Xavier Ferrer es consultor en economía creativa y curador en cultura digital. Trabajó durante cinco años en la Universidad Nacional Autónoma de México y, a su regreso a València, está cursando el doctorado en Industrias Culturales y Comunicación en la UPV. Hace apenas seis meses, fundó Viver Creatiu, asociación para el fomento de la economía creativa, que forma parte de una red global creada por la ONU, la Unctad (Creative Economy Network). Nos pusimos en contacto con él para descubrir el alcance de este nuevo concepto.
-¿Qué es la economía creativa?
-Viene fundamentalmente de dos estudios teóricos de los economistas John Hawkins, en los años 2000, y después de Richard Florida, que hablan de una nueva relación entre ideas y economía. Una definición fácil sería la fusión de actividades tradicionales en el ser humano, como son las culturales, sumadas a la disrupción tecnológica, que han implicado, por ejemplo, la aparición del diseño actual o de nuevas industrias, como la del entretenimiento y de la creación que nada tienen que ver con la cultura tradicional. Los economistas británicos y norteamericanos son los que más han estudiado este fenómeno y han acotado su terreno académico.
-¿Cuál es la diferencia con la cultura tradicional, en la que incluyo el cine, la pintura, música…?
-Estaríamos hablando de que si a las artes convencionales, tal y como las hemos entendido hasta el Siglo XX, les sumamos la tecnología estamos creando un sector nuevo que tiene muchísimo peso, porque estamos generando una economía de intangibles.
-El intangible es uno de los «conceptos estrella» post crisis.
-Claro, estamos hablando de una economía post industrial, de la economía ya del Siglo XXI. La importancia de la economía creativa reside en que el sector creativo, el sector de las ideas, es el que más peso va a tener en el futuro PIB de las naciones. Su principal preocupación es generar más conocimiento y, sobre todo, más personas dispuestas a trabajar en un área que se va a ver menos afectada por la automatización según los últimos estudios, por ejemplo, de la Fundación Nesta, de Gran Bretaña. Nesta dice que frente a la disrupción tecnológica y la automatización, la creatividad va a ser el ámbito que nos va a dejar libre la Inteligencia Artificial, porque hay segmentos en los que no podrá funcionar bien.
En definitiva, el peso económico futuro va a tener más que ver con la generación de nuevas ideas y valor para el cliente que con la producción de bienes físicos. En cuanto se pueda imprimir casi todo, que es lo que va a suceder en unos años, en vez de comprar bienes físicos estaremos hablando de comprar un software o una idea; una especie de licencia para que después la podamos imprimir.
-Lo primero que me viene a la cabeza al imaginar este escenario futuro es que suena como que ser creativo va a ser una obligación para buscarse la vida. Si alguien no tiene esa capacidad, ¿qué va a hacer? Estas afirmaciones pueden asustar.
-Yo soy un poco optimista. Pienso que todos los seres humanos somos creativos. La cuestión es que también trabajemos sobre el área de pasión que tenemos cada cual. Es decir, la educación tiene que cambiar. Tiene que estimular aquello que mejor se nos da hacer. Y en ese sentido hay que aplicar la creatividad, que significa hacer las cosas de una manera nueva, o diferente o sorprendente. Eso es lo que tiene que estimular el sistema educativo.
Hace poco escuchaba una conferencia de un catedrático del MIT en la que decía que si tenemos la capacidad de aprender idiomas a los 3 años, hay que fomentar la creatividad desde el inicio. El problema es que la escuela es muy castrante, y está basada fundamentalmente en la acumulación de conocimientos, cosa que es ridícula puesto que ya tenemos el conocimiento en la palma de la mano, en el móvil. Por eso creo que hay que difundir la cultura de la creatividad y la economía creativa en todos los segmentos de la sociedad. Además, este sector ahora mismo representa aproximadamente un 6-7 % del PIB mundial. Pero son unas cifras silenciosas, a lo mejor mucha gente no lo sabe.
-¿A qué profesiones o sectores responde ese porcentaje?
