Lo de la reforma laboral y el 28 de diciembre
Acabemos rápido con el absurdo debate nominativo. Derogación de la reforma, reforma de la reforma, nueva legislación… Más allá de debates políticos considerablemente estériles -podrían hacer el enfrentamiento más evidente y proponer que la nueva reforma laboral lleve el apellido Calviño o Díaz; PSOE o Unidas Podemos…- , lo importante, como diría aquel, son las cosas del comer.
Y, en gran medida, eso se negocia estos días en esa mesa en la que Gobierno propone y patronal y sindicatos fingen estar muy alejados, para así meter presión, hasta la llegada del último Consejo de Ministros del año, dado que la fecha límite para llegar a un pacto es el 31 de diciembre. Se da la circunstancia de que esa reunión del Ejecutivo de Pedro Sánchez -y Yolanda Díaz- tendrá lugar, previsiblemente, el 28 de diciembre. Les dejo a ustedes la broma.
Publicamos en Economía 3 un intento de verter luz sobre qué está sobre la mesa en la negociación sobre la reforma laboral. Poca broma. Para empresas y trabajadores. La llamada ‘gran renuncia’ estadounidense nos debería poner en alerta. Pero es que, además, como pueden leer en el citado artículo, las autonomías con mayor temporalidad y precariedad -los dos objetivos a batir con esta reforma- son las menos productivas, las que menos empleo generan y las que aportan menos valor añadido en sus quehaceres.
«¿Cómo puede ser que las políticas de formación sigan siendo tan cercanas a la inutilidad en este país?»
Pero, señalados las dos problemáticas principales a las que agentes sociales y Gobierno deben responder, vale la pena resaltar algo más. ¿Cómo puede ser que las políticas de formación sigan siendo tan cercanas a la inutilidad en este país? Solo hay que echar la vista hacia el norte europeo y copiar. Porque todo está inventado. Los procesos de creación siempre parten, voluntaria o involuntariamente, de una copia o, al menos, inspiración.
Un parado, de los que lamentablemente en España tenemos más de lo aguantable en una economía próspera, debe tener todas las herramientas disponibles para ‘hacer match’ con una empresa que le necesite. Y si sus prestaciones no son suficientemente atractivas en el mercado laboral, los fondos destinados a las políticas activas de empleo deben estar en constante actualización para ‘devolver a la rueda’ a esa persona. Y así todos ganamos. Empresarios, asalariados y ciudadanos de este país en general, porque el conjunto de la economía funcionaría mejor.
Corruptelas a parte, la formación -y la orientación- para desempleados no ha funcionado bien nunca en este país. Tenemos una nueva oportunidad para remediarlo. Sea derogación o reforma, hagamos las cosas bien.