El 1 de mayo llegaba con la publicación de la oferta del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) de casi 11.500 millones de euros -mediante un canje de acciones- para hacerse con el 100 % del Banco Sabadell, un 17 % más que su valor en bolsa. De consolidarse la fusión bancaria, esta supondría de facto la creación del segundo mayor banco de España y el tercero de Europa, solo por detrás de BNP Paribas y el Santander.
La fórmula que propone el banco presidido por Carlos Torres para llevar a cabo la compra pasa por la entrega de uno de sus títulos por 4,83 del Sabadell, sin dinero de por medio, según ha desvelado este miércoles a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Esto supondría que los actuales accionistas del Sabadell pasarían a tener un 16% del grupo resultante, lo que a ojos del BBVA les da la oportunidad de beneficiarse también del valor que genere la operación.
Este sería el segundo «round» del intento de unión entre ambas entidades. La tercera y cuarta mayores entidades del país ya trataron de forma un ente único en 2020, intento que finalmente no culminó debido a la falta de sintonía entre ambas direcciones.
La propuesta, al detalle
Según lo trascendido, BBVA se ofrece a pagar la operación exclusivamente con acciones, mediante un canje de 4,83 títulos del SAB por cada acción del BBVA, con una prima del 17% sobre el último cierre en Bolsa del pasado martes. La oferta tasaría al grupo resultante en casi 74.000 millones de euros. En cualquier caso, la valoración propuesta, de 2,1 euros por acción, está por debajo del valor en libros del SAB, de 2,64 euros, según sus últimos resultados trimestrales.
La entidad bilbaína prevé afrontar esta operación con una ampliación de capital, cuyas nuevos títulos serían íntegramente suscritos por los accionistas del SAB. De este modo, los actuales dueños de este banco pasarían a ostentar el 16% de la nueva entidad fusionada.
Desde la dirección del -de momento- tercer banco más grande del país, estiman que con más de un billón de euros de activos y 100 millones de clientes, el nuevo banco sería más competitivo y rentable. Igualmente, pondera el perfil digital del SAB y su negocio británico.
Una fusión bancaria estratégica
La nueva entidad se convertiría en una de las mayores y más sólidas entidades financieras en Europa, con activos totales por encima del billón de euros y más de 100 millones de clientes a nivel mundial, con la ambición de ser el mayor banco por capitalización bursátil de la zona euro, según destaca el BBVA. Igualmente supondría el segundo banco español por oficinas, crédito y depósitos, por detrás de CaixaBank, y se quedaría como uno de los 10 mayores bancos de la Eurozona.
El comprador está convencido de que junto al Sabadell crearían una entidad más «competitiva y rentable», con resultados que crecerían en los próximos años a pesar de un contexto económico con perspectivas de bajadas de tipos de interés y un previsible menor crecimiento de la inversión crediticia en Europa.
Se refiere también al «encaje estratégico, con modelos de negocio complementarios» y a la presencia que la nueva entidad tendría en el Reino Unido, donde está ya presente el Sabadell a través de su filial TSB, así como en México, Turquía y América del Sur.
La banca española, en un proceso de concentración
Previamente a la llegada de la crisis de 2008, las cinco primeras entidades españolas acaparaban el 42% de activos bancarios del país. Más de una década después -en 2021- la cifra había ascendido en 27 puntos, hasta el 69%, según los datos del Banco Central Europeo (BCE). Este proceso de concentración bancaria se ha traducido en que, de las más de 55 entidades que existían antes de la crisis, en la actualidad apenas queden una decena de firmas operando en nuestro país.
En 2012, en medio de una crisis de deuda que amenazaba con socavar la economía española, Bruselas y el Banco de España promovieron la consolidación bancaria como una medida para abordar los problemas de solvencia y estabilizar el sistema financiero. En un contexto en el que el Tesoro ofrecía rentabilidades superiores al 7% para colocar deuda pública, la necesidad de fortalecer la solidez de las entidades financieras era imperativa.
La coyuntura se vio agravada por una debilidad estructural en el sector bancario español: la dificultad para generar ingresos debido a los tipos de interés negativos y la consiguiente erosión de la rentabilidad y la eficiencia. Ante este panorama, la fusión y adquisición de entidades se presentó como una vía para mejorar la eficiencia operativa y la rentabilidad, a través de economías de escala y la optimización de recursos.
Más de una década después, el resultado de este proceso es evidente: los tres principales actores del sector bancario español – Santander, BBVA y CaixaBank– controlan en la actualidad hasta 29 entidades que operaban de manera independiente antes de la crisis. Además, el sistema financiero español está dominado por apenas diez grandes grupos, incluidos Sabadell, Bankinter, Unicaja, Kutxabank, Cajamar e Ibercaja.