Mira Milosevich es la investigadora principal para Rusia, Eurasia y los Balcanes en el Real Instituto Elcano, así como profesora asociada de The Foreign Policy of Russia en School of Global and Public Affairs de la International University.
También ha asesorado al Parlamento Europeo, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o al Departamento de Estado de los Estados Unidos, entre otros organismos internacionales.
Durante la Noche de las Finanzas de Forinvest, la especialista ha sido una de las ponentes principales, junto al embajador español ante la OCDE, Manuel Escudero, en un diálogo acerca de la encrucijada en la que se encuentra Europa. Milosevich ha adelantado a Economía 3 alguno de los puntos claves de esta charla.
Correlación de fuerzas
-Si bien en Occidente la condena a las acciones rusas en Ucrania es unánime, no parece ser el caso de otras grandes economías como India o China. ¿Asistimos a una reordenación del balance de fuerzas y al nacimiento de un mundo multipolar?
La mayoría de los países en la Asamblea de las Naciones Unidas han condenado la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, sólo el 16,1% de la población mundial ha impuesto sanciones económicas y financieras a Rusia, si bien es cierto que, pese a ser una minoría, suponen el 61,2% del PIB mundial. Estos datos demuestran que existe una clara división entre Occidente y el resto del mundo.
Así pues, los países que han impuesto sanciones son democracias liberales, mientras que el resto de estados ha preferido, por diferentes razones, no imponer sanciones. Una de estas razones es que ven la guerra como un asunto europeo meramente. Otros no dan el paso porque dependen mucho de diferentes exportaciones rusas. Es correcto afirmar que existe una división clara.
Dentro de este 83,9% restante claramente surgen diferentes polos de poder, entre ellos Rusia, China, India, Brasil o México. No estoy tan segura, sin embargo, de que este mundo vaya a ser multipolar en el sentido que le hemos dado a este concepto durante y después de la Guerra Fría. Lo que estamos presenciando es una consolidación del bloque de Occidente en torno a la OTAN, para el cual la guerra de Ucrania ha sido como un wake up call (un toque de alarma).
Por otro lado tenemos una fragmentación del resto del mundo, en el que Estados Unidos todavía tiene un poder enorme y prueba de ello es su rivalidad con China en la zona de Asia-Pacífico. Estamos observando también el poder norteamericano a la hora de liderar la oposición contra Rusia en Ucrania. El mundo va hacia una fragmentación, pero Estados Unidos desea conservar su fuerza y su posición de líder del mundo occidental.
Ya en 1994, cuando todo el mundo hablaba del concepto de «fin de la historia» de Francis Fukuyama, el ex secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, alertaba de que nos dirigíamos a un modelo multipolar. Lo hizo refiriéndose a países como India, China o Rusia, pero sin considerar a la Unión Europea como un actor estratégico por sí mismo.
Es importante tener en cuenta que la idea de un mundo multipolar no aparece de la nada. La narrativa china o rusa viene hablando del mundo «post occidental» desde 2007. Este es un discurso por parte de los actores no occidentales muy presente en la opinión pública.
El nuevo papel europeo
-Recientemente se produjo un incidente en la gira africana de Emmanuel Macron, en el que el presidente de la República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi, ponía en un aprieto al dirigente francés refiriéndose a cómo los países ex coloniales continuaban tratando a los africanos con paternalismo. ¿Cuál puede ser el papel de Europa en esta naciente correlación de fuerzas?
Lo que ha demostrado la guerra de Ucrania es que Europa no es ya un actor estratégico independiente y que la OTAN sigue siendo el marco de la seguridad y defensa europeas. Venimos de años en los que Macron aseguraba que la organización transatlántica sufría una muerte cerebral, y, de repente, vemos que le está salvando los muebles a Europa. La dependencia de los Estados Unidos ha aumentado, sobre todo en seguridad y defensa. La mayor parte de munición y de armas que están utilizando los ucranianos viene de Estados Unidos
Paralelamente Europa está aumentando también su dependencia energética con Norteamérica, en concreto con la importación de gas licuado para tratar de desligarse del gas ruso. Por mucho que hablemos de lograr la autonomía estratégica, esta se trata más bien de un objetivo a largo plazo, un ideal, del que hoy por hoy estamos muy lejanos.
