La banca después de la COVID-19: más digital y más «verde» que nunca
La crisis del coronavirus ha tenido efectos devastadores en la economía y en la forma de funcionar y de hacer negocios de todos los sectores del tejido empresarial español, pero tiene también aspectos no tan negativos, como el fuerte impulso que ha dado a la digitalización, sobre todo de la banca.
Mucho antes del estallido de la pandemia, el sector financiero español ya estaba inmerso en una carrera por la digitalización ante el incremento de la operativa en internet y a través del móvil, acelerada por el confinamiento, al tiempo que intentaba dar un giro hacia modelos de negocio más verdes, sostenibles y demostrables, como exige el nuevo consumidor.
El móvil se ha convertido en el gran protagonista de esta nueva era, y con la llegada del coronavirus los pagos a través de este dispositivo han crecido más rápidamente aún, hasta el punto de que, según algunos expertos consultados, en cinco años será la forma de pago más utilizada.
Desde la consultora KPMG recuerdan que la digitalización es, precisamente, una de las palancas que puede ayudar a la banca a capear el incierto futuro que afronta debido a la crisis de la COVID, que ha agravado los problemas de rentabilidad y solvencia que arrastra el sector y ha tenido un fuerte impacto en sus resultados.
Pero la digitalización no solo sirve para hacerle la vida más fácil a los clientes -centro de la estrategia de los bancos- sino que puede ayudar a estos a optimizar sus recursos y repensar sus redes de oficinas, al permitir que los empleados puedan teletrabajar desde casa -como se demostró con el confinamiento- o desde cualquier lugar.
Las redes de oficinas bancarias seguirán disminuyendo significativamente en España en los próximos años, lo que supone otro importante reto: ofrecer nuevos servicios a distancia
Otra de las palancas que ayudará al sector a salir a flote es la sostenibilidad, tener un papel «activo» en la gestión de los riesgos medioambientales y adoptar nuevos modelos de negocio.
Y para sobrevivir también será importante invertir en empresas y sectores de la denominada «nueva economía», es decir, tecnologías ligadas a la economía digital o aquellas que se dedican a la prevención, tratamiento o a paliar los efectos de las crisis sanitarias, entre otras.
Desde el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) recuerdan que las entidades llevan años invirtiendo en digitalización y que algunas inversiones ya han demostrado su utilidad, como la plataforma de pagos Bizum, perteneciente a los bancos, que ya supera los 10 millones de usuarios.
Y además de ofrecer transferencias instantáneas, Bizum ya se puede utilizar para pagar en algunos comercios y pronto estará disponible para empresas, lo que para el IEB supondrá «una verdadera barrera de contención» a las amenazas de entrada de los gigantes tecnológicos o «bigtech», como Google, Apple, Facebook o Amazon.
Tecnológicas enfocadas al cliente
Las «fintech» o startups tecnológicas que desarrollan productos financieros están creando servicios y productos más innovadores y cercanos al consumidor y la banca las está incorporando y convirtiendo en palanca de impulso tecnológico, añaden.
El dato es el futuro de la banca y la gran diferencia entre el dato bancario y el de las «bigtech» es que la información que posee la banca sobre lo que compra cada cliente, a dónde viaja o sus gustos es «real y completa«, mientras que las «bigtech» tienen una información aproximada, «de ahí su interés por entrar en los servicios de pago y cobro», explica el IEB.
En definitiva, para estos expertos, el gran reto de la banca es «hacer del dato un negocio rentable, claro, transparente y no invasivo».
Mientras tanto, y según un estudio de la tecnológica VeriTran, que cita el World Retail Banking Report, las redes de oficinas bancarias seguirán disminuyendo significativamente en España en los próximos años, lo que supone otro importante reto: ofrecer nuevos servicios a distancia y además, «a medida», es decir, adaptarse a las necesidades reales e individuales de cada cliente.
Entre estos nuevos productos, el estudio cita el «on-boarding» digital, que facilitará el alta de cuentas o de productos bancarios de manera cien por cien digital, la «tokenización», que sustituye por seguridad algún elemento dentro de los datos confidenciales de un cliente por un equivalente no sensible (el «token») o la verificación biométrica.
Y no solo desaparecen poco a poco las oficinas físicas, que pasan a ser centros de asesoramiento tanto a particulares como a empresas, sino que lo hace el propio dinero en efectivo, una tendencia que también se ha acelerado durante los últimos meses.
Según un estudio del neobanco N26, la mitad de los clientes españoles cree que en los próximos cinco años desaparecerán los cajeros y el dinero en efectivo y un 70 % de ellos considera que los pagos podrían llegar a ser únicamente sin contacto, a través de tarjetas, pagos móviles o incluso pagos por voz o reconocimiento facial.
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