Esta semana se ha hablado de la nueva ‘revolución tecnológica’, a colación de la Ley de Chips que ha impulsado la Unión Europea y el Plan de Recuperación dotado por el Gobierno español con 12.250 millones de euros con el fin de reforzar la industria de la microelectrónica y los semiconductores en nuestro país.
Resulta paradójico que, en los años 90, Europa, EE.UU., y Japón fueran los líderes de la producción mundial de semiconductores -Europa en aquel momento suministraba el 44% de los chips del mundo- y treinta años después nos encontremos con que no tenemos suficiente material para suministrar a todas las industrias que lo precisan en sus procesos, tales como la industria del automóvil, las comunicaciones, la electrónica de consumo o el hardware informático, entre otras.
Y es que actualmente son China, Taiwán y Corea del Sur las que mueven los hilos de los microchips y concentran el 87% del mercado mundial.
Y ahora que nos hemos dado cuenta de que la Industria es importante queremos recuperar la producción y volver a ser alguien en el mapamundi de los microchips.
Precisamente, el éxito de la empresa taiwanesa TSMC radica en que decidieron producir y no solo diseñar, y es ahí donde debemos tomar el timón y donde los empresarios deberían de unirse para volver a liderar esta industria ya que, al parecer, contamos con un tejido empresarial local que se ha ido especializando en diseño y en I+D de semiconductores, con talento y experiencia.
Y, sin embargo, estamos esperando a que uno de los grandes actores mundiales quiera establecer uno de sus nuevos centros en España, pero sería mucho más interesante movilizar a la iniciativa privada tanto para invertir como para ejecutar
Así como en el fenómeno de las ‘startup’ se levantan grandes sumas de dinero. Concretamente, en 2021 se levantaron 4.300 millones y este año ya llevamos 1.500 millones, en una industria consolidada y sumamente necesaria como es la de los microchips deberíamos unirnos y pensar cómo sacarla adelante porque significa apostar a caballo ganador.