Condonaciones de deuda o ayudas directas según la fortaleza financiera de la empresa
Las tres variables básicas que explican la mayor o menor fortaleza financiera de las empresas en esta crisis son la evolución de las ventas, la rentabilidad y el endeudamiento.
Por lo que su evolución permitirá calibrar la evolución y respuesta ante el previsible repunte de la morosidad tal y como apunta el estudio «La gestión de la morosidad bancaria en la crisis del coronavirus», escrito por el ex director general del FROB, Antonio Carrascosa y publicado por la Fundación de Estudios Financieros (FEF).
Si bien, advierte el estudio que el problema básico lo podríamos tener con las pymes y micropymes: «En ese segmento será difícil discriminar entre empresas viables y no viables y la banca podría tender a refinanciar o reestructurar las deudas si se aportan más garantías o se abona parte de la cantidad adeudada».
Según el informe en los casos de excesivo endeudamiento empresarial, la reestructuración de
deuda podría incluir instrumentos que alivien la carga de dicho endeudamiento.
«Los esquemas de conversión de deuda en capital y otros instrumentos que fortalezcan sus recursos propios son una posibilidad a explorar», insta el documento.
No obstante, apunta que «la conversión de deuda es un ejercicio que hay que acotar cuantitativamente para hacerlo manejable».
En estos esquemas explica el informe podrían participar todos los tenedores de deuda empresarial, incluidos el Estado y las entidades financieras (el Estado podría participar con los derechos de crédito derivados de la ejecución de avales concedidos a través del ICO).
Asimismo explica que en los casos que sea necesaria la conversión de deuda en capital, «habría que explorar todas las alternativas posibles (acciones ordinarias, acciones sin voto, préstamos participativos, uso de ECR, etc.) y así adecuar el instrumento utilizado a las circunstancias particulares de cada empresa«.
No obstante Carrascosa ha defendido durante su presentación que «si el problema de una empresa es la falta de ingresos cabe la ayuda directa más que un alivio de deuda que no tiene por qué ser significativa».
Por ello entiende que «hay que pasar a una nueva fase de ayudas directas a empresas de ciertos sectores, como en otros países europeos».
En su opinión «debemos tener una amplia gama de instrumentos disponibles para que las entidades financieras, más acostumbradas a la gestión de riesgos, pueda decidir cuál es el más adecuado en cada momento de la evolución de la empresa».
En esta misma línea se ha manifestado José María Roldán, presidente de la Asociación Española de la Banca (AEB) quien opina que los modelos de riesgo basados en información del pasado ya no sirven en esta situación sin precedentes, por lo que hay que poner en valor «el conocimiento que tiene la banca de la situación real de sus clientes, algo clave para canalizar financiación”.
Cree sin embargo que «el debate de las ayudas directas a empresas no es fácil. Tienen que estar bien diseñadas. Hay que definir volumen, sectores y condiciones, respondiendo a criterios de equidad, competencia y efectividad. Y hacerlo sin prisa pero sin pausa», ha dicho José M. Roldán.
Por otro lado ha recordado que «entidades financieras y Gobierno logramos una colaboración muy eficaz en los créditos ICO. Es un modelo exitoso para aplicar con los fondos europeos de reconstrucción».
Para Íñigo Fernández de Mesa, vicepresidente de la patronal CEOE, «cuando se vuelva a la normalidad las ayudas directas van a ser fundamentales para la recuperación económica y han de hacerse lo más rápido posible».
Y ha manifestado que también «las reducciones fiscales son interesantes porque afectan a las empresas solventes que pagan a Hacienda».
Como previsión la patronal entiende que «podemos crecer al 5%, y puede ser más si las restricciones de movilidad se relajan de forma más rápida y el turismo se recupera este verano», por ello ha urgido a una rápida campaña de vacunación.
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