Jueves, 25 de Abril de 2024
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Más presión regulatoria para la banca española, ¿nueva amenaza para el sector?

Más presión regulatoria para la banca española, ¿nueva amenaza para el sector?

A finales de la semana pasada, el Banco Central Europeo (BCE) anunciaba nuevas exigencias de capital a tres entidades de la banca española. De este modo, la máxima autoridad monetaria de la zona euro incrementaba sus requisitos de solvencia a Bankinter, Abanca y Caixabank. El anuncio atendía a la presentación que el regulador hizo sobre los resultados obtenidos en su Proceso de Revisión y Evaluación Supervisora (SREP, de sus siglas en inglés).

No obstante, y pese a la revisión al alza -en lo que a los requerimientos de capital se refiere-, el BCE aseguraba que la totalidad de las entidades bancarias españolas evaluadas cumplían -de manera holgada- el mínimo de las obligaciones regulatoria exigidas.

En Economía 3 detallamos en qué consisten estos colchones de capital requeridos por el regulador. Además, haremos un breve análisis sobre cómo afectan al negocio bancario, especificando el impacto que tienen en la rentabilidad del mismo.

¿Qué son los colchones de capital en la banca?

El Banco Central Europeo los define como los «requerimientos adicionales a los requisitos microprudenciales de capital, diseñados tanto para frenar el crecimiento del riesgo sistémico como para reforzar la solvencia de las entidades. De forma que puedan absorber las pérdidas que generarían en el caso de la materialización de estos riesgos«.

Es decir, instrumentos de carácter prudencial que ayudan a los bancos, por la vía de la acumulación de recursos propios adicionales, a contrarrestar los efectos del ciclo económico en la actividad de la financiación bancaria.

En otras palabras, estos ‘colchones’ tienen la funcionalidad de permitir a los bancos acumular fondos propios durante la fase expansiva del ciclo. Así, las entidades adquieren el capital necesario que les permita amortiguar o absorber la totalidad de las pérdidas que pudieran producirse en momentos de recesión o contracción del negocio.

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¿Cuál es su origen?

Este concepto tiene su origen en el marco reglamentario de Basilea III. A raíz de la crisis financiera de 2008 -cuyo punto de partida fue la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers-. Desde entonces, las entidades de crédito -además de aquellas consideradas de inversión- deber desarrollar su actividad con un nivel de fondos propios por encima del nivel exigido.

Esta fue la respuesta legislativa de la Unión Europea ante el colapso financiero que se produjo para que la regulación financiera estuviera dirigida y orientada a mitigar los riesgos sistémicos del sistema.

¿Cómo afectan a la banca?

Por un lado, fortalecen la solvencia de los bancos. Es decir, mejoran la capacidad económica que tiene una entidad para enfrentarse a sus obligaciones; en base a los recursos propios -en este caso capital- que posee. Por otro lado, los colchones de capital penalizan la rentabilidad de los bancos. Un mayor volumen de recursos propios implica un menor apalancamiento -concepto clave para entender el negocio de la financiación- de su actividad.

Uno de los indicadores estrella para medir la rentabilidad -especialmente cuando nos referimos a entidades financieras- es el ROE. El retorno sobre el capital -en inglés Return On Equity– no es más que el cociente -expresado en porcentaje- entre el Beneficio Neto y los Fondos Propios.

En este sentido, y como se puede apreciar, el crecimiento de los fondos propios disminuye la rentabilidad. Por esa razón, los colchones de capital perjudican los beneficios de la banca. De esta forma, nace la controversia que existe entre regulador y entidades financieras de que bancos excesivamente solventes pueden derivan en sociedades poco rentables.

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Conclusión

Pese a la importante recuperación del sector bancario en 2021, el propio BCE recalca que la rentabilidad del sector sigue siendo estructuralmente baja. Si la máxima autoridad monetaria del viejo continente vuelve a incrementar la presión sobre una actividad ya de por sí muy regulada el problema irá a más.

¿Nos encontramos ante una nueva amenaza para el sector bancario? El tiempo tendrá, una vez más, la respuesta correcta. De lo que no cabe duda es de que una nueva vuelta de tuerca regulatoria estrangularía la -ya mermada, en muchos casos- rentabilidad de las entidades bancarias.

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