Fracasa rápido y barato

Fracasa rápido y barato


Ramón Jiménez, fundador de la empresa de arquitectura NOMO Concept y de Coffee & Management, compartió con el resto de los asistentes una de sus mayores obsesiones empresariales: ¿cuánto tiempo/dinero le puede dedicar a los proyectos fallidos? Es decir, a aquellos proyectos que le entran y que al final acaban por no concretarse.


En este sentido, Jiménez tiene muy claro que es necesario que las empresas se fijen un stop loss, un término utilizado en la bolsa que establece cuando vender o comprar los valores.


En este sentido, el fundador de NOMO Concept comentó que según sus estudios él no se puede permitir dedicar más del 20% de sus recursos a proyectos fallidos, por lo que hay que intentar “fracasar rápido y barato”. Sin embargo, el problema llega a la hora de fijar el stop loss, ¿cómo hacerlo? preguntó Jiménez.


Lamentablemente, ya avanzo que está pregunta no obtuvo una respuesta clara por parte de los asistentes, que aunque sí que tienen bien medido lo que se le puede dedicar a cada proyecto de ‘pedido’, no fueron capaces de darle a Jiménez una fórmula concreta, como el demandaba.


Por su parte, Antonio Gómez (The Singular Kitchen) desveló algunos de los filtros que tienen en su empresa para fijar el stop loss, como por ejemplo, desechar a aquellos futuribles clientes que piden un presupuesto y que piden que se les envíe por correo, en lugar de ir a la tienda a por él. Gómez exige cierto compromiso a los consumidores para dedicarles recursos.


El debate lo continuó Alfonso Navarro (Bañera sobre Bañera) quien tocó un punto muy sensible para todos los empresarios: la inversión económica perdida. Porque si bien es cierto que el tiempo es oro o dinero, perder tiempo y dinero a la vez es de las cosas más dolorosas.


Por lo tanto, ¿cuándo amputar antes de desangrarte? Peliagudo asunto que a más de uno le ha costado ‘la vida’ por no saber cortar por lo sano. En estos casos, Jiménez comentó una frase muy utilizada en los negocios que es: “pero con lo que he invertido, cómo me voy a retirar ahora”. Esta frase reza en la ‘lápida’ de muchos empresarios que no tenían un stop loss para la ocasión.


Finalizada la jornada, nos fuimos a casa con dos ideas claras: que el tan traído stop loss es necesario y que encontrar una fórmula matemática para esta herramienta ahorraría muchos disgustos, además de devolverle el sueño a Jiménez.

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