Viernes, 19 de Abril de 2024
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¿Será el dividendo suficiente para que se recupere el apetito inversor hacia la banca?

¿Será el dividendo suficiente para que se recupere el apetito inversor hacia la banca?
Pablo Barroso, Colaborador en Economía 3

Después de que el 2020 fuera un auténtico ‘annus horribilis’ para las principales entidades bancarias  -al igual que, salvo contadas excepciones, para el conjunto del tejido empresarial-, parece que la recuperación que se produjo durante el año pasado no se ha mantenido, en absoluto, ajena al sector bancario.

Al menos, así  lo ratifica la oleada de buenos resultados presentados por los principales bancos de nuestro país, en base a sus cuentas anuales de 2021. Entre los casos más relevantes, el Banco Santander acabar de exhibir unos beneficios de 8.124 millones de euros. Los mejores resultados, desde hace más de una década, para la entidad presidida por Ana Botín. Casi nada.

Por su parte Caixabank, ha registrado unos beneficios de 5.226 millones en 2021. Una auténtica locura. No obstante, gran parte de los resultados atienden a la incorporación de los impactos extraordinarios asociados a su fusión con –la ya antigua- Bankia. Sin embargo, si descontáramos el efecto de dicha operación corporativa, los beneficios de Caixabank serían de 2.359 millones, un 70% más que en 2020. No está nada mal.

Por último, y para finalizar este breve repaso al ‘Big Three’ de la banca española, el BBVA concluyó el 2021 con un resultado de 4.653 millones de euros, en relación a los 1.305 millones de 2020. Es decir, los beneficios, de la entidad presidida por Carlos Torres Vila, se han multiplicado por 3,5 veces en apenas doces meses.

Los del Sabadell llegaron a los 530 millones frente a los dos de 2020. 

Y la salida a Bolsa de Línea Directa, elevó los de Bankinter a 1.333 millones.

En definitiva, los malos resultados de 2020 -llegando algunas entidades a incurrir en pérdidas- marcados por los efectos devastadores de la pandemia han dado paso a un ejercicio de recuperación -incluso algo más-.

La liberación de provisiones -debido a una significativa restauración de la actividad económica, que superó las expectativas iniciales- y la minoración de costes –donde la fusión entre entidades sigue desempeñando un papel clave- se han erigido como los principales factores para dejar atrás los efectos nocivos del Covid.

En este contexto de inercia positiva del negocio y con una inflación galopante, los bancos –o, al menos, una amplia mayoría de ellos- están haciendo un auténtico ‘all in’ a inversores con una seductora política de dividendos.

Desde que Bruselas levantara el veto a los bancos para remunerar a sus accionistas el 1 de octubre del año pasado las principales entidades bancarias han acelerado su política de dividendos. Sí, lo que cambian las cosas en menos de un semestre.

La fórmula para hacerlo constará de dos elementos principales: pagos de dividendos en efectivo y recompra de acciones, con la intención de que el valor de las mismas se incremente. El objetivo de esta práctica queda bastante claro: despertar el apetito inversor hacia una actividad fuertemente castigada durante los últimos años.

Pero, ¿será suficientemente atractivo la mejora del dividendo para conseguirlo? Esta es la pregunta del millón de dólares.

Por un lado, la creciente inflación convierte en atractivo cualquier rentabilidad que ayude paliar su inherente pérdida de poder adquisitivo. Asimismo, el encarecimiento generalizado de los precios abre, también, cada vez más la puerta a una subida de tipos que incremente la tan denostada rentabilidad de los bancos –no se puede ganar más dinero eternamente únicamente reduciendo costes-.

Por otro lado, una retirada de estímulos demasiado agresiva o precipitada podría derivar en un frenazo a la recuperación y la ‘vuelta a las andadas’ a una actividad tan regulada como la bancaria. Ya sabéis, exigencia de ‘colchones’ de capital más amplios, endurecimiento de la política de crédito, etc. En este sentido, cada vez más inversores se sienten más atraídos por competidores dedicados, también, a la financiación –alternativa, en este caso- que, entre otras virtudes, no tienen que someterse a tan estricta regulación.

Mi opinión bajo estas premisas: el rally bancario puede prolongarse a corto plazo. Cualquiera predice a medio –ni que decir a largo- hoy en día…

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