros a cifras mucho menores. Esto ha sido posible gracias a la venta de carteras de créditos impagados a fondos de inversión y, sobre todo, a una gestión más proactiva por parte de los bancos. La prioridad no es solo recuperar la deuda, sino evitar que el impago ocurra en primer lugar.

La nueva era de la recuperación de deuda bancaria

La regulación ha sido clave en esta transformación. Refinanciar una deuda ya no es solo cuestión de reestructurar pagos: el cliente debe demostrar durante tres meses que puede cumplir con sus obligaciones sin problemas. El Banco de España ha endurecido las normas para evitar la acumulación de impagos sin acción por parte de los bancos. En este nuevo marco, la recuperación de deuda es un proceso más estructurado, con soluciones diseñadas para minimizar el impacto en los clientes y el sistema financiero.

La tecnología, el gran motor del cambio

La tecnología ha sido el gran motor del cambio. Con Inteligencia Artificial y análisis de datos, los bancos pueden identificar clientes en riesgo antes de que fallen en sus pagos. Esto les permite ofrecer alternativas a tiempo, como ajustes en plazos o pagos fraccionados, evitando así la morosidad crónica.

Además, la digitalización ha revolucionado la experiencia del cliente en este ámbito. Antes, resolver un impago requería negociaciones telefónicas o visitas a la sucursal, pero ahora, muchas entidades permiten gestionar deudas a través de plataformas digitales, donde el cliente puede consultar su situación y elegir la mejor opción sin necesidad de interacciones incómodas. Herramientas como Bizum se han convertido en un canal ágil para regularizar deudas de forma instantánea, lo que ha agilizado el proceso y reducido las fricciones. El uso de chatbots y aplicaciones también ha facilitado que el proceso sea más rápido y menos estresante, aumentando las tasas de recuperación sin recurrir a la presión tradicional.

Otra consecuencia positiva ha sido la reducción de la judicialización de las deudas. En el pasado, los impagos terminaban frecuentemente en los tribunales, con largos procesos que afectan tanto a clientes como a entidades. La mediación y la negociación han demostrado ser más efectivas, lo que ha llevado a una caída del 83% en las ejecuciones hipotecarias en la última década. De las 70.000 demandas anuales que se presentaban hace diez años, ahora apenas se registran 12.000.

El futuro es la personalización

A futuro, la recuperación de deuda seguirá evolucionando hacia una mayor personalización. Conocer a cada cliente y adaptar las estrategias a su situación específica será clave para mejorar la eficacia del proceso. En este sentido, los canales de comunicación jugarán un papel fundamental. Si bien los métodos tradicionales, como llamadas telefónicas, siguen en uso, cada vez más clientes prefieren resolver sus impagos digitalmente. De hecho, actualmente el 95% de las recuperaciones se resuelven por vías digitales, un reflejo de cómo ha cambiado la relación entre bancos y clientes en este ámbito.

Otro reto importante será la gestión de deuda empresarial. Aunque el recobro en clientes particulares ha avanzado notablemente, la recuperación de impagos en empresas sigue siendo un desafío. No todas las entidades cuentan con la especialización necesaria para manejar este tipo de deuda de manera eficiente, lo que podría llevar a una mayor concentración del sector en manos de actores especializados.

En definitiva, la recuperación de la deuda bancaria ya no es lo que era. Se ha convertido en un proceso más inteligente, menos invasivo y mucho más eficaz. La combinación de una regulación clara, tecnología avanzada y un enfoque colaborativo ha permitido transformar un sector tradicionalmente asociado al conflicto en una herramienta de solución y prevención.

Las entidades que sepan anticiparse y adaptarse a esta nueva realidad no solo mejorarán sus tasas de recuperación: fortalecerán la relación con sus clientes. En este nuevo escenario, la clave será adelantarse al problema, no perseguirlo. Porque, al final del día, la mejor estrategia de recuperación es aquella que evita que la deuda se convierta en un problema.

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