En términos tecnológicos y de transición energética, Europa patalea un poco más y se enfada con los Estados Unidos por aprobar las inversiones a las empresas de energía verde, que perjudican a las empresas europeas. En lo tecnológico estamos en serio peligro de convertirnos en el patio de juego entre China y los americanos. ¿Cuál es el papel de Europa? Aspirar a una autonomía estratégica y tratar de contribuir a la relación transatlántica, ayudar a Ucrania.
Europa es la gran perdedora de la guerra de Ucrania en todos los sentidos.
Una hoja de ruta propia
-En la reciente cumbre de Davos, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, hablaba de que no necesariamente la hoja de ruta norteamericana beneficiaba a Europa. ¿Hay cabida para que los estados europeos tengan una hoja de ruta propia o estamos condenados a hacer una política de seguimiento de los Estados Unidos?
Desde la Segunda Guerra Mundial, Europa ha dependido de los Estados Unidos. Compartimos valores, el modelo político de la democracia, pero eso no significa que compartamos intereses. La prioridad de los americanos en este momento está en China y Asia-Pacífico, pero han tenido que centrarse en Europa porque percibían que está en peligro. En este caso creo que Europa debe mirar caso por caso dónde puede defender sus intereses. Aunque una cosa es desear y otra poder hacerlo.
El interés europeo es convertirse en un actor estratégico independiente, pero eso tiene sentido si se va en la relación de fortalecer la OTAN, así como su seguridad y defensa. Debe ser un actor más fuerte dentro de la propia alianza.
Una guerra larga
-Cerrando un poco más el foco sobre la guerra de Ucrania, mientras hablamos, las tropas de la federación rusa completan el cerco y se adentran en la ciudad ucraniana de Bakhmut. Esta batalla parece haberse convertido en un símbolo para el gobierno de Volodímir Zelenski, pero también para Yevgueni Prigozhin, el oligarca ruso al frente del grupo Wagner. Si finalmente cae, ¿qué cree que puede significar para el desarrollo del conflicto?
Bakhmut, como usted mismo ha dicho, tiene un valor simbólico y estratégico. Ucrania no está perdiendo la guerra, pero debemos de reconocer que tampoco la está ganando, hay una diferencia muy grande. Por tanto, la pérdida de esta batalla es algo estratégico porque supone una ruptura en la línea de defensa ucraniana.
Perder Bakhmut no es fácil para el gobierno de Zelenksi y prueba de ellos es cómo el Ejército ucraniano ha fortalecido la defensa de la ciudad. También ha existido la intención de desgastar a Rusia, entreteniéndola en este punto e incapacitándola para atacar en otras zonas.
Con respecto a Prigozhin, creo que seguramente exista una cierta rivalidad, pero no hay que olvidar que tanto los mercenarios de Wagner como el Ejército ruso tienen el mismo objetivo de ganar la guerra y no van a ir unos contra otros. Además, hay que tener en cuenta que, mientras mueren los mercenarios, gente pagada para matar y morir, los moscovitas están tranquilos. La gente prefiere que mueran mercenarios en lugar de sus hijos.
Esta rivalidad puede estar hinchada artificialmente, aunque seguro que existe. Si Prigozhin sobrevive la guerra, que estoy segura de que lo hará, pedirá un protagonismo político en Rusia. Hasta ahora había estado siempre a la sombra.
Resiliencia rusa
-Continuando con el oligarca, Prigozhin afirmaba recientemente en una entrevista a un medio ruso que el grupo Wagner se estaba preparando para que la guerra durase tres o cuatro años más. ¿Puede la economía rusa resistir una guerra de esta intensidad durante ese periodo de tiempo?
La economía rusa lleva enfrentándose a las sanciones desde 2014 y ha tenido tiempo de adaptarse durante los últimos siete años. Al comienzo de la guerra los analistas esperaban que su economía se contrajese un 20%, y finalmente lo hizo tan sólo un 2%. La diferencia es muy grande, aunque ello no significa que no se contraiga más en el futuro.
