El de «Sur», una moneda común que conectaría las economías argentina y brasileña y reforzaría su comercio internacional, no es un proyecto nuevo. La idea ha estado sobre la mesa en diferentes ocasiones a lo largo de estos años. El último intento por sacar adelante esta divisa se truncó en 2019, cuando el Banco Central do Brasil se opuso a ella al considerar que la elevada inflación argentina podía poner en peligro la economía del país.
No obstante, algo ha cambiado durante los últimos años. La inflación es ahora una preocupación global y la inestabilidad socioeconómica por la que pasan ambos países, con Argentina atravesando una crisis política que les llevó a tener tres ministros de Economía en 2022 y el reciente intento de asalto a las Instituciones brasileñas; ha convertido la estabilidad más en un fin de la moneda que en una condición sine qua non.
De lograr sacar adelante esta nueva divisa, la unión monetaria entre Brasil y Argentina supondría cerca del 5% del PIB mundial. El proyecto dejaría además la puerta abierta a nuevos posibles miembros, por lo que su valor real podría no estar tan lejano al 14% que representa la Unión Europea.
Un desafío al dólar
Uno de los menos interesados en que esta nueva divisa vea la luz son los Estados Unidos, ya que supondría desenganchar la economía de ambos países de la primacía del dólar norteamericano. Con el hegemón occidental centrado en reafirmar su control en una Europa en guerra y en aguantar el pulso del gigante asiático; América Latina, con una mayoría de gobiernos de corte socialista, maniobra con cierta autonomía.
Si finalmente los argentinos y brasileños adoptan esta moneda común, explica Frederic Mertens, profesor de Relaciones Internacionales y Unión Europea de la Universidad Europea (UE), con toda probabilidad abrirán la puerta a que se incorporen otros países de Latinoamérica. «Tampoco se excluirá a los países que componen los BRICS, por lo que todo esto tendrá incidencias geopolíticas», afirma.
«Estamos en un momento de guerra fría monetaria mundial, con EE.UU. y China como grandes protagonistas. Para los americanos el hecho de que en América Latina haya una voluntad clara de desligarse de la influencia de su dólar sólo favorece a los chinos. Yo trabajé hasta 2015 para la Administración pública brasileña y te puedo decir que las empresas chinas estaban ya por todos lados. Ahora falta ver cuál es la reacción de los americanos», asegura Mertens.
Faltó presencia
Para el ingeniero argentino Cristian Desideri, vicepresidente del Foro de Reflexión, la influencia económica actual de China en el continente «es una cuestión de física». Los espacios comerciales que dejaron libres los países europeos y Estados Unidos, explica, han sido ocupados por otros jugadores.
«En el caso de América Latina, a partir del año 2000, China comenzó a ocupar los espacios de inversión. El vínculo comercial de América del Sur con China es muy grande. El desafío para los europeos es volver a ver América Latina como un lugar natural por su historia, su vínculo cultural y su proximidad», asegura Desideri.
El desafío es doble, Europa ya no cuenta con la primacía en los mercados latinoamericanos que ha disfrutado históricamente. El territorio está en disputa y el final es incierto. Lo que sí podemos saber, asegura el vicepresidente, es que la familiaridad de las empresas argentinas con las españolas es mucho mayor, pero «ha faltado presencia».
Mucho por hacer
La realidad, por el momento, está todavía muy lejana a algo así como un mercado común al estilo europeo. Según afirmaron recientemente tanto el ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, como el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, el objetivo es todavía encontrar un instrumento denominador comercial común que refleje el potencial económico de la región.
«Cuando desde Argentina se habla de moneda común se toma como referencia la experiencia del euro, que fue un proceso que llevó cuatro décadas. Este es un primer paso pero va a llevar tiempo, de momento este acuerdo es, en una primera instancia, un mecanismo para financiar exportaciones a un año, buscando poner solución al problema de divisas, de dólares, que tenemos», explica Cristian Desideri.
Y sentencia: «La moneda no es algo inmediato. No hay que generar falsas expectativas. Sí es un camino a transitar en el que tenemos que ir planteando esquemas que permitan un incremento sustancial en el crédito comercial disponible para el sector privado. En definitiva, crear riqueza».