-Arquitectura, diseño industrial, diseño gráfico, de software, todo lo que tenga que ver con videojuegos, industria audiovisual, comunicación…Es algo que, prácticamente, empieza con una especie de núcleo duro pero se va expandiendo, por la razón de que vamos a entrar en una economía de intangibles, o estamos ya en ella. Si nos fijamos en la composición del mercado por sectores, servicios ocupa ya algo más de un 70% del PIB mundial, y muy probablemente en breve sea el 80 o el 90. También estamos hablando de que se va a expandir exponencialmente el concepto de economía creativa. La Fundación Nesta nos está diciendo que hay más sectores creativos de los que pensamos, que hay muchas más profesiones creativas que las que creíamos que existían.
La Universidad de Oxford publicó un informe en el que hablaba de que un 48% de puestos de trabajo se van a perder por la disrupción tecnológica. Nesta realizó otro informe para averiguar cuál podía ser el antídoto para eso. Y es la creatividad: el 87% de las profesiones que tienen que ver con creatividad no van a perecer por la disrupción tecnológica. Hay muchos países que ya se están preparando para la economía creativa. Por ejemplo, la ciudad de Nantes va a abrir en breve un distrito creativo de 90.000 m2 para industrias creativas y para centros de estudios con el objetivo de formar líderes de la industria del futuro, cosa que no estamos haciendo en España.
Ahora tenemos que saber un poquito de todo. Yo, de hecho, vengo de la gestión cultural. Pero tuve mi epifanía al darme cuenta de que la gestión cultural que iba a hacer en el futuro iba a cambiar. Tendrá que ver, lógicamente, con una cuestión tecnológica también. Y si estás fabricando ideas, y gestionándolas, hay que estar muy al tanto de ese nuevo eje. De hecho, las factorías de creación de esa nueva economía son los creative hubs.
-¿Qué diferencia hay entre los creative hubs y los hubs de innovación?
-Por ejemplo, acaba de abrirse un espacio en Barcelona que trabaja en la investigación gastronómica dentro de un espacio de coworking. Puedes ir a montar tu empresa de gastronomía, con su pequeño taller gastronómico, pero a la vez aprender nuevas habilidades a través de tu red de contactos. El hub en sí es el nuevo eje de la economía creativa, donde trabajaremos mucha gente. Como también vamos a teletrabajar y las empresas van a ser plataformas que van a «alquilar» profesionales para proyectos concretos. Las empresas se perfilan como una especie de director de orquesta en el futuro.
-Toda esta descripción de la economía del futuro con este nivel creativo y humanístico, ¿no suena mucho a utopía?
-Creo que no. Las empresas, cuando le dan valor al consumidor, lo primero que hacen es ser creativas, respecto a la manera en que investigan qué ofrecer al cliente de manera totalmente diferente. Y sobre todo, hay que tener una perspectiva humana. Hay que “ponerse en el lugar de”. Y para eso, las Humanidades son la mejor estrategia. Son las que mejor conocen el alma del ser humano. Creo que un área que tiene que desarrollarse de una manera inmediata es la fusión entre ética y tecnología. Recientemente Nicholas Negroponte, el fundador y director del MIT Media Lab, dijo en una entrevista que para encontrar trabajo en este momento, aconsejaría a la gente que estudiase Filosofía.
-Me parece que es un mensaje que está muy lejos de calar en la sociedad.
-Lo sé, pero dentro de unos años a lo mejor nos sorprende. El área jurídico-ética, por ejemplo, que regula la tecnología, va a ser una cuestión constante. Aún nos suena a ciencia-ficción, pero tenemos que ir haciéndonos a la idea de que vamos a trabajar en unos entornos diferentes, que ir a trabajar va a ser ir a producir ideas, a producir pensamiento, y además pensamiento disruptivo; que la tecnología ha llegado para quedarse y nos la tenemos que incorporar. El valor lo estamos dando al aportar soluciones creativas a problemas que teníamos antes. La tecnología es un instrumento, pero donde está el peso de la cuestión es en cómo nosotros, seres humanos, solucionamos la vida a otros seres humanos.