5 razones para aplicar la jornada intensiva durante todo el año
En España nos hemos acostumbrado a jornadas de trabajo larguísimas, en las que se entra a las 9, se utilizan 2 horas para comer y no nos vamos hasta que no se va nuestro jefe. El problema es que eso es incompatible con cualquier intento de conciliar la vida profesional y familiar, produce, estrés, absentismo y puede generar mal ambiente laboral.
Una de las cosas más valoradas a la hora de buscar trabajo por una persona es la flexibilidad laboral y la posibilidad de conciliar vida privada y trabajo, además existen diversas razones por las que podría ser una buena idea implantar la jornada intensiva durante todo el año, como las 5 siguientes:
El aumento de la productividad
El hecho de trabajar 8 horas seguidas requiere que nos concentremos más en nuestras tareas y que evitemos las distracciones, esto supone que gestionemos mejor la distribución de nuestro tiempo y aumente la productividad tanto individual como de la empresa. No cabe duda que con las largas jornadas actuales llega un punto en el que nuestro rendimiento se reduce notablemente.
La mejora de la planificación
Si tenemos claras las tareas a realizar, el tiempo que requiere cada una y el tiempo total que tenemos disponible cada jornada de trabajo podremos planificar cada semana los objetivos a alcanzar y las actividades que son necesarias para ello.
La reducción del estrés y del absentismo
Saber que tenemos la tarde libre para cuidar de nuestros hijos, ir al gimnasio, hacer la compra, quedar con amigos o ir a una exposición reducirá nuestro estrés diario lo que repercutirá en la bajada del número de ausencias y en la duración de dichas ausencias.
El aumento de la motivación
Un trabajador que sabe que puede compaginar su vida familiar y profesional es un trabajador más feliz y motivado, que se implicará más en su trabajo y que se identificará con los valores de su empresa sintiendo, de esa forma, la pertenencia a un equipo.
El descanso reparador
La jornada intensiva permite al trabajador, como decíamos anteriormente, dedicarse a lo que desee por las tardes, por lo que tendrá más tiempo para hacer cosas antes de irse a dormir, se acostará más temprano y descansará mejor.
Es hora de superar el síndrome de oficina vacía y de valorar no que el trabajador esté en su puesto de trabajo calentando la silla, sino que sea un trabajador útil y que aporte a la empresa mientras trabaje.
Si lo pensamos con detenimiento, no pasa nada si un cliente llama fuera del horario intensivo y no hay nadie, poco a poco se acostumbrará y se adaptará a los nuevos horarios. Además, la jornada intensiva puede convertirse en un valor que diferencie a unas empresas de otras y que permita atraer talento y retenerlo.
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