Al inicio de la jornada de ayer, toda la atención de los mercados financieros se encontraba focalizada y expectante por conocer el último dato de inflación en Estados Unidos. Finalmente, a las 14:30, la Oficina de Estadísticas Laborales del país norteamericano publicaba la tan esperada cifra. De este modo, el IPC de la primera economía mundial, correspondiente al mes de abril, se situó en el 4,9%. Una décima por debajo del 5% previsto.
A pesar de que el dato final apenas mejoró las estimaciones previas, se trata de la décima caída consecutiva en el encarecimiento generalizado de los precios en Estados Unidos. Una noticia muy positiva, aunque insuficiente debido a que la evolución de los precios se encuentra muy alejada, todavía, del 2% objetivo al que aspira el principal banco central de la primera economía mundial.
¿Pero qué efectos a corto plazo podemos esperar en los mercados, a raíz de esta nueva suavización de la inflación en Estados Unidos?
La moderación de la inflación es esencial para el final del endurecimiento en las condiciones de financiación
Desde que en el primer trimestre del año paso los tipos de interés se situaran en el 0% -debido a los estímulos monetario para facilitar la recuperación pospandemia-, la institución, presida por Jerome Powell, ha acometido hasta diez subidas de tipos de interés. Un hecho sin precedentes.
En apenas 14 meses, los tipos de financiación han pasado del 0% a situarse en la horquilla comprendida entre el 5% y el 5,25%. Una auténtica barbaridad, que amenaza el crecimiento económico del gigante norteamericano, y, por tanto, la evolución de la economía mundial.
Una inflación controlada es síntoma de que la actividad económica goza de estabilidad y no existen presiones excesivas sobre los precios que sobrecalienten la economía. Ante esta situación, se produce un entorno propicio para que los bancos centrales puedan comenzar a reducir los tipos de interés y virar hacia una política monetaria más expansiva.
Esto es exactamente lo que espera el mercado. Al menos, a lo largo de este ejercicio. Un acceso a la financiación más asequible que favorezca el crecimiento económico, que cada vez ofrece más síntomas de debilidad y agotamiento. Cuando los tipos de interés se suavizan, los agentes económicos (consumidores y empresas, principalmente) fomentan su nivel de gasto y de inversión, lo cual contribuye a estimular el crecimiento económico.
Por el contrario, cuando los tipos de interés se encuentran demasiado elevados -como ocurre actualmente- estos mismos agentes económicos tienden a aplazar sus decisiones de gasto, pudiendo derivar, si la situación se generaliza, en una recesión económica.
Expectativas de tipos, factor clave para las bolsas y el mercado de renta fija
No es casualidad que el dato de inflación de Estados Unidos acaparara la atención de los inversores. Una evolución de los precios más favorable de lo esperado -como así ha sucedido- deja la puerta abierta a una política monetaria más laxa y los tipos tipo de interés son un factor clave en el desarrollo de los mercados.
Una bajada de tipos de interés suele repercutir positivamente en el desarrollo de la renta variable. Al menos, a corto plazo. Las tasas de interés asequibles incrementan el atractivo de la bolsa ya que otros activos como la renta fija pierden atractivo. Además, cuando las condiciones de financiación se ablandan los beneficios de las empresas se incrementan -al tener que asumir costes de financiación más reducidos-, lo cual favorece la cotización de las compañías.
Por su parte, una disminución de los tipos de interés incrementa el precio de los activos de renta fija -bonos, principalmente-. Debido a que los inversores no pueden obtener nuevos bonos emitidos con tasas de retorno más altas, las que hay en circulación incrementan su valor.