Los trabajadores descontentos y la imagen de la empresa

Los empleados descontentos afectan la imagen de la empresa.

Las empresas suelen cuidar hasta el último detalle de su actividad, desde su presencia en redes sociales a las relaciones públicas más tradicionales, todo es mirado y mimado al detalle. Pero un gran número de ellas olvida un factor clave, que muchas veces dice más de su negocio que cualquier otro, sus empleados, y en especial los descontentos.

Los empleados de una empresa, descontentos o no, son parte también de la imagen de la misma, de esa imagen que se llevan los clientes. Normalmente, es el cliente final el que va a pagar los platos rotos de un empleado descontento, pero esto no es lo único en lo que la empresa se va a ver afectada ante un empleado infeliz. Un trabajador que no se siente bien en su puesto de trabajo suele caer en olvidos o fallos que suponen graves consecuencias.

De manera interna, los empleados infelices provocan problemas de comunicación, de desorganización y, a largo plazo, la posibilidad de crear una fama de «mala empresa para los trabajadores” que será complicada de eliminar. Todo esto influye de manera negativa en el negocio y en los resultados de la empresa.

Estas circunstancias pueden darse en cualquier tipo de empresa, sea del tamaño que sea, y muchas de ellas acaban siendo conocidas por la fama que sus empleados han generado de ellas, mejor si es buena, porque al final, suele ser lo que queda en la mente de los clientes a muy largo plazo. Cambiar este rol de «mala empresa con los trabajadores” acaba suponiendo esfuerzos y gastos extra para el negocio.


¿Por qué un empleado está descontento con su empresa y cómo atajarlo?

Los empleados pueden sentirse descontentos en momentos puntuales, por motivos pasajeros o por malentendidos que se superan con una buena comunicación. Pero hay otras ocasiones en las que el descontento del empleado se alarga en el tiempo y acaba afectando al rendimiento del capital humano de la empresa. Los motivos de descontento principales suelen estar relacionados con el salario, las perspectivas de mejorar el puesto, el desconocimiento de lo que se espera del empleado y una mala gestión de la dirección.

El salario no es lo único, pero es muy importante, por ello es de lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en un empleado descontento. El salario influye en la motivación del empleado, en su autoconcepto, es la forma en la que se ve gratificado su trabajo y con el que espera conseguir el determinado nivel de vida que se haya fijado.

Si el empleado percibe que su salario está por debajo de lo que cree que merece, no se va a sentir precisamente feliz ni motivado. Aún peor, si comprueba que otros que realizan el mismo trabajo perciben un sueldo mayor. Hay que tener mucho ojo también con las promesas que se realizan al trabajador en cuanto a aumentos, generará en él ciertas perspectivas de ganancia que si luego no se cumplen, van a suponer un merecido descontento en él. Si no existe certeza de poder cumplir las promesas salariales a los empleados, mejor no exponerlas. Es mucho peor romper esas perspectivas que percibir que el sueldo es bajo.

Pero un sueldo bajo no es lo único que puede acabar con la felicidad de los empleados. Es importante que de forma realista conozcan desde un primer momento sus posibilidades de carrera dentro de la empresa. En este punto, las empresas deben ser justas; reservas las mejoras para los “favoritos” generará un problema a largo plazo con el resto de empleados. Los empleados que vean que nunca son escogidos sentirán que su visión de futuro profesional se va yendo al traste, que la empresa no tiene nada que ofrecerles. Tener claras las posibilidades de mejora dentro de la empresa y adjudicarlas de forma justa nos evitará nuevos perfiles descontentos dentro de la organización.

Por otro lado, si un trabajador no conoce lo que la empresa espera de él en su puesto, el descontento puede aparecer de nuevo. Perdido, no sabrá cómo seguir progresando tanto en puestos en la empresa como en mejoras económicas. En situaciones frustrantes como esta la motivación y el rendimiento se esfuman. La empresa debe tener claro qué se espera de cada puesto y cómo medir adecuadamente los resultados del empleado en él, además, es básico que todo ello lo sepa comunicar de forma clara a los empleados.

Los errores de liderazgo y sus fallos de comunicación son otro de los motivos que acaban generando descontento. Debe existir una comunicación bidireccional en la empresa, que los empleados tengan claras sus funciones y quién es el encargado de dirigir y tomar las decisiones. Un dirección estable, que sabe gestionar el trabajo y reconocer los méritos de cada empleado, ya no solo de forma económica sino personal, es sinónimo empleados felices y clave para mantener un buen ambiente de trabajo a largo plazo.

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