Un centenar de empresas del Valle del Juguete, en Alicante, se ha reinventado temporalmente para poner toda su capacidad industrial y productiva al servicio de la batalla contra la COVID-19. Diferentes sectores han adaptado sus plantas de producción para fabricar equipos de protección individual.
Desde mascarillas a respiradores, pasando por mamparas separadoras para hospitales, supermercados o farmacias, envases de medicamentos, cuñas, cortinas, contenedores de residuos… de uso sanitario y que siguen dando soporte a la industria alimentaria, para que sus productos lleguen al supermercado debidamente envasados.
El Valle del Juguete acoge a más de 1.000 empresas – una por cada 43 habitantes- de todos los tamaños, que “fabrican de todo” y que venden sus productos en todo el mundo. “Estas empresas -explica Héctor Torrente, director de la Asociación de Empresarios de la Foia de Castalla, IBIAE– cubren todo el ciclo industrial, desde el diseño y la fabricación al embalaje y la distribución, lo que nos está permitiendo ofrecer una respuesta inmediata”. Para ellas, hacer una pantalla protectora es algo tan sencillo como fabricar los moldes y producir 150.000 unidades en tres días.
“Tenemos la capacidad y la flexibilidad -señala Héctor Torrente- que permiten a empresas como Actiu, que diseña y produce mobiliario de vanguardia para espacios de trabajo, empezar a fabricar, de un día para otro batas y mascarillas de protección o mamparas protectoras autoportantes para los empleados de farmacias y supermercados”.
También juguetes
El Valle, que fue uno de los grandes productores de juguetes del mundo, sigue fabricando juguetes pero ya no es su actividad principal. “Nos hemos ido reinventado y casi siempre desde el juguete”, comenta Torrente. El plástico sigue presente en muchas empresas pero para otros usos. Aquí se inventó la fontanería del plástico, también se hacen los soportes de plástico rojo para los velones de cera, persianas, blísteres y todo tipo de envases de plástico para productos sanitarios, cosmética, helados o chucherías.
La experiencia y la solidaridad que caracteriza a esta comarca ante situaciones de emergencia ha permitido una adaptación de los procesos productivos muy rápida para cubrir las necesidades del momento. Así, empresas del plástico han diseñado moldes y han empezado a inyectar plástico para mascaras protectoras, los que fabrican botes para amenities de hoteles, ahora los hacen para geles hidroalcohólicos o los que fabrican mobiliario, – además de dotar con sillas y armarios algunos hospitales – fabrican mascarillas y batas de protección sanitaria con los tejidos para tapizado.
Las enseñanzas de la crisis
Como ya explicara Torrente, a finales de marzo, la reacción fue inmedianta y desde el principio se empezó a adaptar el sistema productivo. Un denominador común de estas empresas es su apuesta por la fabricación local y por la zona. “Ante esta gran incertidumbre, tenemos que pensar ya sobre cómo queremos que sea el día 1 postcoronavirus. Es evidente que la situación actual de desabastecimiento de productos sanitarios como mascarillas, respiradores…ha puesto de manifiesto que, ante situaciones como la que estamos viviendo, nuestro país debe tener mayor tejido industrial y solidez” comenta Soledat Berbegal, consejera y directora de reputación de marca de Actiu.
“La creación de un tejido industrial propio nos puede aportar más agilidad, autonomía, diferenciación y valor. Después del covid si volvemos a la normalidad como la conocíamos, no habremos aprendido nada. Debemos valorar más nuestra gente, empresas, sanidad, educación, cultura, gastronomía, nuestros valores…” añade. Desde Actiu, sabemos que hay que arrimar el hombro en estos momentos para aportar nuestro granito de arena a través de nuestros recursos, innovación, personas, economía, para resolver esta situación lo antes posible” concluye Soledat.