El fuerte endeudamiento chino, un nuevo peligro económico en el horizonte
El Banco de España acaba de publicar el artículo de Jacopo Timini «Los desequilibrios económicos de China y el papel del sector financiero» en el que advierte de los riesgos de la desaceleración del crecimiento económico del gigante asiático y del fuerte endeudamiento que soporta el país, tanto en el sector público como en el privado.
China, señala el estudio, está afrontando una transición hacia un nuevo modelo de crecimiento más sostenible y equilibrado, lo que se conoce como aterrizaje suave, tras años de crecimiento del PIB de dos dígitos. Este proceso no está exento de riesgos asociados a los desequilibrios acumulados en su economía. En particular, la economía china se enfrenta a un grado de endeudamiento que se sitúa en niveles históricamente muy altos y a una disminución de la contribución de la productividad al crecimiento económico. En este contexto, el reto de las autoridades chinas, agrega el autor del artículo, es hacer compatible el doble objetivo de preservar la estabilidad financiera y de controlar el ritmo de desaceleración.
Riesgos que pueden tener un efecto contagio más allá de las fronteras que se podrían trasmitir a través de:
— Comercio. Una corrección brusca de los desequilibrios financieros en China se traduciría en una menor demanda privada, que reduciría las importaciones, sobre todo de productos finales, pero también de intermedios.
— Precios de las materias primas. China es demandante mayoritario de casi todas las materias primas mundiales, por lo que una ralentización de su crecimiento (o una composición diferente de él, con menor aporte de la inversión) afectaría negativamente a los precios de las materias primas y a la relación real de intercambio de los países exportadores de estos productos. Los países importadores se beneficiarían, pero el efecto agregado —incluyendo el canal comercial— sería negativo a escala global.
— Sector financiero. A pesar del proceso de liberalización de este sector en la última década, los controles sobre los flujos de capitales con el exterior siguen desempeñando un papel importante y el sector financiero chino tiene todavía vínculos transfronterizos directos limitados. Sin embargo, un evento negativo en China podría desencadenar una crisis de confianza en los mercados financieros globales.
Las consecuencias más probables serían un aumento de la volatilidad, con salidas de capitales y depreciaciones del tipo de cambio en otras economías emergentes y, en particular, en aquellas con fundamentos económicos más débiles. Además, si China utilizase el colchón de las reservas de divisas —constituidas en gran parte por bonos soberanos de Estados Unidos—, los tipos de interés a largo plazo de Estados Unidos se elevarían, con repercusiones a escala global.
Algunos de estos efectos ya se observaron a principios de 2016, durante el episodio de turbulencias desencadenado por las dudas sobre la capacidad de las autoridades chinas de mantener el control sobre la evolución de la economía de su país.