Rusia es un país enorme, autosuficiente y está conquistando nuevos mercados para su energía. Tiene dos clientes insaciables que son China e India. Esto está amortiguando las sanciones económicas y, además, hemos visto cómo lograba adquirir tecnología sancionada a través de los países del ex espacio soviético.
Lo cierto es que Rusia se ha preparado para una guerra larga y para vivir bajo sanciones
Es difícil pronosticar si el país podrá resistir en el largo plazo, aunque lo cierto es que Rusia se ha preparado para una guerra larga y para vivir bajo sanciones. Las élites políticas rusas apoyan a Putin y esto es muy importante. Hasta ahora han demostrado que están aguantando, las sanciones van funcionando, pero no quiere decir que puedan cambiar el curso de la guerra.
¿Resiliencia europea?
-Tras un año de guerra, la percepción pública sobre la guerra de Ucrania en Occidente va cambiando. ¿Podrán las economías occidentales y sus élites políticas mantener el paso?
Es normal, la gente quiere que se acabe la guerra, ¿quién no? En España es poco más de un 60% la población que percibe a Rusia como la agresora y como una amenaza en el sentido más amplio del término, en tanto que miembros de la Unión Europea.
Lo peor todavía no ha llegado. Lo que no se dice es que este año nuestras reservas estuvieron compuestas por un 40% de energía rusa, ya que las sanciones comenzaron el 1 de diciembre. España y todos los países europeos aumentaron la compra de petróleo y gas ruso antes de las sanciones. La verdadera prueba de fuego será el final de 2023, cuando no contemos con ese 40% de energía barata rusa y debamos crear las reservas de este año comprando de quien podamos.
La guerra durará años, va para largo
En los Estados Unidos, por ejemplo, el apoyo a Ucrania era del 60% de los norteamericanos en 2022, mientras que en la actualidad ha bajado al 48% en la última encuesta. En Europa veremos previsiblemente algo parecido a medida que vayamos enfrentando las consecuencias. Esto puede influir en el auge de populismos y protestas sociales para finales de años. La guerra durará años, va para largo.
Desgastar a Rusia
-¿Es posible que, si la guerra dura lo suficiente, las potencias occidentales se vean arrastradas a ella?
Las potencias occidentales han decidido no dejarse arrastrar a ella porque significaría una guerra total, es decir, nuclear. Rusia tampoco tiene interés en entrar en una guerra con la OTAN, porque la perdería, pero el desenlace sería sin duda nuclear. Esto no se debe producir.
Creo que existe una estrategia de Occidente para desgastar a Rusia a largo plazo, pero sin entrar en guerra. Quieren hacerlo a través de la guerra de Ucrania y las sanciones financieras.
El papel chino
-Con el conflicto en vías de convertirse en una guerra larga, todo el mundo parece mirar de reojo a China. El país parece mantener de momento una neutralidad pragmática, sin embargo, existen rumores acerca de posibles envíos de suministros a Rusia. ¿Cuál cree que será el papel de China si se alarga la guerra?
China no quiere que Rusia pierda esta guerra, porque esos significaría que la ha ganado Estados Unidos. China aspira a un orden internacional multipolar y, en ese sentido, ha ayudado a Rusia a esquivar las sanciones económicas. Lo hace, por ejemplo, siendo un mercado gigantesco para el petróleo ruso.
El país asiático no apoyará abiertamente a Rusia enviándole armas, pero sí existe un apoyo tácito. La propuesta de paz china al conflicto de Ucrania es un buen ejemplo. En ella se pone al mismo nivel al agresor y al agredido, sin distinguir y no imponiendo castigo alguno.
El papel de China será clave en el conflicto y por eso creo que existe tanta presión por parte de Estados Unidos diciendo que los chinos están vendiendo armas. Esto recuerda mucho al comienzo de la guerra, pero no creo que China quiera involucrarse directamente en el conflicto, pero sí ayudará económicamente.