La empresa familiar y el muro de la comunicación
Consultor de Desarrollo de Negocio, Estrategia y Empresa Familia. Grupo Ifedes
No es la empresa familiar un fenómeno enfermizo que deba extinguirse para dar paso a brillantes empresas no familiares. En ella se unen fortalezas que hay que potenciar y debilidades a minimizar, para conseguir aprovechar las oportunidades que un entorno cada vez más cambiante ofrece.
La flexibilidad, los valores, la unión de la familia en el trabajo, un proyecto y unas metas comunes, más allá de la mera obtención y reparto del beneficio, son elementos que revisten a la empresa familiar de unas fortalezas que aplacan las debilidades que estas tienen, frente a las empresas de su entorno.
Pero, la confianza y los sentimientos que se generan al trabajar con la familia, dan lugar a conflictos personales que acaban traduciéndose, irremediablemente, en un perjuicio para la competitividad de la empresa y un deterioro de las buenas relaciones entre los familiares.
Una comunicación que construye barreras, que origina reacciones automáticas e irracionales y que facilita la agresividad, es una comunicación que se puede calificar de “violenta”, contrapuesta a la idea de la armonía y compasión que las personas pueden expresar de un modo natural, automatizando reacciones y respuestas positivas en su comunicación.
Tanto en lo personal como en lo profesional siempre me he preguntado, cómo llegar a evitar esa comunicación “violenta” y esa reacción en cadena que, de forma involuntaria, siempre consigue consecuencias distintas a las que pretendemos.
La respuesta no es simple y depende mucho de la voluntad de emprender un camino no exento de dificultades, en el que el cambio debe comenzar en uno mismo, mucho antes que en los demás.
El psicólogo Marshall Rosenberg, (Comunicación no Violenta.Un Lenguaje de Vida Marshall B. Rosenberg, Ph.D.) desarrolló en su teoría sobre Comunicación No Violenta (CNV) una buena base que nos da pistas, para emprender ese cambio personal y empresarial.
En un entorno familiar, en el cual destacan las relaciones basadas en la confianza entre sus miembros, la comunicación no violenta ayuda a transformar reacciones primarias y puramente instintivas en respuestas conscientes basadas en la realidad de lo que observamos, sentimos y necesitamos, con el único fin de la ayuda mutua y la colaboración.
Algunas de sus premisas son las siguientes:
1. Debemos centrarnos más en transmitir lo que necesitamos y menos en tratar de evaluar comportamientos negativos y ser capaces de transmitir observaciones en vez de evaluaciones. Cuando expresamos nuestros valores y necesidades evaluando a los demás, lo único que conseguimos es potenciar una actitud defensiva y de resistencia en las mismas personas cuya conducta nos molesta.
2. Pedir a nuestro interlocutor lo que esperamos que haga, siempre de forma sincera, clara, y empática. Reformulando la petición si no se entiende su alcance, introduciendo todas las aclaraciones necesarias. Si nuestro interlocutor confía en que nuestra única intención es satisfacer una necesidad mutua, estará mucho más predispuesto a colaborar.
3. Nuestra actitud ha de ser siempre de predisposición y ayuda, nunca de defensa. Una posible negativa de nuestro interlocutor nunca debemos interpretarla como un rechazo a nuestra persona, sino como una necesidad que le impide responder afirmativamente y que debemos intentar averiguar.
4. Cuando sentimos ira, tendemos a responsabilizar de nuestro sentimiento, al comportamiento de otras personas juzgándolas o castigándolas. Pero en realidad la ira, es un sentimiento estimulado por una necesidad que no hemos satisfecho, nuestra atención debe centrarse en averiguarla, no en culpar al otro. Para canalizar el estímulo de la ira, lo mejor es hacer una pausa, respirar, identificar porqué estoy culpando a los demás y, finalmente, tratar de averiguar mi necesidad real y transmitirla. Nadie atenderá mi necesidad si utilizo la acusación o la intimidación para conseguirlo.
5. En las relaciones profesionales, las personas crecen cuando pueden expresarse con los demás de una forma vulnerable y auténtica a través de lo que se llama una relación “yo-tú”. La jerarquización solo contribuye al distanciamiento emocional y a la no colaboración.
6. Respecto la importancia de los agradecimientos, estos siempre deben servir para celebrar el placer que nos produce que un comportamiento del otro haya contribuido a mejorar, no deben llevar implícita una contraprestación. Deben aceptarse de forma natural, sin afán de superioridad ni falsa modestia.
7. Es importante ahondar en nuestro autoconocimiento para promover nuestro crecimiento personal. Cuando nos equivoquemos al elegir una opción determinada para satisfacer nuestras necesidades, no debemos responder con culpa, sino con autocompasión, entendida como un duelo que nos ayude a crecer y aprender de lo que hicimos. Para ello, resulta muy útil enunciar nuestra forma de actuar con un “elijo” en vez de con un “tengo que”. De todas las personas que nos rodean, solo hay una en la que verdaderamente podemos influir de una forma directa, tanto positiva como negativamente, esa persona somos nosotros mismos.
Cuando hablamos de empresa familiar, la relación debería ser mucho más simple que cuando hablamos de relaciones interpersonales, en las que no contamos con un marco tan concreto.Por ello, definir una estrategia empresarial comúnmente aceptada por todos los familiares y directivos de la empresa facilita el criterio de sentido común, sobre el que poder aplicar los principios enunciados por el dr. Rosenberg y entrar en una dinámica de mejora continua.