La semana pasada hacía referencia a los valores castrenses entre los que se encuentra el valor.
Pues bien, valor es lo que hay que tener también para ser emprendedor, y parece que en este punto no estamos tan mal dentro de Europa, ya que España se sitúa como el cuarto país europeo en número de startups, con más de 10.500, según revela el informe Spanish Tech Ecosystem, que fue presentado en el South Summit 2021.
Precisamente, en este mes de septiembre, se prevé que llegue al Congreso la Ley de Startups, tal y como anunció la ministra Nadia Calviño antes del verano.
Y aunque es una ley esperada por la singularidad de este tipo de empresas y porque nos permite jugar en el mismo terreno que el resto de los países, también tiene algunos puntos de mejora que destacan desde el ecosistema emprendedor y sobre los que me gustaría destacar dos especialmente:
Por un lado, la figura del emprendedor en serie, que es aquella persona que, con todo su valor, decide emprender en más de una ocasión. Porque no es fácil alcanzar el éxito en la primera empresa que se crea, lo más habitual es tener que emprender en más de una ocasión. Y esta ley limita a tres las veces que este emprendedor en serie se puede acoger a los beneficios destinados a este tipo de empresas.
Y, por otro lado, sería deseable que se incorporaran mayores beneficios fiscales para empresas ya consolidadas que quieran apoyar proyectos de startups.
Estas dos figuras son las que más van a ayudar a la creación de empresas, el emprendedor en serie y las empresas consolidadas, porque ambos llevan en el ADN el valor de ser empresario. Sin ir más lejos, en España hay más de 366 grupos de inversión en este tipo de empresas, frente a 6.446 inversores privados.
Un concepto, el del emprendimiento que, por otro lado, deberíamos potenciar más en las aulas; la innovación, la resolución de problemas, la organización de equipos o el aprendizaje sobre cómo vender un producto…, son experiencias que forjan el espíritu de superación, tan necesario en los tiempos actuales.
Otras de las reclamaciones que hacen este tipo de emprendedores son las siguientes: facilitar los trámites burocráticos y especialmente al inversor extranjero; flexibilizar que los desempleados creen su propio negocio mientras están cobrando el paro; aplicar bonificaciones en la Seguridad Social. Este colectivo propone también iniciativas de coinversión pública como ocurre en otros países, mientras que las biotecnológicas e industriales reclaman, igualmente, que la definición de startup sea más amplia para beneficiarse fiscalmente, dada su idiosincrasia.
Actualmente, hay unos 140.000 empleados en el ecosistema startup algo que, sin duda, debemos potenciar e incrementar. Necesitamos que la inversión privada siga creciendo.