-¿Cómo nació la idea de crear Arduino?
-Desde el año 2001, doy clases en la Universidad de Malmö a artistas y diseñadores sobre tecnología. Cuando en 2011 me di cuenta de que era importante emplear electrónica digital, como ingeniero en Telecomunicaciones me dediqué a crear herramientas simplificadas para aprender electrónica digital y esa experiencia de trabajar con gente sin conocimientos previos en tecnología fue la base para poder crear Arduino. Con los socios ocurrió que coincidimos en el mismo lugar geográfico durante tres meses y fue inevitable que surgiera el proyecto.
-Arduino tiene un modelo de negocio basado en el software libre y permite copiar libremente sus diseños.
– Arduino está orientada a un crecimiento sostenible con el que poder dar de comer a nuestros trabajadores. Soy uno de los cinco socios fundadores y dueño de la empresa.
-En un proyecto así, ¿cuál es el modelo económico?
-Arduino recauda el dinero a través de los ‘royalties’. Como empresa diseñamos objetos y contenidos sobre esos objetos y los licenciamos para que diversas empresas los fabriquen con nuestra marca. Luego pueden fabricarlos sin nuestra marca si quieren. Cuando venden con nuestra marca nos tienen que pagar. Arduino se lleva el 10% del beneficio de la venta de circuitos y ponemos un precio máximo al circuito. Son entre 0,80 y 1,20 euros por circuito. También hemos entrado en proyectos de colaboración con empresas como Telefónica o Intel, por los que recibimos ingresos directos o indirectos para financiar nuestra I+D.
-¿Qué quiere transmitir una empresa como Arduino a los emprendedores en EmTech?
-El mensaje que he querido transmitir es que es muy importante en mi opinión que exista una educación pública, de calidad y financiada acorde con las circunstancias del momento. Ahora mismo lo que hace falta es tener tecnología en los centros pero además los recursos humanos dedicados a dar esas clases tengan los conocimientos necesarios para hacerlo bien para que realmente sea una herramienta de transformación de la cultura de un país.
-¿Puede ser EmTech una herramienta de transformación para la economía española hacia un modelo más innovador?
-España es un país innovador. Sí es cierto que existen una serie de condicionantes históricos. Otra cosa es que no existe una cultura de la innovación y ese es el problema. La gente tiene ideas pero si luego no hay una inyección económica para llevarla adelante, las ideas no valen para nada.
-Entonces, ¿qué nos falta para convertir esa innovación en progreso económico?
-Yo creo que no solo en España sino también en Europa lo que sucede es que la asignatura de Tecnología ha sido pegada a los planes de estudio. Mi libro de matemáticas era según el modelo de estudios de 1968. El MIT tiene muchísima experiencia con grupos como el ‘Lifelong Kindergard’, que lleva mucho tiempo estudiando cómo utilizar la tecnología en la educación. Son cosas que hay que absorber y todo ello es abierto, está publicado y se puede utilizar. Hay que coger la teoría y llevarla a la práctica y eso es lo que a mucha gente le da miedo.
-En EmTech te has mostrado crítico con los medios europeos por no promover a los emprendedores. ¿Cómo podemos los informadores apoyar a los innovadores que empiezan?
-Eso está cambiando. En 2008, cuando empezábamos eso era así. Cuando Wired, una empresa americana publicó un artículo sobre Arduino, pasamos de un 10% a un 40% de europeos en el proyecto. Se ha creado una conciencia a través de iniciativas públicas y privadas de que hace falta potenciar lo local para generar otro tipo de empresas. El mercado europeo es muy difícil. Están los idiomas, las iniciativas locales, los problemas regulatorios. Por ejemplo, para vender un sistema educativo en España hay que tenerlo traducido al catalán, al gallego y dentro de poco, al zaragozano.
-Tú propones el aprendizaje a través de la experimentación para potenciar la creatividad y la implicación del alumno.
-La idea no es trabajar con tecnología en sí. Por ejemplo en Castilla-La Mancha tenemos un curso orientado a generar creatividad, con contenidos cada vez más reducidos para dar pie a la mejora. Cada semana se les da a los alumnos media hora para que introduzcan mejoras, así vemos como su implicación en el curso va subiendo. La idea es hacer que los alumnos se sientan capaces de crear sus propios proyectos.