No son declaraciones mías, pero no puedo estar más de acuerdo con ellas.
En estos días, en los que la vorágine de la campaña electoral nos inunda de buenos propósitos que luego no siempre se cumplen, hay un mantra que todos nos deberíamos repetir y es precisamente este: «Vivir bien, es vivir haciendo bien las cosas».
Estas fueron las declaraciones, ante la pregunta de si se sentía empresario o no, de un psicólogo que venía de trabajar en varios manicomios en los años 70 y que descubrió que trabajar iba bien para las personas. Así que en 1982 se fue a visitar al alcalde de Olot (Girona) y le dijo: «Quiero montar una empresa con 14 personas con problemas mentales».
Pues bien, aquello que en principio «podía parecer una locura» y que inició su actividad en una sala del convento del Carme de Olot, cedido por el Ayuntamiento, 41 años después, es una fundación que emplea a más de 500 personas en situación de vulnerabilidad.
En esta fundación producen yogures, mermeladas, helados y postres en varias fincas y naves de su propiedad y alcanzan un volumen de facturación de más de 30 millones de euros que reinvierten en el gran proyecto social que llevan a cabo.
Hablo de La Fageda y las declaraciones fueron las de su fundador, Cristobal Colón. A él y a parte de su equipo tuvimos el placer de conocerles, el pasado miércoles, en nuestro Club Deportivo Empresarial Alcatí, situado en La Albufera de Valencia, donde nos dieron una pincelada de este proyecto social que, según ellos mismos declaran, pretende ser un modelo de inspiración para crear valor a la sociedad, ¡y vaya si lo son!
Este es un claro ejemplo de que la colaboración público-privada pensando en el bien común puede ser rentable económica y socialmente.
Precisamente en España, hay 4,3 millones de personas con alguna discapacidad de las cuales alrededor de 260.000 son personas con discapacidad intelectual.
Visibilizar proyectos como el de La Fageda que ofrece vías de inclusión social es fundamental para nuestra sociedad. Desde esta tribuna, hoy queremos poner en valor la importancia, una vez más, de que el trabajo y las empresas cohesionan a la sociedad y ayudan a vivir bien, siempre que vivamos haciendo bien las cosas.