Desde hace varios años, décadas incluso, nuestro día a día se desarrolla en un entorno de gran globalidad. Por supuesto, la economía, no se ha mantenido –ni se mantiene- al margen de este fenómeno. Es más, es uno –probablemente, el mayor- de sus baluartes. De este modo, los países, las instituciones y, como no podría ser de otro modo, las empresas interactúan unas con otras de forma permanente independientemente de la zona geográfica en la que se encuentran.
No obstante, y a pesar de que la tendencia hacia una sociedad cada vez más globalizada se sigue intensificando, la tolerancia al riesgo de los mercados financieros varía de forma considerable en función de la localización geográfica en la que se producen las transacciones.
Así, en Economía 3 analizamos el concepto de riesgo país, su origen y los indicadores que normalmente se utilizan para determinarlo. Por último, examinaremos y compararemos el Riesgo País de algunas de las economías más relevantes de la economía mundial.
Concepto y Origen
El riesgo país podría definirse como la inseguridad que existe hacia un país a la hora de afrontar transacciones financieras con él. Este término es especialmente relativo a la inversión extranjera. No obstante, existen varios indicadores para medirlo o determinarlo (prima de riesgo, uno de los más habituales, rating, etc).
En definitiva, el riesgo país es un mecanismo que permite diagnosticar si un país es un escenario óptimo para la inversión o no. A raíz de sucesos relevantes y simbólicos –como el que se produjo en 1973 y derivó en lo que se conocería posteriormente como crisis del petróleo- el concepto de riesgo país comenzó a ser más relevante.
Factores que intervienen en su cálculo
Algunos de los principales componentes que se analizan para asignar una calificación de riesgo a un país son el área macroeconómica, la estabilidad política o la credibilidad de su sistema financiero –especialmente el bancario-.
En función de la eficiencia y el saneamiento de cada uno de estos factores, las agencias de calificación crediticia asignarán una calificación crediticia al país en cuestión. El rango de notas va desde AAA (máxima y mejor calificación posible) hasta la D (por ser la inicial de suspensión de pagos en inglés: ‘Default’). A partir de BBB- (incluida) se considera que un país es ‘investment grade’ o grado de inversión. Por el contrario, por debajo de BBB- son notas de rating que consideran la deuda de una nación ‘high yield’ o bono basura.
Debido a la importancia de estas clasificaciones, los Estados y las empresas analizan exhaustivamente cualquier operación de financiación o comercio exterior que implique grandes movimientos de capital. Así, instituciones en España como el CESCE (Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación) desempeñan un papel clave para dar cobertura a este tipo de operaciones.
Alemania y Estados Unidos, las más seguras. Rusia al borde del Default
Dado su rating crediticio, Alemania y Estados Unidos representan, por excelencia, la seguridad para los inversores. Ambas son las locomotoras de las que, a día de hoy, continúan siendo las dos principales áreas económicas del mundo (Estados Unidos y la Unión Europea). Su clasificación de AAA representa su notoria situación económica financiera. Además la estabilidad política de estos dos países y su posición dominante, en lo relativo al comercio mundial, las posiciona y las valora tan positivamente.
En la parte intermedia de la tabla se visibilizan, también, grandes economías. No obstante, en estos casos existen ciertas reticencias de los mercados a estas naciones y las privan de la máxima clasificación (estancamiento en Francia y Japón, régimen autoritario en China, etc). Por el contrario, el parte inferior de la tabla nos encontramos con economías o que bien ya han impagado o se encuentran en una situación próxima a hacerlo.
Rusia, al borde del abismo económico
El caso más evidente sería el de Rusia, con una valoración que la sitúa al borde del impago y que, probablemente, empeore en su próxima revisión. El conflicto bélico que mantiene con Ucrania agravará con certeza su situación. De hecho, la primera ola de sanciones derivaron en una implacable depreciación del rublo hasta los 130 rublos por dólar. Teniendo en cuenta que antes de la invasión la divisa rusa cotizaba a 80 rublos por cada unidad de su análoga estadounidense el empeoramiento resulta evidente. Además, el hecho de que varias de las primeras economías del mundo (Estados Unidos, Alemania, Francia, etc.) hayan prometido buscar alternativas a la dependencia energética de Rusia agravará, aún más, la ya deteriorada economía rusa.
Por último, España se encontraría en una zona alta/intermedia con una clasificación de A-. Es decir, con el respaldo de los mercados e inversores (‘investment grade’) pero no sin dudas (alto nivel de desempleo, fuerte endeudamiento público, sistema de pensiones, etc.) de éstos hacia ella.